Los cuervos urbanos tienen el colesterol alto
Con todo, no está del todo claro si la «comida humana» es necesariamente perjudicial para las aves urbanas.
De niña, a Andrea Townsend le encantaba alimentar a los gorriones y los carboneros de su jardín, pero se preguntaba si lo que hacía era beneficioso para los pájaros.
Actualmente, Townsend es ornitóloga del Hamilton College en Clinton, Nueva York, y aún le preocupa la dieta de las aves. Normalmente, les da alimentos naturales, como cacahuetes sin sal, pero para su investigación ha probado un plato popular entre los humanos: hamburguesas con queso.
En un estudio publicado en la revista The Condor, Townsend y su equipo demostraron cómo afecta la vida urbana a la salud de los cuervos americanos (incluido su colesterol) y qué ocurría en una población rural cuando las hamburguesas empezaban a formar parte de su dieta.
Pedidos de 100 hamburguesas a McDonald’s
Como otra fauna urbana, los cuervos sobreviven en parte consumiendo nuestra comida. A menudo, eso quiere decir comer cualquier cosa que encuentren en la basura, como alimentos procesados que no están presentes en la naturaleza.
Estudios previos han determinado que la fauna silvestre de zonas urbanas o muy turísticas, como los gorriones comunes y las iguanas de roca respectivamente, presenta niveles de colesterol elevados.
Townsend decidió descubrir si los cuervos urbanizados también tenían niveles de colesterol más altos que sus parientes rurales.
Primero, el equipo analizó a 140 polluelos de cuervo en Davis, California, en un gradiente que pasó de lo urbano a lo rural en un periodo de tres años. Cuanto más urbana era el ave, más alto era su colesterol.
A continuación, suplementaron la dieta de una población de cuervos del Clinton rural, en Nueva York, con comida humana alta en colesterol: hamburguesas con queso. Para hacerlo hicieron pedidos de más de 100 hamburguesas cada vez en McDonald’s.
«Pensaban que estábamos de broma», afirma Townsend.
Los cuervos de la zona de Clinton consumían cada día tres hamburguesas que los investigadores colocaban bajo los árboles donde anidaban. Algunos adultos llevaban las hamburguesas a sus crías, mientras que otros se las comían o las almacenaban.
Comparando el colesterol y las tasas de supervivencia de los cuervos que comían hamburguesas con los cuervos de lugares próximos que no consumían comida rápida, el equipo determinó que los niveles de colesterol no tenían un efecto detectable en la supervivencia de las aves.
Sin embargo, independientemente de sus niveles de colesterol, las aves urbanas sí presentaban tasas de supervivencia inferiores a las de las aves rurales. Se desconoce por qué a las aves urbanas no les va tan bien, aunque podría deberse a varios factores, como colisiones con coches, enfermedades, depredadores y alimentos de mala calidad.
De hecho, los polluelos que estaban a punto de emplumecer que presentaban niveles de colesterol superiores tras haber consumido una dieta con muchas hamburguesas tenían una mejor condición corporal que sus parientes rurales. Con todo, la condición corporal en el sentido científico solo quiere decir que las aves pesaban más para su tamaño.
«Básicamente, si es un cuervo regordete, se considera una buena condición», afirma Townsend, que indica que esta definición puede ser objeto de debate.
Townsend aclara que, en dosis pequeñas, el colesterol es bueno: es fundamental para el funcionamiento del cuerpo y forma parte de la estructura de las células, ya que actúa como precursor de las hormonas y componente de la bilis, que descompone la grasa. En exceso, se asocia con enfermedades.
En el caso de los humanos, el colesterol solo toma el mando, por así decirlo, en etapas posteriores de la vida en forma de enfermedad cardiovascular. Los cuervos, «que pueden vivir más de 15 años en estado silvestre, podrían desarrollar una enfermedad más adelante», según Towsend, pero habrá que seguir investigándolo.
Animales urbanos
Kaeli Swift es investigadora posdoctoral de la Universidad de Washington y ha pasado años observando el comportamiento de los cuervos. Swift, que no participó en el estudio, afirma que los investigadores hicieron un trabajo excelente por demostrar que la abundancia de «comida humana» en paisajes urbanos no perjudica a los cuervos, al menos no a corto plazo.
No quiere decir que las hamburguesas con queso deban estar presentes en su dieta. Townsend explica que si alimentas a los cuervos, lo preferible es darles algo tan natural como sea posible, ya que no pretende desalentar esta práctica.
«Creo que ya existe una cultura de dar comida basura a la fauna silvestre», añade Swift.
Según ella, el estudio es una valoración más profunda de cómo repercutimos en los animales con los que compartimos un espacio. Los cuervos y otros moradores urbanos son los animales «que prosperan con nosotros y a los que atraemos», y es importante conocer cómo les afecta lo que compartimos con ellos.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.