Esta extraña abeja mutante es macho y hembra
El insecto también tiene ojos amarillos, otra peculiaridad genética. Según los expertos, es improbable que vuelva a ocurrir una combinación de fenómenos tan inusuales en mucho tiempo.
“Soy apicultor desde 1976 y es la primera vez que veo algo así”, cuenta Joseph Zgurzynski.
Mientras comprobaba sus colmenas en junio, el apicultor Joseph Zgurzynski descubrió algo bastante inusual. Aunque el resto de las abejas melíferas de la colmena tenían ojos negros normales, un insecto tenía un par de ojos de color amarillo que no pasaban desapercibidos precisamente.
Y eso no era todo. Cuando Zgurzynski la examinó más detalladamente, observó que no solo era el color los ojos de la abeja lo que llamaba la atención, sino su tamaño anormalmente grande. De hecho, se parecían a los ojos típicos de las abejas macho, o zánganos, pese a que el resto de la abeja —abdomen, aguijón y alas— era claramente hembra.
"Soy apicultor desde 1976 y es la primera vez que veo algo así", dice Zgurzynski, que gestiona casi seis millones de abejas en Country Barn Farm, al norte de Pittsburgh, Pensilvania.
Por suerte, aquel día Zgurzynski estaba con una fotógrafa llamada Annie O’Neill, que pasó casi una hora documentando a la extraña abeja. Después, Zgurzynski decidió buscar una segunda opinión y envió las fotos a David Tarpy, especialista en abejas de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Esta abeja presenta ginandromorfismo, es decir, que posee rasgos de ambos sexos, pero no están divididos de forma equitativa en cada mitad del cuerpo.
Tarpy confirmó las sospechas del apicultor. La abeja no solo tenía una mutación genética que afecta a la pigmentación de los ojos y que probablemente la haya dejado ciega, que ya de por sí es raro. También era una abeja ginandromorfa, un organismo que posee rasgos tanto femeninos como masculinos.
El ginandromorfismo es rarísimo incluso en las especies más estudiadas, aunque en los últimos años se han documentado ejemplos llamativos en mariposas y aves, como este cardenal avistado en Erie, Pensilvania.
"Por eso es tan asombroso", cuenta Tarpy. "Es como atrapar dos rayos en la misma botella".
Abuelos, pero no padres
Los humanos tienen conjuntos de cromosomas —uno por cada progenitor— y su combinación pauta los rasgos transmitidos. Por eso un niño puede tener pelo negro y ojos marrones, mientras que su hermano puede ser rubio con ojos azules teniendo los mismos padres.
En cambio, la genética de las abejas es diferente, indica Natalie Boyle, entomóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Cuando una reina y un zángano se aparean, los huevos fecundados solo generan abejas hembra. Esto se debe a que los machos se crean a partir de huevos no fecundados, lo que significa que solo tienen la mitad de cromosomas, los de la reina. Por consiguiente, las abejas macho no tienen padres ni hijos, pero sí abuelos y nietos.
Boyle explica que, como los zánganos solo tienen la mitad de cromosomas, cuando se produce una mutación genética rara como la del color de ojos amarillo, siempre se expresa.
Aunque es inusual, estas mutaciones oculares no son insólitas: los científicos han estudiado las mutaciones del color de ojos en abejas desde 1953.
“La biología puede ser muy rara”
Con todo, el ginandromorfismo en abejas no se explica tan fácilmente.
Si la abeja fuera ginandromorfa bilateral —más o menos dividida por el medio, con características masculinas en un lado del cuerpo y femeninas en el otro—, entonces sería probable que el óvulo se hubiera dividido antes de fecundarse, señala Tarpy.
Pero como los rasgos de la abeja presentan ginandromorfismo en mosaico, en el que están presentes los rasgos de ambos sexos, es posible que se produjera una anomalía en una etapa del desarrollo posterior. Se desconoce exactamente cómo ocurrió.
"Es sabido que la biología puede ser muy rara", afirma Tarpy.
Los animales del tamaño de aves y las mariposas pueden ser ginandromorfos bastante coloridos y obvios, pero no es tan sencillo identificar todos los ejemplos.
Erin Krichilsky necesitó un microscopio para descubrir el ginandromorfismo bilateral en una abeja diminuta cuando trabajaba en el Instituto Smithsonian de Investigación Tropical en Panamá. Cuando advirtió que un insecto de cuatro milímetros tenía la gran mandíbula de una hembra a la izquierda y la mandíbula pequeña de un macho en la derecha, literalmente salió corriendo del laboratorio para contárselo a todo el mundo.
"Estos mutantes se pasan por alto con facilidad", afirma Krichilsky, que publicó sus hallazgos en el Journal of Hypmenoptera Resarch. "Pero creo que los estamos subestimando". Por ejemplo, estos animales mitad macho, mitad hembra podrían ser precursores evolutivos de nuevas formas o comportamientos, dice. Se desconoce cómo afecta esta anomalía a su longevidad y fertilidad.
Respecto a la abeja de ojos amarillos, Zgurzynski cuenta que la conservó en un tarro. Aunque puede parecer cruel, dice que es probable que el insecto ciego hubiera muerto o sido expulsado del nido.
"Estoy contento de haberme quedado el espécimen", cuenta Krichilsky. "Es probable que pase mucho tiempo hasta poder ver otro en el que ocurran ambos fenómenos".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.