Más de 130 años después de su descubrimiento, esta polilla ha sido fotografiada viva
La polilla Dichagyris longidens, la 11 000ª imagen del proyecto Photo Ark de National Geographic, nos recuerda el papel crucial que desempeñan los insectos.
Joel Sartore fotografió a la polilla Dichagyris longidens en septiembre del 2020 cerca de Santa Fe, Nuevo México.
Un mes después del comienzo de la pandemia de coronavirus, el fotógrafo Joel Sartore se levantó temprano en su casa de Lincoln, Nebraska, y salió a recoger el periódico. Al no poder viajar seis meses al año, como de costumbre, se había sentido alicaído sin saber qué hacer ahora que se habían cancelado sus viajes del 2020.
En el porche, una panoplia de bichos que revoloteaba alrededor de una luz le llamó la atención: libélulas, cigarras, escarabajos de junio y muchos más. De repente, se le pasó el bajón.
«Se me ocurrió que podría mantenerme ocupado durante la pandemia fotografiando insectos y otros invertebrados», cuenta Sartore. Como fundador del proyecto Photo Ark de National Geographic, su objetivo es documentar a todas las especies del mundo que viven en zoos y refugios de animales salvajes.
Tras aquella mañana de abril, Sartore contó con la ayuda de dos de sus hijos mayores y a sus amigas Loren y Babs Padelford, jubiladas y entomólogas aficionadas de Nebraska que dedican su tiempo libre a fotografiar insectos. El equipo empezó a peinar las tierras de cultivo y las praderas de Nebraska y de cinco estados vecinos en busca de las criaturas más diminutas, como las feroces hormigas león, las coloridas chicharritas y las larguiruchas chinches asesinas. Finalmente, añadieron 900 nuevas especies a Photo Ark en solo ocho meses.
«Es asombroso que algo tan vital para Photo Ark estuviera delante de mis narices todo este tiempo», dice Sartore, que fotografió la mayoría de los invertebrados in situ, con pequeñas tiendas, y después los liberó.
Como la 11 000ª especie añadida a su proyecto de décadas, Sartore escogió a la polilla Dichagyris longidens.
Tras su nombramiento en 1890, la polilla de aproximadamente 2,5 centímetros, autóctona de la región sudoeste de Estados Unidos, cayó prácticamente en el olvido. De hecho, se sabe tan poco sobre ella que la fotografía de Sartore es la primera de un espécimen vivo.
«Los mamíferos reciben toda la atención de la prensa —los gorilas, los tigres—, pero son los insectos los que nos salvan a todos», dice, citando su papel como polinizadores de cultivos y carroñeros que descomponen los desechos. Solo en Estados Unidos, los insectos aportan unos 70 000 millones de dólares al año a la economía. Al mismo tiempo, muchos estudios demuestran que los insectos también están desapareciendo muy rápido en todo el mundo, en gran medida por la pérdida de hábitat y los plaguicidas agrícolas.
Akito Y. Kawahara, profesor adjunto y comisario de Lepidoptera (polillas y mariposas) en el Museo de Historia Natural de Florida, aplaudió la decisión de Sartore de destacar a una polilla en su hito de Photo Ark.
«Llama atención sobre las pequeñas cosas de mundo, están muy infravaloradas», afirma.
Una polilla misteriosa
Cuando Sartore y su equipo fotografiaron a la polilla junto al río Pecos de Nuevo México en septiembre del 2020, enviaron una foto de la especie misteriosa a Bob Biagi, editor de la página web de identificación de especies BugGuide. Su respuesta: «Llevamos al menos 130 años esperando tu imagen».
La polilla Dichagyris longidens es un tipo de cortadora, unas polillas pequeñas y marrones que tienen un aspecto muy semejante. Incluso los científicos tienen dificultades para distinguirlas, señala Kawahara, por eso la polilla Dichagyris longidens se ha estudiado tan poco.
Las polillas cortadoras se llaman así porque sus larvas salen del suelo por la noche y cortan los tallos de las plantas, normalmente plántulas, y las derriban. Algunas especies, como la Euxoa auxiliaris, se consideran plagas agrícolas, pero la mayoría no resultan perjudiciales para los cultivos, explica Kawahara.
Las polillas cortadoras también alimentan a los murciélagos (son muy «sustanciosas», dice Kawahara) y polinizan flores que florecen de noche. Entre el público, el papel de las polillas como polinizadoras se ve eclipsado por las mariposas y las abejas, señala.
Nuestro planeta alberga unas 160 000 especies conocidas de polillas y mariposas, pero podrían quedar otras 200 000 sin identificar. «Hay un montón de insectos de los que no sabemos gran cosa», afirma Scott Bundy, profesor de entomología de la Universidad del Estado de Nuevo México.
Nuevo México en particular alberga muchas especies de insectos no documentadas, en parte porque se ha convertido en estado hace relativamente poco, en 1912. En los estados orientales de Estados Unidos, los entomólogos han catalogado especies durante siglos, dice Bundy.
«Eso es lo que me resulta tan entretenido, queda mucho por aprender sobre lo que tenemos aquí».
Amenazas y soluciones para los insectos
Según un estudio reciente, las polillas y las mariposas están desapareciendo más rápido que otros grupos de insectos y muchas especies podrían extinguirse antes de poder identificarlas.
Kawahara afirma que, en particular, el cambio climático supone un «problema enorme» para las polillas. La fluctuación de las temperaturas puede confundir a las larvas y hacer que pupen cuando no deben y los incendios forestales cada vez más extremos pueden achicharrar vivas a las larvas.
Otra amenaza es la contaminación lumínica. Kawahara explica que, como criaturas nocturnas, las polillas se orientan mediante la luz de la Luna, pero pueden distraerse con las luces artificiales, donde dan vueltas tantas veces que se agotan y se convierten en presas fáciles.
“Llevamos al menos 130 años esperando tu imagen.”
Recientemente publicó un estudio en el que detallaba ocho pasos sencillos para ayudar a las polillas y a otros insectos, como apagar las luces de oficinas y viviendas por la noche y plantar vegetación autóctona.
También recomienda que la gente sienta curiosidad por el mundo que la rodea: sal con el móvil, voltea las rocas y comparte imágenes de lo que veas. Estos datos de ciencia comunitaria pueden suplementar la investigación científica, sobre todo durante la pandemia, cuando la capacidad de los expertos de trabajar sobre el terreno es limitada.
«Espero que más fotógrafos no solo se centren en la megafauna carismática, sino que se den cuenta de que existe una diversidad extraordinaria de animales increíbles en nuestros jardines», dice Kawahara.
La National Geographic Society, comprometida a ilustrar y proteger las maravillas de nuestro mundo, financia el proyecto Photo Ark.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.