Así se propaga el coronavirus en los aviones
Los viajes internacionales abren nuevas vías para los brotes de enfermedades como el coronavirus y la gripe. Descubre cuál es más peligroso y cómo puedes protegerte.
Cuando se produce un brote, es natural que uno desconfíe cuando se sube a un avión. Es aún más alarmante cuando hay dos virus graves circulando a la vez.
El nuevo coronavirus que comenzó en China ya ha llegado a 85 países, entre ellos España. Por su parte, también es época de gripe, que en la última temporada provocó 6300 fallecimientos en España.
Los principales aeropuertos han empezado a examinar a los pasajeros en busca de síntomas del coronavirus y más de tres docenas de aerolíneas (entre ellas Iberia, Air France o British Airways) han cancelado los vuelos a China y a otros lugares afectados por la crisis. Sin embargo, puede que esas medidas no proporcionen consuelo a alguien que tenga que subirse a un avión.
Al fin y al cabo, puedes evitar a una persona que estornuda en la fila de una cafetería, por ejemplo, pero una vez te subes a una lata de metal voladora y te pones el cinturón estás más o menos en manos del destino.
Aunque aún queda mucho por aprender del brote de Wuhan, los científicos sí conocen coronavirus similares y otras enfermedades respiratorias como la gripe. Entonces ¿cómo se contagian estos virus y, específicamente, en los aviones? ¿Cómo de grave es el peligro del coronavirus comparado con la gripe? Sigue leyendo.
En general, ¿cómo se extienden las enfermedades respiratorias?
Si alguna vez has estornudado en el brazo o te has alejado de un colega con tos en la oficina, conoces los conceptos básicos sobre cómo se contagian las enfermedades respiratorias.
Cuando una persona infectada tose o estornuda, arrojan gotitas de saliva, mucosidad u otros fluidos corporales. Si te caen encima —o si las tocas y después te tocas la cara, por ejemplo—, también puedes contagiarte.
El aire que circula por un espacio no afecta a estas gotitas, sino que caen bastante cerca de su origen. Según Emily Landon, directora médica de gestión antimicrobiana y control de infecciones del Centro Médico de la Universidad de Chicago, las pautas del hospital sobre la gripe definen la exposición como encontrarse a 1,8 metros de una persona infectada durante 10 minutos o más.
«El tiempo y la distancia importan», afirma Landon.
Las enfermedades respiratorias también pueden propagarse por las superficies sobre las que caen las gotitas, como los asientos o las bandejas de los aviones. El tiempo que perduran estas gotitas depende tanto de la propia gota como de la superficie; por ejemplo, si es moco o saliva, si es porosa o no porosa. La duración de los virus sobre las superficies puede variar drásticamente, de horas a meses.
También hay evidencias de que los virus respiratorios pueden transmitirse por el aire en partículas diminutas y secas denominadas aerosoles. Pero, según Arnold Monto, profesor de epidemiología y salud pública global de la Universidad de Míchigan, no es el mecanismo de transmisión principal.
«Para mantenerse, para permitir verdaderos aerosoles, el virus debe poder sobrevivir en ese entorno durante el tiempo que se expone a secarse», afirma. Los virus prefieren la humedad y muchos dejan de ser infecciosos si se secan durante demasiado tiempo.
¿Qué quiere decir eso en un avión?
La Organización Mundial de la Salud define el contacto con una persona infectada como estar en un asiento a dos filas de dicha persona.
Pero las personas no se quedan sentadas durante los vuelos, sobre todo en los que duran varias horas. Visitan el baño, extienden las piernas y cogen objetos de los compartimentos superiores. De hecho, durante el brote de coronavirus de 2003 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés), un pasajero a bordo de un vuelo de Hong Kong a Pekín infectó a personas que estaban fuera de la frontera de las dos filas de la OMS. El New England Journal of Medicine indicó que los criterios de la OMS «no habrían incluido al 45 por ciento de los pacientes con SARS».
Inspirado en parte en ese caso, un equipo de investigadores de salud pública se dispuso a estudiar cómo los movimientos aleatorios en un avión pueden cambiar la probabilidad de infección de los pasajeros.
El “FlyHealthy Research Team” observó el comportamiento de los pasajeros y la tripulación de diez vuelos transcontinentales en Estados Unidos de entre tres horas y media y cinco horas de duración. El equipo, dirigido por Vicki Stover Hertzberg y Howard Weiss de la Universidad de Emory, no solo analizó cómo se desplazaban las personas por la cabina, sino también cómo afectaba ese movimiento a la cantidad y la duración de los contactos con otras personas. Querían estimar cuántos acercamientos podían facilitar la transmisión durante los vuelos transcontinentales.
«Supón que estás sentado en un asiento de pasillo o un asiento del medio y yo paso a tu lado para ir al baño. Vamos a estar cerca, es decir, que estaremos a un metro. Así que si estoy infectado, podría contagiarte... El nuestro fue el primer estudio que lo cuantificó», explica Weiss, profesor de biología y matemáticas de la Universidad del Estado de Pensilvania.
Según reveló el estudio en 2018, la mayoría de los pasajeros se levantaban de su asiento en algún momento —en general para ir al baño o buscar algo en los compartimentos superiores— durante estos vuelos de media distancia. En total, el 38 por ciento de los pasajeros se levantaba de su asiento una vez y el 24 por ciento, más de una vez. Otro 38 por ciento permanecía en sus asientos durante todo el vuelo.
Gracias a esta actividad, se pueden determinar cuáles son los asientos más seguros. Los pasajeros con menos probabilidades de levantarse estaban en los asientos de ventana: solo el 43 por ciento se desplazó frente al 80 por ciento de las personas con asientos de pasillo.
Por consiguiente, los pasajeros con asientos de ventana tenían muchos menos acercamientos que las personas en otros asientos, con una media de 12 contactos frente a los 58 y 64 contactos respectivos de los pasajeros en asientos de pasillo y del medio.
Elegir un asiento de ventana y separarse disminuye las probabilidades de entrar en contacto con una enfermedad infecciosa. Sin embargo, el modelo del equipo demuestra que los pasajeros en asientos de pasillo y del medio —incluso los que están dentro del alcance de dos asientos de la OMS— tienen una probabilidad relativamente baja de contagiarse.
Weiss atribuye esto a la relativa brevedad de los contactos entre las personas en los aviones.
«Si estás en un asiento de pasillo, es evidente que pasarán varias personas a tu lado, pero se mueven rápido. En su conjunto, lo que demostramos es que existe una probabilidad bastante baja de transmisión a cualquier pasajero en particular», afirma Weiss.
La historia cambia si la persona enferma es un miembro de la tripulación. Como los auxiliares de vuelo pasan mucho tiempo caminando por el pasillo e interactuando con los pasajeros, es más probable que tengan acercamientos adicionales y más largos. Según el estudio, un miembro de la tripulación enfermo tiene la probabilidad de infectar a 4,6 pasajeros, «por tanto, es indispensable que los auxiliares de vuelo enfermos no vuelen».
¿Qué significa esto en el caso del nuevo coronavirus?
Como indica Weiss, aún no sabemos por qué vía principal se contagia el nuevo coronavirus. Podría ser principalmente mediante gotitas respiratorias, el contacto físico con la saliva o la diarrea seguido del consumo oral de material viral, o quizá incluso los aerosoles.
Aclara que este modelo no incluye la transmisión de aerosoles, aunque el equipo de FlyHealth espera investigar este tema en el futuro. En el estudio, los investigadores también advierten que este modelo no puede extrapolarse directamente a vuelos de larga duración ni a aviones con más de un pasillo.
Landon coincide en que aún no sabemos cómo se transmite el coronavirus, pero cree que los resultados de este estudio son aplicables. Señala que todos los coronavirus anteriores se han transmitido mediante gotitas, así que sería raro que este nuevo patógeno fuera diferente. De hecho, el nuevo coronavirus se comporta de forma muy similar al SARS en muchos sentidos. Ambas son enfermedades zoonóticas, es decir, que se originaron en animales antes de saltar a humanos, y ambas parecen haber surgido en murciélagos. Estos virus también se transmiten de humano a humano y tienen un periodo de incubación largo —de hasta 14 días para el coronavirus de Wuhan, frente a los dos de media de la gripe—, es decir, que las personas pueden estar enfermas y transmitir la enfermedad antes de mostrar síntomas.
Con todo esto en mente, Landon sugiere seguir las pautas de los CDC para enfermedades infecciosas cuando estés en un avión. En ellas se incluye lavarse las manos con jabón o usar un desinfectante para manos después de tocar cualquier superficie, sobre todo porque hay pruebas de que los coronavirus duran más tiempo sobre las superficies que otras enfermedades, de tres a 12 horas. También debes evitar tocarte la cara y entrar en contacto con pasajeros que tosan por todos los medios.
¿Qué es peor, el coronavirus o la gripe?
Hay muchas formas de estimar el peligro de una enfermedad, pero centrémonos en dos números que suelen usar los investigadores de salud pública: el número básico de reproducción y la tasa de letalidad.
El número básico de reproducción —R0 o r sub cero— se refiere al número de casos nuevos que provoca una persona infectada. Maia Majumder, profesora del Hospital Infantil de Boston y de la Facultad de Medicina de Harvard, ha rastreado esa cifra.
Sus resultados preliminares indican que el nuevo coronavirus tiene una tasa de transmisión de entre 2.0 y 3.1 personas. Es superior a la de la gripe —1.3 a 1.8—, pero similar a la del SARS, cuyo número básico de reproducción está en el rango de 2 a 4. Por consiguiente, los coronavirus son ligeramente más propensos a extenderse entre personas.
“Para la gripe tenemos vacunas, un par de antivirales. No los tenemos para este coronavirus.”
La tasa de letalidad es la cantidad de víctimas que se cobra la enfermedad dividida por la cantidad de personas contagiadas. Técnicamente, la gripe estacional, pese a considerarse una lacra mundial, mata a una proporción relativamente pequeña de sus casos, con una tasa de letalidad de en torno al 0,1 por ciento. El motivo por el que la gripe es una emergencia de salud pública anual es porque infecta a muchísimas personas; por ejemplo, según datos del Ministerio de Sanidad, en la temporada de 2018/19 se produjeron 6300 muertes vinculadas a la gripe. Por eso las autoridades sanitarias recomiendan que la vacunación frente a la gripe.
La tasa de letalidad también explica por qué las agencias de salud pública envían alertas sobre brotes emergentes de coronavirus. El SARS tenía una tasa de letalidad de un 10 por ciento, casi 100 veces superior a la de la gripe, y la tasa del nuevo coronavirus se sitúa cerca del 3 por ciento, a la altura de la pandemia de gripe española de 1918.
Si el SARS o el coronavirus de Wuhan llegaran a afectar a millones de personas, podría resultar devastador. Landon indica que, a diferencia de la gripe, toda la población humana es susceptible a este coronavirus porque nadie lo ha padecido antes y no existe ningún tratamiento específico, como una vacuna.
Las autoridades sanitarias y el público dependen del control de la infección, como lavarse las manos, reducir el contacto con individuos afectados y las cuarentenas. Monto sugiere que estas medidas de salud pública podrían suponer la diferencia y cambiar el curso de este coronavirus, como ocurrió con el SARS.
«Eso es lo que esperamos, que pueda controlarse con medidas estandarizadas de salud pública, porque es lo que tenemos», afirma. «Para la gripe tenemos vacunas, un par de antivirales. No los tenemos para este coronavirus».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com el 28 de enero de 2020. Se ha actualizado para incluir las últimas estadísticas y los datos sobre las aerolíneas que han cancelado vuelos.