Los elefantes retirados del circo Ringling Bros. serán trasladados a un centro de conservación

Los elefantes asiáticos, que han sido el tema de un largo debate sobre los animales de circo amaestrados, disfrutarán de un hábitat de más de mil hectáreas.

Por Oliver Whang
Publicado 25 sept 2020, 10:43 CEST
Los elefantes asiáticos de Ringling Bros

Los elefantes asiáticos de Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus actúan por última vez el 1 de mayo de 2016 en Providence, Rhode Island.

Fotografía de Bill Sikes, AP Photo

Los elefantes retirados de Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus serán trasladados a su nuevo y espacioso hogar en un centro de conservación de Florida el año que viene, poniendo fin a un viaje que comenzó en 2015 cuando la sociedad matriz del circo, Feld Entertainment, anunció que eliminaría el uso de elefantes en sus actuaciones.

La compra de 35 elefantes asiáticos a Feld Entertainment por parte de White Oak Conservation, anunciada esta semana, creará la mayor comunidad de elefantes asiáticos del hemisferio occidental, según la organización. Ha empezado a construirse un hábitat de más de mil hectáreas que estará terminado para el 2021.

El nuevo refugio permitirá que los animales escojan entre diferentes paisajes —como humedales, pastizales y bosques— y contarán con 11 abrevaderos lo bastante grandes para que los elefantes se bañen.

«Es una oportunidad para dejar que vuelvan a ser solo elefantes en una situación que sea tan cercana a lo salvaje como podamos», afirma Michelle Gadd, que dirige las iniciativas de conservación global para Walter Conservation. (White Oak, propiedad del empresario y dueño de Los Angeles Dodgers Mark Walter y su esposa Kimbra, forma parte de Walter Conservation, una división del trabajo filantrópico de la familia dedicada a conservar la fauna silvestre.)

La edad de estos elefantes —una especie cuya esperanza de vida media en cautividad es de unos 45 años— oscila de unos pocos años a más de 70 años. Habiendo vivido en cautividad la mayor parte de sus vidas, los elefantes no pueden regresar al mundo natural. Con todo, esta medida es un paso en la dirección correcta, señala Ed Stewart, presidente y cofundador de la Performing Animal Welfare Society (PAWS), una organización sin ánimo de lucro con sede en California que acoge animales amaestrados abandonados, maltratados y retirados. «Parece que recibirán una asistencia muy buena en cautividad, una de las mejores situaciones de cautividad que hay», afirma.

Un animal sin hogar

Los elefantes asiáticos son una especie en peligro de extinción. Su población mundial ha descendido al menos un 50 por ciento en los últimos 75 años y se estima que quedan entre 20 000 y 40 000 ejemplares en estado silvestre. Este descenso se debe principalmente a la destrucción de hábitat; solo queda un 15 por ciento del área biogeográfica histórica del animal en Asia meridional y el Sudeste Asiático por la deforestación, la explotación agrícola y la expansión industrial. La población también se ve afectada por peligros a menor escala, como la caza furtiva por sus pieles y colmillos.

Una pareja de elefantes retirados

Una pareja de elefantes retirados en el Centro para la Conservación de los Elefantes de Ringling Bros. en Polk City, Florida, en 2016. En 2021, 30 elefantes del centro serán trasladados a un nuevo hábitat de más de mil hectáreas en White Oak.

Fotografía de KERRY SHERIDAN/AFP, Getty Images

Casi un tercio de los elefantes asiáticos viven en cautividad. Se utilizan para fines agrícolas, para la tala y como atracciones turísticas, principalmente en la India, Tailandia y Birmania. El proceso de amaestramiento de elefantes cautivos jóvenes puede ser brutal y a menudo implica métodos de intimidación que infligen castigos y dolor y a veces causan heridas.

En Estados Unidos viven cientos de elefantes asiáticos, la mayoría en zoos. El resto vive en refugios o reservas; unos cuantos aún son propiedad de circos y actúan en estados y comunidades donde ese uso de los animales salvajes sigue siendo legal.

Como los elefantes asiáticos son más pequeños que sus parientes africanos y, en general, se considera que son más fáciles de controlar, a mediados del siglo XIX empezaron a abastecer los espectáculos de circo ambulantes. La tendencia comenzó con la conga de elefantes en el que P.T. Branham llamaba el «mejor espectáculo del mundo».

En 2011, una investigación de Mother Jones desveló que los elefantes sufrían maltrato y cuidados deficientes desde el principio. La revista informó de que, en la primera expedición de captura de elefantes de Barnum, un animal falleció durante el traslado desde la actual Sri Lanka a Estados Unidos. Además, las técnicas de adiestramiento con herramientas como picanas eléctricas se convirtieron en una práctica habitual que continuó cuando Feld Entertainment compró el circo Barnum en 1967. La investigación reveló que, hasta bien entrado el siglo XXI, muchos de los animales amaestrados de Feld estaban sobrecargados de trabajo y varios habían fallecido por complicaciones vinculadas a las condiciones en que vivían.

En 2016, presionados por los activistas por los derechos de los animales y el cambio de la opinión pública, Feld retiró a sus últimos elefantes amaestrados. Todos ellos —que entonces eran 40— fueron trasladados a una parcela de 80 hectáreas propiedad de Ringling Bros. llamada Centro para la Conservación de los Elefantes (CEC, por sus siglas en inglés). Un año después, la empresa cerró el circo para siempre.

Pese a estar en el CEC, la polémica continuó. Varios grupos de defensa de los derechos y el bienestar de los animales, como People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) y el International Fund for Animal Welfare, criticaron el tamaño de los recintos de los elefantes. En 2016, Reuters informó de que los elefantes pasaban la noche encadenados.

En respuesta a estas alegaciones, Feld defendió su compromiso con el bienestar de los animales y dejó a los elefantes en el CEC. Con el paso del tiempo, los vendieron a zoológicos, algunos murieron y nacieron más.

Ahora hay 34 elefantes en el CEC y uno ha sido cedido al Zoo de Fort Worth. Casi todos serán trasladados de nuevo.

Más cerca del medio natural

La transición del CEC al nuevo hábitat de elefantes de White Oak plantea varios retos. Gadd explica que la mayoría de estos elefantes están acostumbrados a vivir prácticamente aislados y ninguno ha buscado comida por sí solo. Por eso varios animales —aún no se ha determinado la cifra exacta— se quedarán en el CEC el resto de su vida, aunque la responsabilidad de su bienestar será transferida de Feld a White Oak. Según Gadd, a algunos de los elefantes no les iría bien en el nuevo entorno o son demasiado mayores para moverse.

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    En general, los animales se sienten cómodos con la compañía humana y a veces incluso la buscan, según Gadd. En cambio, no están familiarizados con la dinámica de la manada ni con los lazos familiares que suelen existir entre elefantes asiáticos salvajes.

    Nick Newby, miembro del Elephant Taxon Advisory Group de la Asociación de Zoológicos y Acuarios (AZA), ha gestionado elefantes desde 2003. Newby fue contratado por White Oak para conocer a los elefantes y prepararlos para la vida en su nuevo hogar. Su trabajo, que ya ha empezado, incluye permitir que se desarrolle una jerarquía social mediante interacciones grupales supervisadas y fomentando la autosuficiencia. Gadd dice que Feld Entertainment los ha apoyado.

    «Nos enorgullece colaborar con White Oak para trasladar a los elefantes a nuestro cargo a su centro para expandir sus iniciativas de conservación de especies en peligro de extinción», dijo en un comunicado Kenneth Feld, presidente y consejero delegado de Feld Entertainment.

    Su objetivo es que, el año que viene, cuando los elefantes abandonen el CEC, se establezcan más fácilmente en su nuevo hogar y, en palabras de Gadd, «vivan como elefantes normales». A largo plazo, White Oak quiere reintroducir a los elefantes nacidos allí en el medio natural, señala.

    Stewart, de PAW, apunta que nunca se ha conseguido reintroducir a un elefante asiático en la naturaleza, principalmente porque su hábitat está menguando a gran velocidad y por la compleja dinámica de «la cultura humana y la cultura de los elefantes, y su punto de encuentro».

    Stewart dice que no está seguro de que los elefantes nacidos en el nuevo refugio puedan regresar al medio natural. Gadd explica que reconoce que el hábitat de White Oak, independientemente de lo espacioso que sea y de lo bien que imite el hábitat natural del elefante asiático, no garantiza el éxito de la reintroducción de la población. Sin embargo, es un «experimento muy importante sobre cómo los elefantes pueden reaprender comportamientos salvajes», afirma.

    Stewart, Gadd, los Walter y otros conservacionistas indican que habrá que esforzarse mucho más para conservar y proteger a los elefantes asiáticos, tanto en Estados Unidos como en otros países. Pero, entre tanto, Stewart dice que esta medida es digna de celebración: «No existe una situación perfecta en cautividad, pero esto parece una gran mejora para estos elefantes. Y se lo merecen».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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