Las amistades entre murciélagos vampiros son muy parecidas a las humanas
Un nuevo estudio sugiere que estos mamíferos hematófagos entablan amistad poco a poco y van estrechando lazos con el paso del tiempo, llegando a establecer vínculos que pueden salvarles la vida.
Una nueva investigación sugiere que los murciélagos vampiro entablan amistades como las personas: empiezan poco a poco y estrechan lazos con el paso del tiempo hasta establecer vínculos que pueden salvarles la vida.
Ya se sabía que estos murciélagos sociales, autóctonos de Centroamérica y Sudamérica, mantienen relaciones durante décadas, pero los científicos desconocían dónde empezaban estas conexiones.
Un nuevo estudio publicado el 19 de marzo en Current Biology demuestra que los únicos mamíferos hematófagos del mundo empiezan a desarrollar confianza con individuos desconocidos mediante el acicalamiento y más adelante regurgitan sangre para compartirla, un acto altruista para una especie que tiene que comer cada tres días. Es más, compartir sangre suele ser algo recíproco, ya que es más probable que los murciélagos proporcionen comida a un compañero que ya la haya compartido con ellos.
«En las relaciones entre murciélagos vampiros, observamos que el historial de interacciones y el entorno social importaban», explica Gerry Carter, líder del estudio y ecólogo conductual de la Universidad del Estado de Ohio.
La investigación respalda la teoría RTS (raising the stakes) del campo de la ecología, una teoría relativamente nueva que sostiene que los animales desconocidos «tantean el terreno» del altruismo primero con comportamientos de bajo coste (como limpiarse el pelo) y van progresando hacia inversiones más costosas (en este caso, compartir comida).
La teoría, propuesta por primera vez en 1998, podría aplicarse a otros animales sociales, entre ellos los humanos.
Por eso, según él, estudiar a estos hematófagos sociales podría revelar información sobre las complejidades de las amistades humanas.
Hermanos de sangre
Para estudiar cómo surgen estos vínculos, Carter y sus colegas capturaron 27 vampiros comunes (Desmodus rotundus), una de tres especies conocidas, en dos lugares distantes de Panamá. Los murciélagos, que están activos por la noche, corren por el suelo y se acercan a sus presas a cuatro patas. Los dientes afilados atraviesan de forma indolora la vena de la víctima (normalmente ganado vacuno u otro animal de gran tamaño), de modo que pueden lamer la sangre con la lengua.
En el laboratorio, los científicos colocaron a los murciélagos en parejas, con uno de cada lugar de Panamá, o en grupos mixtos reducidos. A continuación, retiraron la comida a uno de los murciélagos y observaron cómo interactuaba con sus compañeros.
Tras 15 meses juntos, aparecieron algunos patrones. Muchos de los desconocidos entablaron relaciones de acicalamiento, pero muchos menos murciélagos compartieron sangre a través de la regurgitación.
El acicalamiento siempre venía antes de compartir la comida entre desconocidos. Y en los que sí regurgitaban la comida para otros, el acicalamiento mutuo se intensificaba antes del primer intercambio de sangre y después se estabilizaba.
Es más, era más probable que se formaran relaciones entre desconocidos cuando había murciélagos conocidos cerca. Cuando introducían a los murciélagos en parejas aisladas, entablaban relaciones con más rapidez y frecuencia que cuando estaban en grupos grandes.
Subir la apuesta
La teoría RTS («subir la apuesta» o raise the stakes en inglés) es sencilla e intuitiva. Tom Sherratt, cocreador del modelo y biólogo de la Universidad de Carleton en Ottawa, Canadá, explica que uno no quiere invertir mucho en ayudar a alguien que no va a devolverte la ayuda.
«Pones a prueba la fiabilidad de tu posible compañero haciendo una inversión pequeña al principio y después viendo si es recíproca», afirma Sherratt. Si no lo es, no se forma una relación y no pasa nada.
«Es una estrategia sólida, porque significa que puedes progresar hacia una relación de confianza, pero tampoco pierdes demasiado si te encuentras con un individuo que no coopera».
Con todo, demostrar esta teoría en animales ha sido complicado. Sherratt, que no participó en el estudio de los murciélagos, explica que para detectar este patrón habría que introducir a extraños al azar y supervisar qué ocurre en un periodo de tiempo prolongado, que es precisamente lo que Carter y sus colegas consiguieron hacer en este caso.
Quid pro quo
Carter añade que, aunque quizá a algunas personas no les guste reconocerlo, la reciprocidad también es una parte fundamental de las relaciones humanas.
«Las amistades humanas tienen expectativas e imprevistos sutiles, pero a nadie la beneficia explicitarlos», afirma.
Imagínatelo de este modo: «¿Qué ocurriría si uno de tus amigos no fuera fiable en absoluto? Si tú eres el que invierte todo y nunca recibes nada, ¿cuánto tardarás en alejarte de esa relación y construir otras?», pregunta Carter.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.