Este ave gigante convivió con los homínidos en Europa

Este animal no volador triplicaba en tamaño al avestruz moderno y podría haber servido de alimento para nuestros antiguos parientes europeos.

Por Jenny Howard
Publicado 27 jun 2019, 13:12 CEST
Pachystruthio dmanisensis
El ave gigante no voladora Pachystruthio dmanisensis, que vemos en una ilustración, vivió en la actual región del mar Negro hace casi dos millones de años y podría haber servido como alimento para los primeros parientes de los humanos.
Fotografía de ANDREY ATUCHIN (ILUSTRACIÓN)

Hace casi dos millones de años, hienas gigantes, tigres dientes de sable y camellos vagaban por el continente europeo, y es posible que se toparan con algunos de nuestros parientes primitivos. Ahora, en un hallazgo sorprendente para los paleontólogos, parece que estos mamíferos del Pleistoceno y nuestros parientes homínidos también compartieron sus dominios con un ave que medía más de tres metros y medio.

El descubrimiento, descrito en Journal of Vertebrate Paleontology, es el primero de un ave gigante no voladora que habitó el hemisferio norte. El animal extinto, cuyo nombre científico es Pachystruthio dmanisensis, alcanzaba un peso de 450 kilos, casi el triple que su pariente vivo más cercano, el avestruz.

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«Pensamos en [aves gigantes] en Madagascar, Nueva Zelanda y Australia, pero estas son pruebas muy sólidas de que también estaban presentes en la región europea», afirma Helen James, comisaria de aves en el Museo Smithsonian de Historia Natural, que no participó en el nuevo estudio.

James Hansfor, paleontólogo del Instituto de Zoología de Londres y experto en las aves elefantes extintas de Madagascar, sostiene que el hallazgo de fósiles de aves gigantes extintas es insólito en todo el mundo. Por lo tanto, el descubrimiento aporta una información nueva y valiosa a lo que ya sabemos de las vidas e interacciones de otras especies.

Las pistas obtenidas del paisaje —y de yacimientos arqueológicos cercanos— también sugieren que la Pachystruthio no voladora era un alimento sabroso para el pariente humano Homo erectus. Al fin y al cabo, a los hambrientos humanos de Nueva Zelanda les empezó a gustar tanto otro grupo de aves grandes no voladoras, las moas, que estas se extinguieron solo 120 años después de su llegada a la isla.

El fémur de la suerte

El fósil de ave descrito en el estudio se descubrió el verano pasado en la cueva de Taurida, un filón de huesos de animales primitivos descubierto en 2018 durante la construcción de una autopista en Crimea, la región del mar Negro que actualmente se disputan Ucrania y Rusia. El hueso del muslo del ave —su fémur— figuraba entre los restos de la denominada «Madriguera de Hienas» de la cueva, que se llama así por la gran cantidad de huesos de hienas gigantes que contiene.

Descubrir un solo hueso de este ave es insólito, como dice James, porque se esperaría encontrar el esqueleto entero si el animal hubiera fallecido en ese lugar. Un depredador podría haber arrastrado el hueso hasta la cueva, pero resulta difícil saber con total certeza qué ocurrió.

Con todo, el estado de conservación del fémur es increíble, lo que permitió a los científicos comparar el fósil con fémures de otras aves similares a los avestruces e identificarla como un género nuevo, Pachystruthio.

El «grosor de los huesos fue un rasgo fundamental para distinguirlos», explica por email Nikita Zelenkov, líder del estudio y paleontólogo del Instituto Paleontológico de la Academia de Ciencias de Rusia. La integridad del fémur también permitió a los científicos estimar la altura y el peso del ave basándose en la longitud del hueso.

¿Un aperitivo gigante?

La nueva ave es «extraordinaria para Europa; no es la más grande del mundo, pero sí es la campeona europea», afirma Hansford. Solo dos aves elefante de Madagascar, la Vorombe titan y la Aepyornis maximus, superan en tamaño a esta antigua gigante.

La Pachystruthio tenía huesos más largos y esbeltos en las patas que las aves elefante y las moas extintas y que nos desvelan cómo se desplazaba el ave. La «diáfisis recta [del hueso] quiere decir que era un ave mucho más pesada y lenta, probablemente más rápida que algunas de las aves elefante, pero no tan rápida como el avestruz moderno», afirma. A diferencia de otras gigantes extintas, la Pachystruthio vivió junto a hienas y dientes de sable, por lo que la velocidad habría sido importantísima para huir de los depredadores.

Las similitudes de los huesos de los animales hallados en la cueva de Taurida y en el cercano yacimiento de Dmanisi, en Georgia, sugieren que este ave gigante también convivió con el Homo erectus, que vivía en los alrededores. Basándose en los huesos hallados en Dmanisi, donde también se halló el esqueleto de homínido más antiguo de Europa, los investigadores creen que la Pachystruthio se desplazó hasta la región del mar Negro desde Transcaucasia.

El Homo erectus había empezado a migrar hacia Europa durante este periodo de principios del Pleistoceno, y las piedras kársticas de la cueva de Taurida y otros elementos del paisaje circundante coinciden con los entornos de las trayectorias migratorias que siguieron estos parientes humanos primitivos.

Zelenkov admite que su equipo de investigación no halló pruebas directas en el hueso de la pata ni en otros huesos de la cueva que confirmasen que el H. erectus cazaba estas aves gigantes. Con todo, el descubrimiento aporta pruebas nuevas y tentadoras de lo que podrían haberse encontrado —y comido— estos homínidos extintos a medida que se desplazaban por el continente.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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