Estos murciélagos son asesinados para que la gente beba su sangre
Cada mes, en Bolivia, se venden miles de murciélagos por su sangre, que supuestamente trata la epilepsia y otras afecciones.
No es difícil encontrar murciélagos a la venta en los mercados de Bolivia. Suelen estar guardados en cajas de zapatos, algunas con hasta 20 murciélagos amontonados en las que los vivos sobre los que ya han sucumbido a las enfermedades o el estrés.
Se compran para poder beber sangre fresca de murciélago por sus presuntas propiedades curativas, en especial, según creen, para ayudar a tratar la epilepsia. «La creencia está muy arraigada en nuestra sociedad, sobre todo en los Andes», explica el especialista en murciélagos Luis F. Aguirre, director del centro de biodiversidad y genética de la Universidad de San Simón, en Cochabamba. «Recibo cinco llamadas al día, como mínimo, en las que me piden murciélagos», cuenta.
Aguirre no está en el negocio de la venta de murciélagos al mejor postor. Durante los últimos 20 años, ha trabajado para proteger a los animales como director del Programa de Conservación de Murciélagos de Bolivia, una red de voluntarios y profesionales que investigan y educan a la población sobre las ideas falsas respecto a los murciélagos. Pero como Aguirre es especialista en murciélagos, y como la gente quiere murciélagos vivos, contactan con él con la esperanza de que les proporcione presas frescas.
«Una vez, un boliviano me llamó desde Francia pidiéndome murciélagos», explica. Quería tratar la epilepsia de un niño dándole sangre de murciélago. En aquel caso, y cualquier otro como ese, Aguirre repite lo mismo: que no existen pruebas de que beber sangre de murciélago tenga beneficios médicos y que se opone firmemente a dicha práctica.
Sin embargo, la creencia —y las matanzas— persisten. Oficialmente, la caza de murciélagos es ilegal. La legislación boliviana prohíbe la matanza y la venta de cualquier animal salvaje sin el permiso pertinente, delito punible con hasta seis años de cárcel. Con todo, la investigación que Aguirre y sus colegas publicaron en 2010 determinó que, cada mes, se vendían más de 3.000 murciélagos en solo cuatro grandes ciudades bolivianas. Las especies variaban, pero incluían murciélagos de la fruta, insectívoros y vampiros.
Aguirre afirma que la supervisión regular sugiere que los niveles de ventas siguen estables en la actualidad —e incluso podrían haber aumentado— pese a la mayor atención hacia los delitos contra la vida silvestre y la presión pública para castigarlos. Por email afirma que la única diferencia real es que los murciélagos ya no se exhiben abiertamente como en años anteriores. «Pero no es difícil encontrarlos».
Aunque la caza de murciélagos es ilegal, el derecho a practicar medicina tradicional está respaldado por la legislación. Cuando las prácticas culturales antiguas y la protección de la fauna silvestre están enfrentadas, esta última suele quedar relegada a un segundo puesto, según explica Kate McGurn Centellas, antropóloga de la Universidad de Mississippi que estudia la medicina tradicional del país.
Según Rodrigo Herrera, asesor legal de la Dirección General de Biodiversidad y Áreas Protegidas del Ministerio del Medio Ambiente y Agua de Bolivia, afirma que, hasta la fecha, no hay registros de detenciones relacionadas con la matanza o el comercio de los murciélagos. El gobierno boliviano sostiene que no hay registros oficiales de matanzas de murciélagos y que el único informe relacionado es de un incidente de 2015 en la capital, La Paz, donde se vendían 22 murciélagos de diversas especies para usos medicinales y fueron incautados. Todos los animales murieron más adelante.
“Normalmente, se captura un murciélago con vida, se le corta la cabeza y se bebe la sangre fresca.”
El «poder» de la sangre de murciélago
La creencia de que la sangre de un murciélago sanará a quienes padecen epilepsia es difícil de demostrar o refutar. Según Aguirre, si una persona con epilepsia bebía sangre de murciélago y no sufría convulsiones durante un tiempo pero después sufría una, los defensores de la práctica dirían que el poder de la sangre podría haber desaparecido y que necesitan otro murciélago.
La práctica está impregnada de rituales y los orígenes de los supuestos poderes de la sangre de murciélago siguen siendo confusos. Los bolivianos tienen un profundo compromiso cultural con la medicina tradicional, que puede incluir ofrendas animales y remedios de hierbas. Centella cuenta que, para traer buena suerte a una casa o a un laboratorio científico, por ejemplo, se quema un feto de llama seco y se entierran sus cenizas bajo el edificio. Señala que la sangre también se considera una potente fuerza vital que, si se consume, puede transferir algunas de sus propiedades.
En el caso de los murciélagos, según Centellas, es probable que su valor proceda del hecho de que les consideren una criatura poderosa con características singulares. «Vuelan, pero son mamíferos, no aves. Creen que no encajan realmente en ninguna categoría, esa podría ser la fuente de sus supuestos poderes curativos». En particular, añade que «si consumes sangre de murciélago, quizá puedas equilibrar o corregir lo que se consideraría una perturbación o un desequilibrio en el cuerpo humano, manifestados en forma de convulsiones, o lo que conocemos en el sistema biomédico como epilepsia».
Aguirre explica que, normalmente, se captura un murciélago con vida, se le corta la cabeza y se bebe su sangre fresca. Pero una segunda opción, si el murciélago está ya muerto, consistiría en freír el murciélago todavía con pelo y colocarlo en una bolsa de tela que se empapa de alcohol para bebérselo más adelante, algo parecido al mezcal servido con un gusano dentro de la botella.
Centellas, que no ha presenciado ninguno de los rituales, sostiene que las dos prácticas parecen coincidir con la lógica general y con los enfoques adoptados por otras personas en Bolivia que sí ha observado. Por ejemplo, las serpientes suelen colocarse en alcohol que se bebe posteriormente con la esperanza de que este brebaje aumente la virilidad, la resistencia o la fertilidad, entre otras cosas.
Los mayores asesinos de murciélagos
Los murciélagos vendidos por su sangre —que, según los estudios de mercado de Aguirre, comprenden varias especies de murciélagos de la fruta, murciélagos insectívoros como el murciélago ratonero y murciélagos vampiros— no son lo bastante raros como para que se los considere en peligro de extinción.
Los vendedores de murciélagos en los mercados no son quienes los cazan. Aguirre explica que los intermediarios en los lugares donde se refugian los murciélagos podrían encontrarse con ellos en casas abandonadas, cuevas y áreas forestales. Suelen atrapar a los murciélagos en redes empleadas para capturar mariposas. Los meten en bolsas de tela o cajas para transportarlos a los mercados urbanos.
Rdorigo A. Medellín, codirector del grupo de especialistas en murciélagos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que supervisa el estado de conservación de las especies, explica que, por terrible que parezca para los murciélagos bolivianos, matarlos por su sangre no es el peor de sus problemas.
«La mayor amenaza sigue siendo la destrucción y la perturbación de sus refugios, y la destrucción de hábitat», explicó Medellín, también explorador de National Geographic, en un email. «Tres mil murciélagos al mes, por desgracia, no es nada comparado con la mortalidad provocada por el cambio de hábitat y la destrucción de sus refugios».
Cualquier reducción de la cantidad de murciélagos puede resultar perjudicial para sus ecosistemas, ya que, por ejemplo, son polinizadores de plantas y exterminadores de insectos cruciales. Y la caza oportunista de murciélagos también pone en peligro a las personas.
«A los murciélagos insectívoros se les da muy bien el control de vectores: se alimentan de mosquitos y otros artrópodos que pueden ser portadores de enfermedades o parásitos como la malaria que infecta a las personas», afirma Jonathan Towner, ecólogo de enfermedades en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en Atlanta, Georgia, que se especializa en los patógenos más peligrosos. Con menos murciélagos, hay más bichos, y eso podría aumentar las posibilidades de que la gente se exponga a enfermedades como la fiebre amarilla, el zika o la malaria.
Además, la captura y el forcejeo con los murciélagos también conlleva riesgos directos para la salud. Según Brian Bird, virólogo, veterinario y experto en murciélagos del One Health Institute de la Universidad de California, Davis, la preocupación principal es la rabia. Y un murciélago infectado en una situación de estrés, como que lo metan en una caja con otros murciélagos, podría morder más de lo normal y contagiar la rabia.
Los murciélagos vampiros, que solo viven en Latinoamérica, «son en muchos sentidos los vectores perfectos para la rabia», afirma Gerald Carter, explorador de National Geographic y experto en murciélagos de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus. Beben sangre y la rabia se transmite mediante mordiscos, lo que permite que el virus pase de un murciélago infectado al animal que muerde.
En el caso de los humanos que beben sangre de murciélago, el riesgo de contagiarse de rabia es bajo, ya que el virus es más prevalente en la saliva y tejidos como el cerebro, no en otros fluidos corporales. Sin embargo, según Towner, podría haber otros patógenos —quizá algunos nuevos— en la sangre de murciélago. Añade que, si el murciélago murió por sí solo, debe ser motivo de preocupación: es mucho más probable que un murciélago muerto o enfermo padezca una enfermedad.
Ningún registro oficial ha vinculado la práctica de beber sangre de murciélago a pacientes bolivianos enfermos. Pero quizá se trate de una supervisión mediocre, según sostienen Bird y otros expertos en salud pública. «Cuando matas y bebes la sangre de estos animales, te expones a toda una serie de patógenos conocidos y potenciales», advierte.
Los murciélagos en particular tienen un historial reciente de estar vinculados a virus emergentes con consecuencias graves para las personas, como el ébola, el síndrome respiratorio agudo grave y el virus de Marburgo. En cada caso, un patógeno pasó de su reserva natural (otra especie) a un grupo de personas con escasa exposición previa a él y, en consecuencia, apenas tenían protección inmunológica contra él, lo que permitió que un brote se convirtiera en una crisis grave.
«Son estos raros fenómenos de propagación los que provocan epidemias», afirma Bird. «Aunque las propagaciones son raras, cuando la gente practica actividades de riesgo como el consumo de carne de animales salvajes, las propagaciones se hacen más comunes».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.