Cómo estos loros pasaron de la selva tropical a la jungla de asfalto
Los loros se han convertido en una imagen habitual en el condado de Los Ángeles, probablemente por la proliferación de aves domésticas que se escaparon.
Temple City, California, es una ciudad sin pretensiones al este de Pasadena que alberga las habituales vías concurridas, centros comerciales y barrios residenciales que uno espera en el densamente desarrollado condado de Los Ángeles. Además de las personas y sus mascotas, Temple City alberga una sorprendente población aviar.
Al anochecer, cientos de cotorras salvajes, algunas en grandes bandadas, otras solas o en parejas, se acercan desde todas las direcciones, graznando ruidosamente y sobrevolando en círculos antes de posarse en diversos dormideros. Estos pájaros de colores brillantes crean un espectáculo al posarse en los árboles, en los tendidos eléctricos y en las torres de telefonía móvil, pero lo que los hace tan inconfundibles es el jaleo que arman.
A la luz mortecina de una reciente tarde de noviembre, observé cómo una bandada especialmente numerosa de cotorras verdes se posaba en un árbol cercano y, camuflada, desaparecía entre las ramas. Fuera de mi vista, la abrumadora cacofonía de los pájaros parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez. La conmoción hacía comprender por qué en inglés a una reunión de loros se la llama pandemónio: lugar en que hay mucho ruido y confusión, según la Acedamia Española de la Lengua. Los graznidos sonaban caóticos y aleatorios y, de repente, los pájaros se callaron, como si hubieran accionado un interruptor.
"Mira", dijo Luke Tiller, mi guía de loros y presidente de la Asociación Audubon de Pasadena, mientras señalaba una mancha en el cielo, "un halcón".
Tiller explicó que el comportamiento en bandada ofrece protección a los loros. Cada loro alerta a la bandada del peligro mediante vocalizaciones, y muchas aves significan muchos ojos vigilantes. Además, el tamaño de la bandada disuade a depredadores como halcones y gavilanes de atacar a los loros. En cuanto el halcón se marchó, los loros reanudaron sus estridentes gritos.
Presenciar el regreso de los loros a su nido vespertino fue una experiencia sorprendente y cautivadora, aparentemente en contradicción con el denso entorno urbano. También planteaba una pregunta: ¿cómo llegaron estos loros, y otros como ellos en Los Ángeles, a vivir tan lejos de sus hábitats nativos en un entorno completamente distinto?
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Alas vibrantes en la Ciudad de los Ángeles
Como la mayoría de las buenas historias de Hollywood, el origen de la floreciente población de loros salvajes de Los Ángeles es objeto de debate y está envuelto en mitos. Algunos lo atribuyen al cierre de Busch Gardens Van Nuys en la década de 1970, que podría haber provocado la liberación de aves cautivas en el entorno de la ciudad. También hay historias no confirmadas de sueltas masivas de loros durante los disturbios de 1992, así como relatos de loros liberados durante un incendio en una tienda de mascotas de Pasadena en los años 90.
"Creo que hay algo de verdad en la mayoría de esas historias", dice Jamie Gilardi, director ejecutivo de World Parrot Trust. "No creo que nadie lo hiciera intencionadamente. Los loros son valiosos, así que probablemente sean liberaciones accidentales".
Desde luego, los loros no llegaron solos a Los Ángeles. Ninguna especie de loro ha vivido en el territorio continental de Estados Unidos desde que se extinguió el periquito de Carolina hace más de 100 años. El comercio de mascotas, de una forma u otra, trajo estas aves a Los Ángeles.
Los loros son populares mascotas domésticas, y algunos pueden llegar a vivir 80 años. Con más de 30 especies de loros viviendo actualmente en la zona de Los Ángeles, es probable que las aves de compañía se hayan escapado a lo largo de los años y hayan llegado a bandadas donde encontraron pareja y se reprodujeron, un caso similar al de las cotorras argentinas en las ciudades españolas.
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De los bosques a la ciudad
A diferencia de muchas especies no autóctonas, los loros de Los Ángeles son relativamente benignos y no han desplazado a las aves autóctonas, por lo que el estado de California no los considera especies invasoras. El principal impacto de los loros ha sido divertir o molestar a la gente durante los estridentes sobrevuelos de grandes bandadas. Sin embargo, debido al grave declive de una especie en su paisaje nativo, puede haber un importante segundo acto para los loros de Los Ángeles.
El loro más comúnmente visto en Los Ángeles es el loro de corona roja, originario de una pequeña región del noreste de México. Las poblaciones autóctonas de estas aves se han visto diezmadas por el comercio ilegal de mascotas y la pérdida de hábitat, disminuyendo en un 95%. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha incluido a estas aves en la lista roja de especies en peligro de extinción.
Los expertos creen que la población de loros de corona roja de Los Ángeles, estimada en más de 3000 ejemplares, es ahora mayor que la población remanente en México. También podría haber una considerable diversidad genética en los loros de Los Ángeles, una característica que podría resultar un salvavidas para la población en peligro de México.
Los loros se reúnen en un dormidero en Temple City, California, donde sus fuertes graznidos pueden resultar abrumadores.
Investigadores del Laboratorio Moore de Zoología del Occidental College de Los Ángeles estudian actualmente el ADN de la población de loros coronirrojos de Los Ángeles y lo comparan con el ADN de loros mexicanos conservados recogidos entre los años 30 y 50 para determinar si los loros de Los Ángeles son realmente descendientes directos. De ser así, los aviares angelinos podrían constituir una valiosa "población de rescate" para sus parientes en peligro de extinción, afirma John McCormack, director del Laboratorio Moore.
"Teníamos estas muestras que se recogieron incluso antes de que existiera el comercio de mascotas", dice McCormack. "Tenemos el registro original del ADN y los genomas de las especies, así que ahora podemos hacer una comparación histórica del ADN con las aves que están hoy en Los Ángeles". Algunas especies de loros se entrecruzan, y McCormack dice que el análisis de ADN revelará si las aves de Los Ángeles son descendientes genéticos puros de los loros mexicanos o si son híbridos.
"Desde el punto de vista de la conservación, y pensando en esto como una población de rescate para la disminución en la naturaleza, uno está más interesado en los loros puros y en establecer que hay reservorios de genomas nativos puros aquí en Los Ángeles", dice McCormack.
Al mismo tiempo, a través de iNaturalist y bajo los auspicios del Laboratorio Moore, existe un proyecto de ciencia ciudadana llamado Proyecto de vuelo libre de loros de Los Ángeles, que documenta los avistamientos. El proyecto ha registrado más de 7000 avistamientos de loros realizados por casi 2000 miembros en todo el sur de California.
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Amenazas urbanas y esperanza
Aunque la población de loros de Los Ángeles parece crecer y prosperar, se enfrenta a amenazas humanas. Un vídeo reciente en TikTok muestra a un hombre de Temple City que coge loros capturados con redes y los mete en su coche. Los loros de corona roja son animales de compañía codiciados y pueden llegar a venderse a unos 2000 euros cada uno, lo que presumiblemente es el motivo de su caza furtiva. El vídeo indignó a los vecinos, y los servicios de control de animales retiraron las redes colocadas en los árboles.
Como los loros son una especie no autóctona, no tienen la misma protección legal que las aves autóctonas. Una ley estatal prohíbe la captura de animales salvajes, lo que hace ilegal dañar o capturar a los loros salvajes de Los Ángeles. Sin embargo, cuando los agentes del sheriff del condado de Los Ángeles fueron a la casa del hombre del vídeo, no encontraron a los loros y determinaron que el hombre no había colocado las redes. No se presentaron cargos.
El comercio ilegal de mascotas sigue siendo una amenaza para los loros de corona roja, quizá incluso para los de Los Ángeles. Sin embargo, la amenaza actual parece mínima, y los conservacionistas esperan que los loros de Los Ángeles puedan volver algún día a su hábitat nativo para ayudar a restaurar una especie al borde del abismo.
"Resulta irónico que el comercio de animales de compañía, que los pone en peligro en su área de distribución nativa, haya sembrado esta población potencial de rescate que parece prosperar en Los Ángeles", dice McCormack.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.