El estudio del proyecto «Cat Tracker» revela los movimientos de 900 gatos domésticos

Saber a dónde van los gatos cuando salen de casa es importante para mantener a salvo tanto a estos felinos como a la fauna silvestre autóctona.

Por Jonathan Losos
Publicado 12 mar 2020, 12:27 CET
Gato
Cada gato del estudio llevó un arnés con un dispositivo GPS durante una semana para rastrear sus movimientos.
Fotografía de Heidy Kikillus

El objetivo del proyecto internacional Cat Tracker era simple: descubrir a dónde van los gatos domésticos cuando salen de casa. Los investigadores han intentado abordar este tema en el pasado, siguiendo a los gatos a pie (buena suerte) o colocando transmisores por radio en los collares de los gatos, pero Cat Tracker se distingue por su escala: casi mil gatos en cuatro países llevaron dispositivos GPS durante una semana para desvelar cuánta distancia abarcan y a dónde van.

Seis años después, los resultados se han publicado en la revista Animal Conservation, en un informe en el que el equipo de Cat Tracker recopiló datos en varios continentes para determinar que, en la mayoría de los casos, los gatos prefieren su hogar.

«Me sorprendió lo poco que se movían estos gatos. La mayoría pasaba todo el tiempo a 100 metros de su jardín», afirma Roland Kays, autor principal del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte. Aunque es una buena noticia que la mayoría de los gatos no se adentren en zonas naturales, el estudio sí revela que los gatos domésticos pueden causar estragos ecológicos y ponerse en peligro a sí mismos.

Michael Cove, experto en gatos del Instituto de Biología de Conservación del Smithsonian que ha estudiado los efectos de los gatos callejeros y los que vagan sin supervisión en mamíferos pequeños en peligro de extinción en los cayos de Florida, alaba el estudio y lo describe como «todo un logro».

«No conozco ningún estudio que haya examinado la ecología espacial de tantos gatos domésticos individuales ni de ninguna especie doméstica, de hecho», afirma.

Trayectos largos y cortos

Katniss Everdeen (un gato de pelo largo, ojos azules y de un año de Durham, Carolina del Norte) fue un participante típico. Como la mayoría de los gatos del estudio, permaneció principalmente en su casa y en la parcela forestada que hay tras ella. Sin embargo, sí hizo varias visitas a los complejos de apartamentos a ambos lados de la casa y cruzó la carretera de dos carriles frente a su casa en tres ocasiones. En una ocasión, caminó más de 135 metros hasta un aparcamiento industrial. La unidad GPS fijada a su arnés registró su ubicación cada tres minutos y reveló un área de distribución de aproximadamente 1,6 hectáreas.

De hecho, Katniss deambuló algo más que la mayoría. Más de la mitad de los gatos permanecieron dentro de una superficie de poco más de una hectárea.

Sin embargo, eso no quiere decir que todos los gatos fueran holgazanes. El siete por ciento abarcó más de 10 hectáreas y varios gatos presentaron áreas de distribución enormes. El récord de superficie lo batió Penny, una hembra joven a las afueras de Wellington, Nueva Zelanda, que vagó sobre las colinas que había tras su casa y abarcó un área de 7,8 kilómetros cuadrados.

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    Otro gato destacado fue un macho castrado del sudoeste de Inglaterra cuyos paseos no se parecían a los de ningún otro gato del estudio. Max caminó por la carretera de la aldea de St. Newlyn East a Trevilson, una distancia de más de 1,6 kilómetros, y después se dio la vuelta y volvió a casa. Se desconoce por qué hizo este trayecto de ida y vuelta en dos ocasiones durante los seis días de rastreo.

    El estudio determinó que, salvo por estos exploradores intrépidos, la mayoría de los gatos domésticos presentaban áreas de distribución mucho más pequeñas que los gatos callejeros y que especies silvestres como los ocelotes. La explicación parece obvia: las mascotas son alimentadas en casa y no tienen necesidad de explorar a lo largo y ancho para buscar su próxima comida. Asimismo, la mayoría de los gatos domésticos estaban castrados o esterilizados, así que no sentían el impulso de buscar pareja.

    «Sin las motivaciones de la comida y el sexo, la mayoría de los gatos se conformaban con quedarse en casa», afirma Kays.

    Los investigadores esperaban descubrir diferencias en los viajes de los gatos de países diferentes. Tenían la teoría de que en Estados Unidos, por ejemplo, la presencia generalizada de coyotes podría impedir que los gatos se alejen de la seguridad del hogar. Pero lo cierto es que los gatos se quedaron cerca de sus casas en todas partes, aunque las áreas de distribución de los gatos australianos eran más pequeñas que los de otros países. «Los gatos son universalmente vagos», concluye Kays.

    Entre otras conclusiones del estudio se incluye que los machos viajan más que las hembras, los gatos intactos más que los castrados o esterilizados, los jóvenes más que los mayores, y los de campo más que los urbanos.

    Cazadores al acecho

    En los últimos años ha aumentado la preocupación por la factura que pasan los gatos a las poblaciones de reptiles, aves y otra fauna silvestre. Los datos por GPS son útiles, ya que no solo demuestran la amplitud de los paseos de los gatos, sino también qué tipo de lugares visitan. En todos los países, tres cuartos de los gatos pasaban casi todo el tiempo en jardines traseros o en otros lugares modificados por los humanos. La primera impresión es que esto podría ser una buena noticia: ¿cuántos problemas puede causar un gato en un patio o en unos parterres? Sin embargo, el estudio indica que al concentrar su caza en una zona restringida, los gatos pueden repercutir de forma desmesurada en las poblaciones locales de fauna silvestre. Teniendo en cuenta la gran cantidad de gatos domésticos (casi 100 millones en Estados Unidos en el último recuento), esas repercusiones locales se van sumando y equivalen a un impacto total enorme.

    «Las zonas urbanas tienen especies silvestres que ya se ven afectadas por el desarrollo humano y la fragmentación del paisaje», afirma Troi Perkins, uno de los autores del estudio, que gestionó la recopilación de datos cuando era estudiante universitario en la Universidad del Estado de Carolina del Norte.

    «Cuantos más gatos domésticos haya al aire libre, más estrés y víctimas se producirán entre las especies locales de fauna silvestre. El impacto ecológico de los gatos domésticos que deambulan al aire libre puede ser aún más nefasto cuando hay especies silvestres amenazadas o en peligro de extinción en los alrededores», afirma.

    Los peligros del mundo exterior

    Casi el 10 por ciento de los gatos abandonaron su jardín y pasaron la mayor parte del tiempo en hábitats naturales. Estos felinos, que recorren bosques y humedales, no solo podrían cazar especies que no están presentes en paisajes dominados por los humanos, sino que también podrían acabar en el otro extremo de la relación depredador-presa, ya que se sabe que los coyotes y los dingos pueden depredar gatos.

    La investigación respaldó otro peligro al que se enfrentan los gatos: los coches. El gato medio cruzó la carretera cuatro veces y media durante los seis días del rastreo. «Mucha gente, al recibir los datos de sus gatos, se preocupó más por que cruzaran carreteras que por sus repercusiones en la fauna silvestre», afirma Heidy Kikillus, líder del equipo de Nueva Zelanda. De hecho, cuando volvió a comprobar a los gatos meses después de terminar el rastreo, varios gatos habían sido atropellados.

    Aunque el estudio del proyecto Cat Tracker nos ha aportado más información sobre las vidas externas de los gatos domésticos, los investigadores afirman que aún queda mucho por aprender. Saber a dónde van los gatos es un avance importante, pero para entender bien su impacto en el medio ambiente y su vulnerabilidad a las amenazas necesitamos saber qué hacen en realidad.

    Las cámaras gatunas que graban vídeos desde el punto de vista del gato son una forma de saber a qué se dedican estas mascotas. Un enfoque complementario consiste en utilizar la tecnología desarrollada para estudiar la velocidad que alcanzan los guepardos cuando corren. «Estamos trabajando en nuevas tecnologías que combinen GPS de más resolución con acelerómetros para cartografiar de forma precisa los comportamientos de los gatos, específicamente dónde cazan y con qué frecuencia lo hacen», afirma Kays.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
    Jonathan Losos es un profesor universitario distinguido de la Universidad de Washington en San Luís y director de Living Earth Collaborative, una asociación de biodiversidad entre la universidad, el Zoo de San Luís y el Jardín Botánico de Misuri. Ha dedicado su carrera a estudiar la ecología evolutiva de los lagartos, pero es un amante de los gatos y actualmente está escribiendo un libro sobre el estudio científico de los gatos domésticos.
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