La historia de 'Oso Vicioso' es real, y no es ninguna broma

La cinta, cuyo título original es 'Cocaine Bear', Oso Cocaína, es una comedia de terror basada en la sobredosis real de un oso negro estadounidense. La película ilustra cómo la imprudencia humana pone en peligro la vida salvaje.

Por Erin Blakemore
Publicado 14 mar 2023, 10:52 CET
Un oso negro americano, Ursus americanus, comiendo dientes de león.

A diferencia de la película, el "oso vicioso" consumió una cantidad fatal de cocaína que unos contrabandistas dejaron en el bosque. Aquí, un oso negro americano, Ursus americanus, comiendo dientes de león.

Fotografía de Barrett Hedges, Nat Geo Image Collection

¿Qué pasaría si un enorme mamífero ingiriera un montón de cocaína del tamaño de un oso? Cocaine Bear (que se estrena en en España el 5 de abril bajo el título Oso vicioso), una comedia de terror dirigida por Elizabeth Banks, imagina los resultados: un caótico festival de sangre carnívora alimentado por cocaína. La película está siendo un éxito que ya ha recaudado más de 53 millones de euros en todo el mundo en sus primeras tres semanas desde su estreno en Estados Unidos el 24 de febrero de 2023. Pero hay una historia real detrás del oso, y no es cosa de risa.

La película se basa en un incidente ocurrido en 1985 con un oso negro americano de más de 90 kilos que apareció muerto por sobredosis en un bosque de Georgia. El extraño descubrimiento fue noticia de primera plana y le valió apodos jocosos como "oso de las nieves" y "Pablo Escobear" (haciendo un juego de palabras con el nombre del famoso narcotraficante colombiano y la palabra oso en inglés, bear).

Pero la historia del verdadero oso cocainómano empezó décadas antes, y pone de relieve los efectos de la imprudencia de los humanos cuando se trata de la fauna que les rodea.

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¿Cómo consiguió el oso la cocaína?

La verdadera historia comienza con un hombre llamado Andrew Carter Thornton II. Nacido en 1944, era hijo de un importante criador de caballos de Kentucky y se convirtió en un experto paracaidista del Ejército de EE. UU., llegando incluso a ganar un Corazón Púrpura, condecoración presidencial para aquellos heridos o muertos en combate, cuando EE. UU. invadió la República Dominicana en 1965.

Thornton abandonó el ejército ese mismo año y regresó a Kentucky, donde se incorporó a la brigada de estupefacientes del departamento de policía de Lexington. Pero Thornton pronto se interesó más por la venta de drogas que por su represión. Como dijo un antiguo colega a la periodista de investigación Sally Denton años más tarde, Thornton era "'una personalidad de tipo paramilitar 007... un aventurero movido por subidones de adrenalina que se aburría siendo policía". Al final dimitió de la policía y se hizo abogado.

El deseo de emociones de Thornton le llevó cada vez más lejos en su carrera paralela en el narcotráfico. En 1981, fue acusado junto con otras 24 personas de pilotar un avión que introducía marihuana de contrabando desde Sudamérica hasta Lexington (Kentucky); tras meses como fugitivo y una persecución masiva, cumplió cinco meses de prisión y fue inhabilitado.

En septiembre de 1985, Thornton se lanzó al vacío en la que sería su última misión de contrabando de drogas, saltando de un avión sobre Knoxville, Tennessee, con una bolsa de lona que contenía 15 millones de dólares en cocaína. Murió al fallarle el paracaídas.

Pero aunque la vida de Thornton había terminado, su legado continuó. Dos meses después de la muerte del contrabandista, un cazador de Georgia encontró un oso muerto rodeado de los restos de una bolsa de lona que, según los investigadores, era de Thornton. Un médico forense concluyó que el oso de 90 kilos había muerto de intoxicación aguda por cocaína tras ingerir entre tres y cuatro gramos de cocaína. "Es suficiente para matar a cualquiera", declaró el investigador a los periodistas.

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¿Qué ocurre cuando un animal ingiere cocaína?

Pero, ¿se colocó realmente el animal con la cocaína? No está claro, y los científicos no están seguros de que los animales experimenten el mismo tipo de subidón que los humanos con sustancias como el alcohol, la marihuana o la cocaína. Aunque los animales ingieren sustancias como la hierba gatera, las setas alucinógenas y el alcohol, no hay forma de saber si las buscan por sus efectos recreativos.

Pero las drogas sí tienen algunos efectos en los animales: se ha visto a renos actuar de forma errática tras consumir setas, por ejemplo, y se ha observado que todo tipo de fauna salvaje se adormece tras un sorbo de alcohol. A veces, además, ingerirlos puede ser letal.

Cuando el auténtico "oso vicioso" fue encontrado en el bosque, llevaba muerto alrededor de un mes. A diferencia de los desmanes descritos en la película, los investigadores no informaron de ningún comportamiento amenazador o destructivo antes de su muerte. Tampoco se comió toda la cocaína que se cree que Thornton había traficado, y las autoridades concluyeron que un humano se había llevado el resto.

Como dijo el ursinólogo Chris Morgan a Alex Abad-Santos del portal Vox, aunque es probable que el oso experimentara algún tipo de reacción fisiológica, la historia de su muerte no es tanto la historia de un oso drogadicto como un ejemplo de cómo la basura humana pone en peligro a los animales.

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La realidad de la fauna salvaje y las drogas

Muchos casos de ingesta de drogas por parte de animales pueden explicarse por la curiosidad o simplemente por el hambre, y aunque la exposición accidental es frecuente, a menudo es el resultado del descuido o la crueldad humana.

Los estudios han descubierto que cuando aumenta el consumo de drogas por parte de los humanos, los animales son más propensos a consumirlas. Un equipo de investigadores descubrió que, en Estados Unidos, los perros corren mayor riesgo de intoxicación por opiáceos en los lugares con mayores tasas de prescripción de opiáceos, mientras que los perros que viven en estados con menores sanciones legales por consumo de marihuana también corren mayor riesgo.

La toxicidad de la marihuana puede incapacitar e incluso matar a perros y gatos, pero la línea de ayuda Pet Poison Helpline, un servicio de toxicología, afirma que recibe aún más llamadas sobre animales que ingieren accidentalmente antidepresivos y ansiolíticos, ibuprofeno y otras sustancias tóxicas contenidas en medicamentos humanos.

En muchos estados de Estados Unidos, dar intencionadamente drogas o alcohol a un animal es delito. El aumento de la protección jurídica de los animales forma parte de una tendencia más amplia de medidas legales que están ganando terreno en todo Estados Unidos, según informó Nat Geo a principios de este año. Una nueva propuesta del Servicio de Parques Nacionales que se está estudiando prohibiría el uso de señuelos alimenticios como rosquillas, comida para perros y grasa de tocino en las cacerías de osos, para evitar que los animales se acostumbren a rebuscar en la basura humana.

España la nueva ley de protección animal inscribe el suministro de drogas a animales "sin justificación terapéutica ni prescripción veterinaria cuando sea preceptiva" dentro del delito de maltrato animal.

Resulta que el oso envenenado con cocaína no fue el único que se vio en peligro potencial por el tráfico de drogas de Thornton. Había encontrado sólo una de las muchas bolsas de lona llenas de droga que Thornton supuestamente había tirado por zonas rurales de Georgia y Tennessee antes de su fatal salto. Tras su muerte, los investigadores hallaron pruebas de que Thornton y sus socios habían introducido de contrabando en EE.UU. 400 kilos de cocaína. Sin embargo, no se informó de otras bajas de osos ni de alborotos inducidos por la cocaína.

Durante décadas, la historia del "oso vicioso" fue una trágica nota a pie de página en la vida de una legendaria carrera criminal. Pero la película 2023 ha convertido el final del oso provocado por la cocaína en una leyenda propia. E increíblemente, "Pablo Escobear" no es el único animal que ingiere cocaína que es noticia: han aparecido informes sobre un felino salvaje capturado en Cincinnati con cocaína en su organismo, otro recordatorio de que los animales y las sustancias diseñadas para los humanos son una combinación peligrosa.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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