Encuentran a las crías de uno de los tiburones sarda más grandes del mundo: ¿por qué es tan sorprendente?
La madre, que pesa 450 kilogramos y se llama Big Bull, podría ser una de las últimas de su tipo en la costa atlántica de Estados Unidos.
Los tiburones sarda, que suelen pasar el rato cerca de áreas costeras, también pueden tolerar el agua dulce.
El ecólogo marino Neil Hammerschlag ha capturado y liberado muchos tiburones. Pero no cabe duda de que el más memorable fue el tiburón sarda hembra de 450 kilos llamado Big Bull, uno de los especímenes más grandes que se han documentado.
«Literalmente me dejó sin aliento», cuenta Hammerschlag, director del programa de conservación e investigación de tiburones de la Universidad de Miami. «No fue la longitud, fue el grosor. Tenía un cuello que era enorme, como el de un luchador». La mayoría de los tiburones sarda miden poco más de dos metros de largo, pero Big Bull medía tres.
Cuando Hammerschlag y su equipo tomaron muestras de sangre y tejido de forma no invasiva al tiburón sarda, capturado en 2012 en la costa de Marathon, una ciudad en los cayos de Florida, sus análisis indicaron que había dado a luz recientemente. Pese a años de búsqueda, nadie ha informado de otro avistamiento de Big Bull.
Pero en un giro increíble de los acontecimientos, se ha descubierto que tres tiburones sarda capturados y a los que tomaron muestras en la costa de Florida en los últimos años eran hijos de la legendaria mamá tiburón, dice Hammerschlag en el programa «Súper tiburón toro», que se estrenará el 25 de julio a las 18:00 en National Geographic Wild.
Encontrar a los hijos e hijas de un tiburón conocido es algo relativamente raro. «A ver, es que literalmente buscas no una aguja en el pajar, sino una aguja en los océanos del mundo», dice.
Por impresionante que sea la historia de Big Bull, para las personas que mejor conocen a estos animales esta saga también conlleva un trasfondo preocupante: que sencillamente hay menos tiburones sarda maduros para reproducirse. A nivel global, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a los tiburones sarda como especie casi amenazada por la extinción y hay pruebas de que la especie está disminuyendo en el Atlántico.
«No se debería poder echar un sedal y capturar tiburones sarda hermanos. No debería ocurrir, pero ocurre», afirma Toby Daly-Engel, ecóloga molecular del Instituto de Tecnología de Florida que realizó el análisis de ADN. «Y lo que estamos descubriendo, en general, es que realmente no quedan tantos tiburones».
Madre de gigantes
Como parte de su trabajo, Hammerschlag captura tiburones sarda de forma regular para su investigación, subiendo a los depredadores a una plataforma especial en la parte trasera de un barco para tomar medidas y muestras de sangre y, en algunos casos, colocarles una etiqueta de rastreo por satélite. Durante el examen, los animales reciben un suministro continuo de agua con oxígeno para que puedan respirar.
Estos datos son importantes, ya que ayudan a los científicos a aprender acerca del comportamiento de los tiburón, rastrear los movimientos regionales de los animales y ayudar a la planificación de iniciativas de conservación.
En el verano de 2018, los colegas de Hammerschlag capturaron y tomaron muestras a dos tiburones adolescentes, un macho y una hembra, cerca de Palm Beach, a casi 320 kilómetros al norte de Marathon. El equipo realizó análisis para comprobar si el ADN de los tiburones tenía alguna coincidencia en la base de datos. Sorprendentemente, ambos tiburones eran las crías de Big Bull.
En 2017, aún más al norte, una muestra de un tiburón sarda macho de un año tomada en la Indian River Lagoon también contenía la mitad de los genes de Big Bull, lo que indica que era su madre.
Todo esto sugiere que la enorme hembra, que en la actualidad rondará los 40 años, es una madre de mucho éxito. Los tiburones sarda no alcanzan la madurez hasta los 15 o 20 años de edad y pueden vivir hasta 25 años o más. En general, una hembra suele dar a luz a entre una y 13 crías al año, y después las crías se valen por sí solas.
Además de la progenie de Big Bull, Daly-Engel descubrió casi media docena de otros tiburones sarda emparentados entre sí de algún modo. Y esto fue después de tomar muestras de un total de solo 50 tiburones, dice.
«Las poblaciones parecen estar dominadas por hembras muy grandes. Porque una vez alcanzas ese tamaño, te conviertes en algún tipo de súper reproductora y no tienes muchos depredadores», afirma Daly-Engel, que también es directora del Florida Tech Shark Conservation Lab. Como la pesca de tiburones sarda es ilegal en Florida, sospecha que la mayoría de los tiburones no sobreviven hasta la edad de Big Bull.
Estas madres prolíficas son «interesantes desde una perspectiva científica, pero no revela muchas cosas positivas sobre la situación de los tiburones en el océano», añade.
«Todavía quedan tiburones monstruosos ahí fuera»
Como depredadores apicales que pueden tolerar tanto el agua dulce como el agua salada, los tiburones sarda suelen rondar las costas y los estuarios. Esto también los hace más propensos a entrar en contacto con los humanos. Son una de las tres especies de tiburón más propensas a morder a las personas, junto a los tiburones blancos y los tiburones tigre.
Esto suele provocar venganzas, señala Sébastien Jaquemet, ecólogo marino de la Universidad de la Isla de La Reunión que ha estudiado las poblaciones de tiburones sarda. Por ejemplo, cuando se produjo una serie de mordiscos de tiburones en la isla de La Reunión en 2011, el territorio francés del océano Índico respondió con un programa gubernamental para aumentar las capturas de tiburones tigre y sarda, cuenta Jaquemet. La isla también instaló redes para excluir a los tiburones de varias playas, prohibió el nado en otras y creó un sistema de patrullas de tiburones.
En 2019, Jaquemet y sus colegas descubrieron un descenso global en la población de los tiburones sarda, en parte debido a este tipo de medidas, explica. Vivir cerca de la orilla también pone a los tiburones sarda en riesgo de quedarse atrapados en sedales de pesca o redes cuyo fin es proteger a los nadadores.
Los tiburones sarda también podrían ser más vulnerables a la contaminación causada por los humanos, dice Hammerschlag. Como los animales nadan cerca de las desembocaduras de los ríos, se exponen a mercurio y otros metales pesados, a fármacos y a proliferaciones de algas tóxicas causadas por fertilizantes.
Por otra parte, el hecho de que un tiburón como Big Bull pueda existir quiere decir que se pueden albergar esperanzas para la especie.
«Big Bull podría estar viva y reproduciéndose», dice Hammerschlag. «En mi opinión, es emocionante saber que todavía quedan tiburones monstruosos ahí fuera».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.