¿Qué está matando a los elefantes de Botsuana? Estas son las principales teorías
Las autoridades del país tratan de desentrañar la causa de la muerte de más de 280 elefantes.
En Botsuana, han muerto cientos de elefantes por causas desconocidas en los últimos meses.
Caminan en círculos y parecen mareados antes de caer muertos, a veces de bruces. Nadie sabe por qué. En los últimos meses, cientos de elefantes han muerto en Botsuana, algunos con estos síntomas.
El extraño comportamiento y la gran cantidad de muertes sugieren que es improbable que se deba a enfermedades conocidas que afectan a los elefantes salvajes, como la tuberculosis. Los elefantes aún conservan sus colmillos, así que eso descarta la caza furtiva de marfil. Con todo, el número de víctimas sigue aumentando. Las autoridades de Botsuana han verificado que han muerto 281 elefantes desde marzo de 2020; según las ONG de conservación, el número de muertes es aún mayor.
«Desde la perspectiva de la población, no es grave, aunque hayan muerto muchos elefantes. Sin embargo, es importante que haya un diagnóstico para asegurarnos de que no hay delito. Eso sí sería un problema para la población si no se aborda», explica Markus Hofmeyr, veterinario de fauna silvestre y exdirector de servicios veterinarios del Parque Nacional de Kruger.
Botsuana, que alberga una población estimada de 130 000 elefantes de sabana, es uno de los últimos bastiones de la especie en África, donde la caza furtiva de marfil ha sido responsable de la merma de las poblaciones a solo 350 000 ejemplares. Los animales fallecidos en Botsuana vivían en un tramo de aproximadamente 2600 kilómetros cuadrados en una zona remota al nordeste del delta del Okavango, donde se estima que viven 18 000 elefantes, 16 000 personas y 18 000 reses.
Según los veterinarios y expertos en fauna silvestre entrevistados por National Geographic, así como un examen de las muertes masivas de elefantes en el pasado, existen varias causas posibles como la ingestión de bacterias tóxicas en el agua, el carbunco (o ántrax), el envenenamiento por humanos, una infección viral transmitida por roedores o un microbio patógeno. También podría ser una combinación de estas causas, sobre todo si están implicados los factores ambientales, como las precipitaciones tardías e intensas de este año tras años de sequía.
El gobierno de Botsuana, que está investigando estas muertes misteriosas, anunció en una conferencia de prensa el 10 de julio que ya tiene los resultados preliminares de un análisis de un laboratorio de Zimbabue, pero está esperando a que haya respuestas concluyentes para compartirlos con el público.
«Estamos a la espera de más resultados de otro laboratorio en Sudáfrica a finales de semana. Los resultados de Canadá y Estados Unidos llegarán después», cuenta Cyril Taolo, director interino del Departamento de Fauna Silvestre y Parques Nacionales de Botsuana, a National Geographic.
Según los expertos, para conseguir una explicación acertada hay que tomar muestras de los cadáveres y de la tierra y el agua de los alrededores casi inmediatamente después de la muerte de los animales. Es un reto abrumador en esta zona remota, donde pueden pasar días o semanas hasta hallar y analizar el cadáver de un elefante. Para entonces, el sol habría descompuesto el cuerpo y borrado pruebas fundamentales, y los animales carroñeros podrían haberse comido los órganos antes de poder extraerlos para examinarlos.
A continuación, te explicamos las posibles causas y su importancia:
Una posible explicación de la muerte de los elefantes es el carbunco. La enfermedad infecciosa, causada por la bacteria Bacillus anthracis que vive en la tierra, ya ha matado a los elefantes de Botsuana en el pasado.
Hambre o deshidratación
Erik Verreynne, veterinario de fauna silvestre y consultor que dirige un programa de ganadería en la zona donde se han producido las muertes, indica que es muy improbable que los animales hayan sucumbido al hambre o la deshidratación, ya que las muertes masivas comenzaron cuando los abrevaderos aún estaban llenos de agua de lluvia y en la zona donde viven hay muchos terrenos forestados donde buscar comida. «La vegetación está verde y exuberante tras las lluvias de este año frente a las sequías de los años anteriores», cuenta.
Toxinas en el agua
Las cianobacterias —algas verdeazuladas— pueden resultar mortales y muchos de los elefantes estaban cerca de abrevaderos o charcas. Con todo, en general, los elefantes beben desde el medio de las masas de agua, no en los bordes, donde tienden a acumularse las cianobacterias. Además, con el paso del tiempo las precipitaciones suelen arrastrar las bacterias y los elefantes de la región han muerto a lo largo de varios meses. Es probable que las cianobacterias fueran las responsables de las muertes masivas de elefantes en la prehistoria. Es posible que los elefantes de Botsuana enfermaran por otro motivo y que quizá se sintieran febriles, quisieran agua y murieran poco después de beber o intentar beber. La única forma de confirmar o descartar las cianobacterias es analizar las aguas, algo que ya se está haciendo, según Taolo.
Carbunco
Las muertes repentinas de elefantes tras mostrar síntomas neurológicos —como caminar en círculos, según han informado testigos oculares— sugieren que el carbunco (también conocido como ántrax) es una posibilidad. La bacteria que causa esta enfermedad infecciosa (Bacillus anthracis) vive en la tierra de forma natural y se sabe que afecta a animales domésticos y salvajes de todo el mundo. Los elefantes podrían infectarse al respirar o ingerir tierra, plantas o incluso agua contaminadas.
Sin embargo, el Departamento de Fauna Silvestre y Parques Nacionales de Botsuana ha descartado la posibilidad del carbunco, aunque los detalles al respecto son escasos. Michael Kock, veterinario sudafricano que ha trabajado para el gobierno de Botsuana en casos de carbunco en elefantes en esta región desde los años noventa, afirma que los científicos tendrán que extraer muestras de sangre a los animales, preferiblemente horas después de morir. Bajo el microscopio, Kock indica que los microbios del carbunco tienen una forma característica, pero cuando un cadáver empieza a descomponerse, lo invaden otras bacterias, lo que dificulta la identificación.
Añade que, si el carbunco está matando a los elefantes, sería un problema difícil de erradicar. Para impedir la propagación de las esporas, es necesario quemar los cadáveres lo antes posible, para lo que se necesitarían toneladas de leña. Como las muertes se han producido en una región muy remota y con pocas carreteras, llegar hasta todos los cadáveres supondría un reto más. (El Departamento de Fauna Silvestre y Parques Nacionales ya ha quemado algunos de los cadáveres que se encontraban cerca de comunidades, según Taolo.) Aunque se administra una vacuna anticarbuncosa de forma rutinaria al ganado, Kock indica que inmunizar a 18 000 elefantes es poco realista.
Envenenamiento
¿Es posible que las personas que viven cerca de los elefantes los hayan envenenado para vengarse porque se comen sus cosechas, quizá envenenando los abrevaderos o verduras como el repollo? Si se hubiera utilizado veneno —normalmente cianuro—, es probable que las muertes se concentraran en una zona específica, como es el caso. En cambio, el cianuro permanece en los cadáveres mucho después de la muerte y no hay pruebas de que también hayan muerto los animales (hienas, chacales, buitres) que se han alimentado de los elefantes fallecidos.
Hay otros posibles sospechosos, como el fluoroacetato de sodio, que a veces se utiliza como pesticida y se degrada más rápido. Para verificarlo, Kock indica que habrá que examinar los hígados de las víctimas, que son el filtro natural de toxinas del cuerpo, y el estómago, donde podría haber alimentos potencialmente contaminados y analizables.
Si se debe a un envenenamiento, las autoridades querrán trabajar con las comunidades que han sufrido daños en sus tierras y cultivos debido a los elefantes. Decidir la forma idónea de gestionar los encuentros entre humanos y elefantes es un tema conflictivo desde un punto de vista político. El año pasado, el presidente Mokgweetsi Masisi levantó la prohibición de cazar de elefantes, alegando que era necesario reducir los encuentros peligrosos.
Virus de la encefalomiocarditis
La muerte repentina precedida de síntomas neurológicos es compatible con este virus transmitido por roedores, que causa insuficiencia cardíaca. El virus se excreta en las heces de los roedores y los elefantes corren el riesgo de consumir hierba contaminada. «La mayoría de los herbívoros se come las briznas de hierba desde arriba, pero los elefantes arrancan y consumen la mata entera, con raíces y heces de roedores incluidas», explica Roy Bengis, veterinario sudafricano de fauna silvestre. A principios de los años noventa, murieron más de 60 elefantes de esta forma en el parque nacional de Kruger. Bengins, que por aquel entonces era el director de servicios veterinarios estatales, cuenta que ocurrió tras el primer año húmedo después de una sequía grave —condiciones similares a las de Botsuana—, cuando se disparó la población de roedores del famoso parque sudafricano.
Sin embargo, no se han observado poblaciones de roedores más grandes de lo normal en las zonas donde fallecieron los elefantes de Botsuana. Según Kock, la espuma en las vías respiratorias de los elefantes y las pruebas específicas de daños cardíacos apuntarían a esta causa. También es posible detectar el virus durante una necropsia. La encefalomiocarditis no ha sido una prioridad en el desarrollo de tratamientos y vacunas, así que, de ser la culpable, apenas habría recursos para combatirla.
Microbios asesinos
Las bacterias y los virus que antes no eran mortales para especies específicas pueden evolucionar y volverse letales, como ha ocurrido con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que probablemente surgió en murciélagos y hasta la fecha ha matado a más de 500 000 personas en todo el mundo. Existen muchos coronavirus en animales, pero no hay pruebas de que la COVID-19 sea la responsable de las muertes de estos animales ni de que pueda afectar a los elefantes, advierte Kock.
Los cambios repentinos o extremos en el tiempo, el paisaje o los anfitriones de microbios pueden provocar cambios en virus y bacterias y volverlos mortales. En 2015, unos 200 000 saigas murieron de septicemia en Kazajistán cuando el calor y la humedad extremos hicieron que una Pasteurella bacterium común —que en condiciones normales vive en animales de forma inofensiva— se multiplicase y los fulminase. Según los veterinarios, podría ocurrir algo similar en los elefantes. Sin embargo, las temperaturas de la región no han sido más altas de lo normal y las muertes están relativamente limitadas, así que esta teoría es menos probable.
«Hay que mantener la mente abierta», afirma Verreynne. Indica que otra posibilidad podrían ser virus transmitidos por artrópodos como las garrapatas o por los mosquitos que nunca se han diagnosticado. Quizá las lluvias abundantes en la zona, tras años de sequía, hayan preparado el terreno para un brote.
Hay varios factores que podrían contribuir a estas muertes masivas, como el cambio climático. «Las enfermedades suelen ser un indicador de un problema subyacente», explica Verreynne, que añade que descubrir qué mata a los elefantes de Botsuana «podría ayudar a evaluar la salud del ecosistema».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.