CITES amplía la protección del tiburón marrajo frente a la explotación comercial
En la Conferencia de las Partes de CITES en Ginebra, los países han decidido proteger al tiburón marrajo, especie en peligro de extinción, del comercio.
Una propuesta para fortalecer las protecciones de los marrajos, cazados por su carne y sus aletas, se ha aprobado tras una votación secreta con 102 votos a favor y 40 en contra en la cumbre sobre el comercio internacional de especies silvestres. La votación aún debe refrendarse en la sesión plenaria final, cuando se adoptarán oficialmente todas las propuestas de cambios a los apéndices aprobadas en comité.
La propuesta, debatida en la Conferencia de las Partes de CITES este año, clasifica a los marrajos en el Apéndice II. Esto quiere decir que solo se puede comerciar con ellos si se demuestra que dicha pesca no supone una amenaza para sus posibilidades de supervivencia. Los tiburones no gozaban de la protección de CITES, el tratado que rige el comercio internacional de especies silvestres. Los conservacionistas afirman que esta es nuestra última oportunidad para impedir el colapso de las poblaciones de marrajos.
«Incluir a los marrajos en el Apéndice II de CITES es una noticia fantástica para la conservación de los tiburones», afirmó Elizabeth Murdock, directora de la Pacific Ocean Initiatve del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales. «Que CITES proteja a estos tiburones proporciona a estos depredadores vulnerables una oportunidad de luchar».
Más de 50 de los 183 miembros de CITES firmaron como partidarios de la propuesta planteada por México, una cifra récord de apoyos entre todas las reuniones trienales de CITES desde su promulgación en 1973. (La propuesta para incluir a los peces cuña en el Apéndice II también batió récords este año, con el respaldo de más de 60 países.) Durante el debate, el representante de México declaró que las poblaciones de marrajo «se encuentran al borde del colapso, y no es ninguna exageración».
Sin embargo, los conservacionistas temían que la oposición de algunos países con sectores considerables de pesca de marrajo —principalmente Estados Unidos, Canadá y Japón— inclinara la balanza. Japón se opuso a la propuesta durante los debates y Estados Unidos anunció posteriormente que había votado no.
«La población no está afectada por la sobrepesca», declaró el representante de Japón durante el debate, que añadió que su inclusión en el Apéndice II supone una aplicación «negligente» de los criterios de CITES.
Según Matt Collis, director de política internacional del International Fund for Animal Welfare (IFAW), en el pasado Estados Unidos y otros países han apoyado la inclusión de otras especies de tiburones en los apéndices de CITES, pero no en este caso, ya que sus intereses comerciales están en juego. «Muchos de estos países estaban conformes con la inclusión de especies de tiburones si no estaban demasiado implicados en su pesca», afirma. «Pero cuando les piden que sean responsables en lugar de pedir a otros que sean responsables, están menos dispuestos a asumir esa responsabilidad».
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que determina el estado de conservación de las especies, declaró hace poco a ambas especies de marrajo en peligro de extinción a nivel internacional y al de aleta corta en peligro crítico de extinción en el Mediterráneo, citando un descenso de entre un 50 y un 79 por ciento de su población en tres generaciones, o el equivalente a unos 75 años.
Los tiburones marrajos —también denominados «guepardos del océano» por su velocidad— viven principalmente en alta mar, «fuera de la jurisdicción de un país concreto», afirma Luke Warwick, director adjunto del programa de tiburones y rayas de la organización sin ánimo de lucro Wildlife Conservation Society. Por eso dice que «ha sido una batalla campal enorme por todo el mundo, para capturar tanto como puedas».
Suelen cazarlos por sus aletas, empleadas para elaborar sopa de aleta de tiburón, un plato que es símbolo de posición social en algunos países asiáticos —sobre todo en China— y que suele servirse en las bodas como señal de respeto por los invitados. Su carne es más comestible que la de otros tiburones, que suele ser ácida y normalmente se vende como subproducto del comercio de aletas por «una miseria», afirma Shawn Heinrichs, fundador de la organización de conservación marina Blue Sphere Foundation.
Los marrajos están en peligro, pero también son valiosos a nivel comercial. La cuestión fundamental de este debate sobre si aumentar su protección llega al núcleo mismo de CITES: es decir, ¿existe este tratado para proteger a las especies silvestres o para comerciar con especies silvestres?
«Existe tensión constante entre si es un tratado comercial o de conservación», afirma Collis. «Nuestra respuesta siempre es que es un tratado de conservación. Aunque su función consiste en regular el comercio, su objetivo es garantizar que el comercio internacional no resulte perjudicial para la supervivencia de estas especies... No todos están de acuerdo con nosotros [en que es un tratado de conservación]».
Debido a la sobrepesca de marrajos jóvenes, que reduce el rendimiento reproductivo futuro, y las muertes naturales de hembras maduras en las tres últimas décadas, aunque la pesca se detuviera de inmediato, la población del Atlántico norte seguiría descendiendo hasta el 2035, como mínimo, según el grupo de especies de tiburones de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico.
Una de las críticas planteadas respecto a la propuesta era la falta de datos sobre las poblaciones de marrajos, pero se trata de un problema habitual en animales que viven en mar abierto, según Heinrich.
«¿Cómo cuentas los peces del océano?».
En adelante, Warwick afirma que estas nuevas protecciones «reforzarán» las iniciativas para proteger a los marrajos.
«Los tiburones son especies silvestres vulnerables y, de nuevo, los gobiernos miembros de CITES han dado un paso adelante y lo han reconocido mediante su inclusión en el Apéndice II de CITES», afirma. «Se está cobrando impulso para garantizar que estas especies —que han existido durante 400 millones de años— sigan existiendo para las generaciones futuras».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.