Consejos para asegurarte de comprar salmón sostenible
Los expertos nos dan pistas para que podamos distinguir si el salmón que compras es el mejor para nosotros y para el planeta
Un salmón envuelto en papel espera a ser comprado en un mercado de pescado. Un estudio sobre pescado etiquetado como sostenible demuestras que algunos salmones salvajes pueden proceder de poblaciones amenazadas o podrían ser un primo originario de una granja pero que ha crecido en aguas tratadas químicamente.
No siempre consigues lo que buscas cuando compras un salmón etiquetado como sostenible y salvaje, según las últimas investigaciones hechas en Estados Unidos.
El pez puede proceder de una población amenazada o podría ser una variante de salmón salvaje que ha crecido en una aguas abarrotadas de químicos y se crió en una granja. Para proteger a los consumidores y los ecosistemas marinos, los defensores del medioambiente apuestan por un etiquetado más preciso y una mayor trazabilidad de cada pez a lo largo de toda la cadena alimenticia.
El salmón es desde hace años uno de los productos del mar preferidos tanto por españoles como por europeos. Aunque en Europa la mayor parte del consumo es de producción noruega (el mayor productor del mundo), irlandesa y escocesa, en EE. UU. y Japón se consumen (o venden) también otras variedades. Aun así, algunos expertos en productos marinos nos ofrecen estos consejos para poder distinguir mejor los salmones sostenibles.
1. Pistas visuales
Cuando un pescado está fileteado, se pierden muchas de las características visuales que ayudan a los consumidores a identificar el tipo de salmón. Por eso los expertos recomiendan comprar el pescado entero en una pescadería y que te lo fileteen allí.
El color del salmón también es una buena pista. La mayor parte del salmón que se consume en Europa es de la variante atlántica y de piscultura, caracterizado por su rechoncha forma y su color rojo artificial veteado de grasa, pero en EE. UU. también se encuentran variantes del océano Pacífico como el salmón rojo, que se caracteriza por su tono rojo anaranjado y su forma aplanada.
El salmón real, también oriundo de las aguas del Pacífico, es más complicado de distinguir debido a su parecido a su pariente del Atlántico. El salmón real es una de las especies salvajes más apreciadas y que puede llegar a costar casi de 50€ el kilo, lo que provoca que algunos comerciantes estén tentados de intentar dar el cambiazo con la variedad más barata.
“Si el precio parece demasiado bueno para ser cierto, posiblemente lo sea.”
2. Compra en temporada
Los estudios científicos en el fraude de productos marinos indican que comprar salmón salvaje en la temporada estival de pesca incrementa mucho las posibilidades de que el consumidor esté encontrando lo que busca. Un estudio hecho por la organización Oceana en Estados Unidos señala que el fraude en la venta de salmón solo es del siete por ciento en verano, cuando el salmón salvaje es fresco y está disponible, pero que se dispara hasta el 40 por ciento en invierno.
3. Cocina en casa
Los estudios demuestran que las opciones de que te den salmón de granja por salvaje se disparan en los restaurantes. En otro informe de Oceana, se vio que, en Estados Unidos, los comensales recibía un pescado distinto el 67 por ciento de las veces que pedían salmón. Lo más normal es que te sirvan salmón de granja en lugar de las variantes salvajes, que son más caras.
4. Compra con certificado
El Observatorio de Productos Marinos del Acuario de Bahía de Monterrey (California, EE. UU), que hace recomendaciones de consumo de productos marinos con base científica, recomienda evitar todo el salmón producido en la región atlántica de Canadá, en Noruega y en Chile y en la mayoría de las granjas de Escocia por distintas preocupaciones medioambientales.
Para los expertos, las mejores opciones son los salmones criados en la Columbia Británica (Canadá), Maine (EE. UU.), Nueva Zelanda, las islas Orkney de Escocia o Islas Feroe (Dinamarca).
El observatorio californiano recomienda fijarse en que los productos tengan un certificación como la ASC (Aquaculture Stewardship Council) o MSC (Marine Stewardship Council), que aunque para algunas especies con el atún procedente de México ha recibido críticas, el director del programa, Ryan Bigelow, afirma que han verificado que todo el salmón certificado por el ASC o el MSC cumple con los estándares de sostenibilidad. Algo que en Europa también recomiendan organizaciones como WWF (World Wildlife Found).
5. Escoge salmón criado en tierra
Últimamente, algunas operaciones de acuicultura en Europa, Estados Unidos y Asia han empezado a criar salmón en tierra en grandes tanques para prevenir la contaminación de ecosistemas marinos y reducir las enfermedades mediante un proceso continuo de limpieza y recirculación del agua. Para el Obervatorio de Productos Marinos californiano, este salmón, aunque tiene una oferta limitada, es "la mejor opción" para la sostenibilidad.
“Solo necesitamos que a los consumidores le importe.”
6. Paga su precio
Los grandes descuentos o precios anormalmente bajos pueden ser un claro indicativo de fraude pescadero. "Si el precio parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea", avisa Robert Hanner, experto en fraude de productos marinos de la Universidad de Guelph (Canadá).
7. Haz preguntas
La presión de los consumidores a las tiendas y restaurantes para que ofrezcan productos marinos sostenibles y aportar información precisa sobre su origen puede ayudar a cambiar las prácticas de la industria, dicen los expertos. "Los consumidores tienen que hacer pregunta porque eso empuja a los negocios a ser más sostenibles y transparentes", afirma Bigelow; "no debes sentirte culpable por no saberlo todo o no siempre tomar la decisión perfecta. Solo necesitamos que a los consumidores les importe".
Wildlife Watch es un proyecto de investigación liderado por National Geographic Society y National Geographic Partners que pretende informar sobre los crímenes contra la vida salvaje y su explotación. Puedes lee más sobre la misión sin ánimo de lucro de National Geographic Society en natgeo.com/impact.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.