Las poblaciones de muchas especies de peces de agua dulce han disminuido un 76 por ciento en menos de 50 años
Según un nuevo estudio, las poblaciones de peces migratorios de agua dulce están desplomándose más rápido que las especies migratorias terrestres y marinas.
Como muchos peces migratorios, el salmón real (Oncorhynchus tshawytscha) está amenazado por la sobrepesca, la degradación del hábitat y las presas que bloquean su ruta migratoria desde el mar a sus zonas de desove río arriba.
Un nuevo informe realizado por una coalición de organizaciones medioambientales ha demostrado que los peces migratorios de agua dulce son unos de los animales más amenazados del planeta.
La evaluación global, descrita como la primera de su tipo, ha determinado que las poblaciones de peces migratorios de agua dulce han disminuido un 76 por ciento entre 1970 y 2016, un ritmo de descenso más pronunciado que el de las especies migratorias marinas y terrestres.
«Creemos que los peces migratorios de agua dulce podrían correr más peligro» de lo que indica el drástico descenso del informe, indica Stefanie Deinet, autora principal del informe y miembro de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL, por sus siglas en inglés). «Si añadimos la falta de información de regiones tropicales donde han aumentado las amenazas como la pérdida y degradación del hábitat, la sobreexplotación y el cambio climático, no cabe duda de que la curva de pérdida se inclinará hacia abajo».
La anguila europea en peligro crítico de extinción (en la foto, un ejemplar en un río de Francia) emprende la que podría ser la migración más larga de cualquier pez, un viaje de ida y vuelta de hasta 16 000 kilómetros desde el mar de los Sargazos hasta los ríos europeos. Se encuentra en peligro por las estaciones hidroeléctricas de bombeo, la contaminación y la pesca.
El estudio, publicado el martes en la página web de la World Fish Migration Foundation, una organización de conservación sin ánimo de lucro, se basa en el Living Planet Index, una base de datos de la biodiversidad global gestionada por la ZSL y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Determina que Europa ha sufrido el mayor descenso de peces migratorios de agua dulce —con poblaciones que han mermado la friolera de un 93 por ciento en las cinco últimas décadas—, seguida por Latinoamérica y el Caribe con un descenso de un 84 por ciento. (No solo son los peces: las poblaciones de la megafauna de agua dulce también sufren descensos pronunciados.)
Viajes épicos
Casi la mitad de las más de 30 000 especies de peces del mundo vive en agua dulce y muchas de ellas —quizá la mayoría— migran entre hábitats para reproducirse y alimentarse. Algunas, como el salmón, se desplazan del mar a los ríos para desovar; otras, como la anguila europea, maduran en agua dulce, pero desovan en el océano. También existen muchas especies de peces potamódromos, que migran estrictamente en hábitats de agua dulce. Entre ellos figuran el bagre dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) que realiza un viaje épico de ida y vuelta desde los Andes hasta la desembocadura del Amazonas, una distancia de 11 500 kilómetros.
Las migraciones de peces tienen diversas funciones en el ecosistema, como el transporte de larvas y nutrientes esenciales de un lugar a otro. Muchas poblaciones humanas dependen de las migraciones predecibles de peces para subsistir u obtener ingresos.
«Los peces migratorios son de vital importancia para nuestras economías y nuestros ecosistemas, pero se les pasa por alto a menudo», explica Herman Wanningen, ecólogo acuático y director creativo de la World Fish Migration Foundation en Groninga, Holanda.
El informe apunta a la degradación, alteración y pérdida de hábitat como la mayor amenaza para todos los peces migratorios. Cada vez más presas y otras barreras fluviales impiden que los peces alcancen sus terrenos de reproducción o alimentación, lo que altera sus ciclos vitales. Es más, el año pasado, un estudio demostró que solo un tercio de los grandes ríos del planeta fluyen libremente.
Esto podría explicar por qué Europa, que tiene menos grandes ríos sin presas, ha sufrido una caída tan pronunciada. Un grupo de peces migratorios de Europa, los esturiones, ha caído más de un 90 por ciento desde 1970, la mayor disminución entre las casi 250 especies analizadas en el informe. De las seis especies de esturión que nadaban históricamente en el Danubio, se cree que al menos una se ha extinguido y las otras se clasifican como especies en peligro crítico de extinción. (Lee acerca de otro pez migratorio, el pez espátula del Yangtsé, que fue declarado extinto a principios de 2020.)
Las especies invasoras, las enfermedades, la contaminación y la sobrepesca son otras grandes amenazas para los peces migratorios.
El esturión estrellado, una especie en peligro crítico de extinción, ha desaparecido de gran parte de su área de distribución autóctona en la región del Cáucaso. Los esturiones, que han sido objeto de la pesca intensiva por sus huevas y cuyas rutas migratorias están bloqueadas por presas, son el grupo de peces más amenazado del mundo.
Los investigadores también advierten que el cambio climático pasará factura. En Australia, la ceniza de los incendios de 2019 y 2020 ha desembocado en los ríos y matado a muchos peces. El año pasado, podrían haber muerto hasta tres millones de peces cuando una sequía provocó que el río Darling se secara.
«Si analizas estos sistemas fluviales que ya están sobredesarrollados y después le sumas el cambio climático, tienes un problema enorme», señala Lee Baumgartner, ecólogo de peces de agua dulce en la Universidad Charles Sturt en Albury, Australia, que contribuyó al informe.
Peces gigantes
A diferencia de Europa, el estudio reveló un descenso menos pronunciado de las poblaciones de peces migratorios de Norteamérica. En este caso, el descenso desde 1970 era de un 26 por ciento, pero los investigadores advierten que podría deberse a que muchas poblaciones de peces norteamericanos ya habían colapsado antes de ese año.
En grandes partes del resto del mundo —como África, Sudamérica y Asia—, la falta de información dificulta calibrar de forma precisa la situación de los peces migratorios. «Frente a las aves migratorias, por ejemplo, conocemos muy poco de los peces migratorios», afirma Wanningen. «Cuesta saber qué ocurre bajo el agua».
Zeb Hogan, ictiólogo de la Universidad de Nevada en Reno y coautor del estudio, sospecha que el descenso de las poblaciones de peces migratorios de Asia en particular es mucho peor de lo que indica el informe. Pone como ejemplo el río Mekong, que surca seis países de Asia Meridional y que alberga unas de las especies de peces de agua dulce más grandes del mundo. La mayoría son migratorias y muy vulnerables a las presas y las sobrepescas.
«Debido a la falta de datos, estos peces no se han incluido en el informe, pero las caídas de sus poblaciones han sido catastróficas», dice Hogan, que también es explorador de National Geographic y dirige un proyecto de investigación financiado por USAID llamado Wonders of the Mekong.
Un estudio de ese proyecto publicado el mes pasado en la revista Water desveló que varias de las especies gigantes de peces migratorios del Mekong prácticamente han desaparecido. El bagre gigante del Mekong, que puede alcanzar un peso de 300 kilogramos, se encuentra al borde de la extinción en estado silvestre.
Algo positivo es que el informe demuestra que, cuando los peces migratorios no sufren amenazas, sus poblaciones tienden a aumentar. Asimismo, las especies que han recibido algún tipo de intervención de conservación —como las restricciones pesqueras, la retirada de presas o protecciones legales— han descendido mucho menos que las que no.
El informe defiende la necesidad de un plan de recuperación urgente que incluye permitir que los ríos fluyan de forma más libre y natural, mejorar la conexión entre ríos y otros cursos de agua, reducir la contaminación y la sobrepesca y proteger los humedales. También exige un mejor estudio científico de las especies, campañas que inspiren la voluntad política y del público para proteger a los animales de agua dulce e invertir en alternativas sostenibles a las presas hidroeléctricas.
«Salvar a los peces migratorios no exige grandes inversiones financieras necesariamente, sino cambios en las prácticas actuales», explica Baumgartner. «Esperamos que el informe sirva de llamada de atención a los gobiernos y a quienes toman las decisiones para que actúen antes de que sea demasiado tarde».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.