Más de 430 manatíes han perecido en el 2021. ¿Por qué se están muriendo?
Los científicos intentan saber por qué han muerto más manatíes en Florida en los dos primeros meses del 2021 que en la mayor parte del 2020.
Las zosteras autóctonas que antes cubrían los fondos de los manantiales de Florida —como el parque estatal Wes Skiles Peacock Springs, en la foto— son asfixiadas por las algas alimentadas por los fertilizantes y la escorrentía agrícola. La falta de vegetación hace que muchos manatíes mueran de hambre en invierno.
A principios del invierno pasado, Martine de Wit observó un repunte de la cantidad de manatíes muertos. Al principio, la veterinaria de la Comisión de Pesca y Conservación de la Vida Silvestre de Florida atribuyó el aumento al estrés por frío. De Wit estaba acostumbrada a ver manatíes enfermos por la presión que sufren sus cuerpos sensibles cuando las temperaturas del agua descienden a menos de 20 grados centígrados, como ocurrió en varias ocasiones en diciembre y enero.
«Pero a medida que avanzaba el invierno, había algo raro», afirma de Wit, cuyo laboratorio se encuentra en San Petersburgo, Florida. En el 2021, más de 430 manatíes han perecido en las aguas de Florida, casi el triple que el total del mismo periodo en el año anterior.
Las recientes olas de frío han obligado a estos mamíferos sensibles a las temperaturas a refugiarse en las aguas cálidas de la laguna Indian River, parte de un sistema de estuarios ubicado en la costa atlántica de Florida. La mayoría de las muertes han ocurrido en estas aguas, que son menos profundas y están más protegidas que el océano y, por consiguiente, están más calientes en invierno.
La alarmante cifra ha empujado a biólogos marinos y veterinarios a buscar respuestas, mientras que el personal de rescate de la comisión, mermado por la pandemia, se esfuerza por salvar a los animales enfermos.
El estrés por frío suele matar a manatíes jóvenes, pero esta mortalidad incluía un elevado porcentaje de adultos, muchos de ellos demacrados. «Creemos que la inanición es la causa principal», afirma de Wit. Otros expertos y ella creen que los manatíes están pasando hambre por la escasez de praderas de zosteras en la laguna, causada en parte por el aumento de la contaminación hídrica.
Una pareja de manatíes de Florida se alimenta de la vegetación en Fanning Springs. Los manatíes tienen apetitos voraces y necesitan consumir aproximadamente el 10 por ciento de su peso corporal en vegetación cada día.
Cada año desembocan en la laguna más de 1100 toneladas de nitrógeno y fósforo de productos químicos agrícolas, fertilizantes para el césped y fugas de los tanques sépticos. A medida que se deterioraba la calidad del agua, algunos manatíes han pasado el invierno en aguas calentadas por las descargas de las centrales eléctricas junto a la costa atlántica de Florida.
Para permanecer en condiciones perfectas, los manatíes necesitan consumir cada día hasta un 10 por ciento de su peso en zosteras u otras plantas acuáticas, como hojas de manglar o Hydrilla, explica Mike Walsh, codirector de salud de animales acuáticos en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Florida, en Gainesville.
Los manatíes no son corpulentos porque tengan capas de grasa aislante, sino porque su aparato digestivo es muy voluminoso. Un manatí que «pierda peso corporal es mucho más propenso a desarrollar problemas secundarios o ser incapaz de superar factores como el frío», afirma Walsh. Añade que algunos sufren heridas en las aletas similares a las lesiones por congelación.
Las leyes para proteger a los manatíes se remontan a la ocupación británica de Florida Oriental en el siglo XVIII, por lo que son unas de las leyes de protección de fauna más antiguas de Norteamérica. Pero para mediados del siglo XX, las poblaciones de estas criaturas gentiles habían quedado reducidas a unos pocos centenares de animales. En 1967, el Departamento del Interior de Estados Unidos incluyó al manatí antillano o del Caribe en su primera lista de animales protegidos de acuerdo con la recién creada Ley de Preservación de Especies en Peligro de Extinción, que exigía tomar medidas para garantizar su recuperación. Con la protección federal, los manatíes aumentaron y, para el 2017, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre los retiró de la lista de la Ley de Especies en Peligro de Extinción.
Los manatíes se relajan en la red de canales que vinculan Three Sisters Spring, en Crystal River, Florida, a Kings Bay. La urbanización costera sigue erradicando el hábitat de los manatíes y acerca cada vez más a los animales y a los barcos.
Un manatí come zosteras en Crystal River, Florida.
Las densas esteras de algas han asfixiado gran parte de las plantas autóctonas de Crystal River, de las que dependen los manatíes. La proliferación de las algas ha sido alimentada por la escorrentía de fertilizantes y las filtraciones de los tanques sépticos.
Un manatí nada por las aguas turbias de Crystal River, Florida.
Pero Patrick Rose, biólogo y director ejecutivo del Save the Manatee Club, una organización de conservación en Maitland, Florida, cree que la retirada no estaba justificada. «Lo habría sido si hubiéramos controlado los riesgos y las amenazas para los animales tanto actuales como en el futuro próximo», afirma. «Y eso no ha ocurrido».
A medida que las aguas se calientan esta primavera y verano, es probable que los manatíes en la laguna Indian River se desplacen a zonas donde abunden las zosteras y otra vegetación acuática. De Wit dice que deberían morir menos, pero los manatíes son criaturas de hábitos. Casi no cabe duda de que regresarán a la laguna el próximo invierno y, si las condiciones son demasiado frías en otras partes, acabarán atrapados ahí de nuevo y morirán.
Manatíes famélicos
Las olas de frío llegaron al «Estado del Sol» a principios del 2021. Con las muertes de más manatíes, de Wit empezó a atar cabos: las temperaturas no eran lo bastante bajas para que murieran tantos por estrés por frío, pero los manatíes con órganos atrofiados y los numerosos adultos muertos sugerían inanición. (Otra causa de las muertes de los manatíes, los golpes de los barcos, se han cobrado las vidas de 17 animales, cifra que está dentro de la media.)
En la laguna Indian River viven más de 4300 especies de plantas y animales, por lo que es uno de los estuarios más biodiversos del hemisferio norte. Pero las proliferaciones de algas causadas por la contaminación han persistido en la laguna durante una década, explica Daniel Slone, investigador de ecosistemas acuáticos del Servicio Geológico de Estados Unidos.
La escorrentía de nutrientes, que alimenta la proliferación de las algas y la desoxigenación del agua, puede resultar letal para los manatíes. Estas son costillas de manatíes que murieron cerca de Merritt Island, Florida.
Estas proliferaciones de fitoplancton «bloquean la luz que necesitan las zosteras», afirma Slone. «Después, las zosteras disminuyen y todo lo que depende de ellas también empieza a disminuir».
En diciembre, una proliferación de algas particularmente grande agotó el oxígeno disuelto en el agua. Los peces muertos flotaban en los manglares junto a la orilla y gran parte de las praderas de zosteras bajo esas aguas turbias se marchitaron. Los manatíes empezaron a morir de hambre.
«Sin ecosistemas acuáticos sanos, cuando muchos manatíes mueren, se corre el riesgo de que esta especie no se recupere», afirma Rose.
Las iniciativas de limpieza
Los ciudadanos preocupados de las comunidades locales han puesto en marcha campañas para limpiar la laguna Indian River durante más de una década y el Departamento de Protección Ambiental de Florida ha ordenado que las localidades circundantes reduzcan el nitrógeno y el fósforo a la mitad para el 2030.
«Se han puesto en marcha iniciativas para reducir los nutrientes», afirma Charles Jacob, científico ambiental supervisor de estuarios del Distrito de gestión del agua del río St. John. Están reparando o remplazando los antiguos tanques sépticos y se están creando proyectos para reducir el contenido de fósforo del agua residual de la planta regional de tratamiento de aguas residuales de Fleming Island.
En el 2016, los residentes del condado de Brevard, que rodea la mayor parte de la laguna Indian River, votaron a favor de contribuir a un impuesto de 300 millones de dólares para financiar un proyecto de limpieza de 10 años. Hasta la fecha, los voluntarios han plantado manglares (los manglares filtran el agua), creado jardines de ostras (las ostras también la filtran) y corrido la voz sobre la necesidad de devolver la vida a la laguna.
Con todo, de Wit afirma que no se sabe si las praderas de zosteras pueden restaurarse a tiempo para salvar a los manatíes de Florida. Por ahora, dice que la única alternativa es tratar de rescatar a manatíes enfermos antes de que mueran.
Con la ayuda de biólogos independientes, las autoridades de la Comisión de Pesca y Vida Silvestre de Florida arrojan redes alrededor de manatíes enfermos y se los llevan en ambulancias. Estos vehículos climatizados transportan a los animales hasta acuarios asociados con el estado donde los veterinarios tratan a los manatíes para que se recuperen. Los que sobreviven son liberados cerca del lugar donde los encontraron, a veces solo un mes después de su rescate.
En meses más cálidos, los manatíes podrían alejarse más, llegando a zonas con más comida y praderas de zosteras, como en Jekyll Island, Georgia, donde las espartinas crecen en abundancia. Pero como dice de Wit, los manatíes suelen quedarse en los lugares que conocen y, en invierno, eso es principalmente la laguna Indian River.
«No gestionamos el hábitat de aguas calientes» para los manatíes, afirma Patrick Rose. «Así que el éxito que cosechamos durante más de 30 años podría verse socavado y la población podría colapsar si no arreglamos estas cosas cuanto antes».
Un manatí nada cerca de la hélice de un barco atracado. A medida que aumenta la cantidad de navegantes en Florida, también lo hace la cantidad de manatíes heridos o asesinados por las embarcaciones. Los biólogos estiman que casi dos tercios de los manatíes de Florida han resultado heridos por colisiones con barcos en algún momento de sus vidas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.