Hallan un fragmento de plástico en el estómago del cadáver de una cría de foca
Un endeble envoltorio de plástico obstruyó los intestinos de la foca enferma y podría haber acelerado su muerte.
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Un diminuto fragmento de plástico es todo lo que hace falta para destruir la vida de un animal.
El pasado viernes, encontraron el cadáver de una cría de foca pía en la isla de Skye y la llevaron al Scottish Marine Animal Stranding Scheme, una organización financiada por el gobierno que investiga la mortalidad de los mamíferos marinos. Allí, el patólogo veterinario Andrew Brownlow realizó la necropsia del cadáver y extrajo de su estómago un pequeño cuadrado de plástico colocado en un lugar decisivo. Habló del caso en la página de Facebook del SMASS el pasado miércoles.
El animal tenía entre ocho meses y un año de edad. Según Browlow, es inusual encontrar restos de plástico dentro del estómago de una foca: las focas suelen quedarse atrapadas en redes de pesca, sedales y cebos y mueren de esa forma, no por pequeños restos de plástico flotantes.
«La ingestión de plástico en cetáceos y focas es muy rara», afirma Brownlow, también director del SMASS. «Son animales inteligentes que parecen ser capaces de distinguir entre el plástico y las presas».
El incidente pone de manifiesto lo extendida que está la contaminación por plástico: hasta los animales marinos más inteligentes son presa de esta epidemia letal.
Aguas desconocidas
Normalmente, el SMASS recibe notificaciones de varamientos de focas grises y focas comunes, comunes en Escocia. Pero encontrar una foca pía, que normalmente viven en el Ártico, fue inusual.
«No se parecía a una foca gris», afirma Brownlow. «[Con una necropsia], no solo averiguamos la causa de la muerte de un animal, sino que también tratamos de entender cómo vivió».
Las focas pías no están en peligro de extinción. Pasan la mayor parte del tiempo nadando en las gélidas aguas del Atlántico norte y el Ártico, alimentándose de peces y crustáceos, y migran a sus zonas de reproducción en Terranova, el mar de Groenlandia y el mar Blanco cada año.
Encontrar una foca pía tan al sur como Escocia es raro, según Brownlow, pero no imposible. Sospecha que la cría podría haber nacido en el norte de Noruega y, por alguna razón desconocida, haberse dirigido al sur. El animal podría haber estado siguiendo a presas o a otras focas, o podría haberse perdido. En la publicación de Facebook, Brownlow escribió que el cambio climático también podría haber estado implicado en el desplazamiento del animal.
Durante la necropsia, Brownlow y su equipo de científicos descubrieron un cuadrado de plástico de 5 centímetros arrugado en el estómago de la foca pía. Ligeras ulceraciones indicaron que el plástico llevaba ahí cierto tiempo. Este deshecho podría haber bloqueado el esfínter pilórico —que separa el estómago del intestino delgado— y haber impedido que el estómago del animal se vaciase. El intestino también presentaba inflamación.
Brownlow enseguida añadió que el plástico no mató directamente a esta foca. El animal sufría autolisis y deshidratación, y estaba escuálido, lo que implica que ya había estado enfermo y no había comido poco antes de su muerte. El cadáver presentaba evidencias de sepsis y de algunos parásitos, pero no de traumatismos.
Galería relacionada: La vida silvestre del refugio nacional de fauna del Ártico
Brownlow dice que es probable que el fragmento plástico dañara el tejido del estómago y permitiera que las bacterias del intestino desembocaran en el torrente sanguíneo. La cría habría muerto pronto de todos modos, pero el fragmento de plástico podría haber acelerado el proceso.
El estómago no puede descomponer el plástico, pero si el animal hubiera estado sano, es posible que todavía siguiera con vida. Es probable que el animal sufriera incomodidad, pero el plástico no lo habría matado.
«No es un problema desde un punto de vista de conservación, pero es una tragedia desde un punto de vista individual», afirma Brownlow. «[La contaminación por plástico] es la gota que colma el vaso de los animales».
La crisis de basura
Las focas pías no son la única especie asediada por el plástico. Los curiosos lobos marinos y otras especies de focas suelen quedarse atrapadas en residuos oceánicos como redes de pesca, así como en bolsas de plástico y tiras de empaquetado.
Unas 700 especies ingieren plástico pensando que es comida. Pero en lugar de aportar nutrientes, los desechos pueden perforar el revestimiento estomacal, provocando inanición y, finalmente, la muerte. Las aves y tortugas marinas en peligro de extinción ingieren los residuos, y peces, ballenas y otros animales marinos sin branquias corren cada vez más riesgo de consumir restos plásticos microscópicos.
Como los humanos consumimos pescado, podríamos estar entrando de forma inadvertida en la cadena trófica de ingestión de plástico, comiéndonos microfragmentos de pajitas, tapones de botella y envoltorios plásticos.
Parte de la contaminación por plástico es visible, pero más del 90 por ciento del total de residuos plásticos tienen menos de 1,2 centímetros de largo. Con ese tamaño, los fragmentos podrían ser indetectables para el ojo público, pero todavía pueden suponer una sentencia de muerte para animales que los ignoran.
«Por eso estos diminutos fragmentos [plásticos] son tan importantes como las islas flotantes de este material», afirma Brownlow. «Incluso los trocitos más pequeños de plástico son un problema».