Qué saben y qué no saben los científicos sobre cómo tratar el coronavirus

Los expertos nos explican qué sabemos por ahora sobre cómo tratar el coronavirus COVID-19 tanto en los hospitales como en casa.

Por Michael Greshko
Publicado 25 mar 2020, 14:06 CET
Francia
Una víctima de la COVID-19 es evacuada del hospital civil de Mullhouse, en el este de Francia, el 23 de marzo de 2020. La región de Gran Este es el epicentro del brote en Francia, que registra el tercer número de fallecidos más alto de Europa por detrás de Italia y España.
Fotografía de Jean-francois Badias, AP Images

Se están publicando estudios médicos sobre la COVID-19 a un ritmo vertiginoso, lo que suele generar confusión en cuanto a cuestiones simples como qué analgésicos tomar o cómo cuidar de los familiares enfermos en casa.

Como orientación, National Geographic ha recurrido a médicos e investigadores destacados de Estados Unidos y Canadá para que nos recomienden cómo cuidarnos desde casa y cuándo es necesario buscar atención médica.

Cómo combatir una fiebre

La buena noticia es que aproximadamente el 80 por ciento de los casos de COVID-19 presentan solo síntomas leves o moderados que no requieren hospitalización. Los médicos recomiendan que estos pacientes se aíslen, permanezcan hidratados, coman bien y gestionen los síntomas lo mejor que puedan. (Para más información, consulta el decálogo del Ministerio de Sanidad y las recomendaciones de aislamiento para casos leves.)

Para tratar la fiebre asociada a muchas enfermedades, entre ellas la COVID-19, los médicos sugieren tomar paracetamol antes que ibuprofeno. Julie Autmizguine, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del CHU Sainte-Justine en Montreal, Canadá, explica que si la fiebre persiste, los pacientes deberían considerar cambiar al ibuprofeno.

Tanto ella como otros médicos expresan esta preferencia porque el ibuprofeno y otros medicamentos relacionados (denominados antiinflamatorios no esteroideos o AINE) pueden tener efectos secundarios perjudiciales, como daño renal, úlceras estomacales y sangrados gastrointestinales.

Sin embargo, esta advertencia no quiere decir que el ibuprofeno y los AINE agraven el pronóstico con el coronavirus, como sugirieron la semana pasada varias noticias virales tras la declaración del Ministerio de Sanidad francés de que deberían evitarse estos medicamentos durante la terapia de COVID-19. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) desmintió en un comunicado que existieran datos que indicaran que el ibuprofeno agrava las infecciones por COVID-19 y recomienda tratarlo con paracetamol como primera alternativa.

“No tengo constancia de que se haya demostrado que los AINE supongan un problema para esta enfermedad ni para cualquier coronavirus.”

por STANLEY PERLMAN, UNIVERSIDAD DE IOWA

«No tengo constancia de que los AINE supongan un problema para esta enfermedad ni para cualquier coronavirus», explica Stanley Perlman, experto en coronavirus, pediatra e inmunólogo del Carver College of Medicine de la Universidad de Iowa.

El paracetamol también conlleva sus riesgos y solo debe consumirse si no se tiene alergia ni lesiones hepáticas previas. La medicación es segura con dosis diarias totales inferiores a 3000 miligramos, pero si se supera este máximo diario se corre el riesgo de sufrir daños hepáticos o algo peor.

«La sobredosis de paracetamol es la causa más común de hepatitis fulminante en Estados Unidos», afirma José Manautou, toxicólogo de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Connecticut.

La gente debería contabilizar todas las medicinas que consumen, ya que algunos medicamentos sin receta que tratan los síntomas de la gripe y algunos somníferos contienen paracetamol. También debería evitarse el consumo de alcohol cuando se toma paracetamol. El hígado necesita la misma sustancia (glutatión) para atenuar el potencial tóxico del alcohol y del paracetamol. Si consumes demasiado de ambos, las toxinas pueden acumularse en el cuerpo.

¿Y la cloroquina y la azitromicina?

Los equipos médicos están trabajando contrarreloj para intentar encontrar el tratamiento óptimo para la COVID-19. La semana pasada, el presidente estadounidense Donald Trump manifestó su apoyo a dos medicamentos que han existido durante décadas: la azitromicina, un antibiótico, y una versión de la cloroquina, un medicamento contra la malaria.

Lo cierto es que la FDA estadounidense no ha aprobado la hidroxicloroquina (usada habitualmente para tratar la artritis reumatoide y el lupus) para tratar la COVID-19, aunque sí ha aprobado un ensayo de este medicamento combinado con azitromicina en el estado de Nueva York. Con todo, las autoridades sanitarias de todo el mundo instan a la prudencia respecto a los medicamentos.

«Muchas de las cosas que se escuchan por ahí son lo que yo llamaría noticias anecdóticas. Mi trabajo es demostrar sin lugar a duda que un medicamento es seguro y que, además, funciona», declaró Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, en una rueda de prensa del grupo de trabajo de coronavirus de la Casa Blanca.

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    “De hecho, en el estudio francés los únicos pacientes que fallecieron o que tuvieron que ser ingresados en la UCI habían tomado hidroxicloroquina.”

    La historia de la cloroquina empezó con varios estudios reducidos en China y Francia, que tienen deficiencias y ofrecen pocas lecciones que se puedan aplicar a los pacientes en su totalidad. Los resultados franceses solo se basan en 36 personas y se centran en la carga viral de los pacientes, es decir, la cantidad de partículas virales que hay en el cuerpo. De hecho, en el estudio francés los únicos pacientes que fallecieron o que tuvieron que ser ingresados en la UCI habían tomado hidroxicloroquina.

    «Carecemos de datos de ensayos aleatorios y controlados que nos indiquen cómo ha funcionado la cloroquina en personas reales», afirma Annie Luetkemeyer, especialista en el VIH y enfermedades infecciosas del Departamento de Medicina de la Universidad de California, San Francisco.

    Automedicarse con hidroxicloroquina y azitromicina también conlleva sus riesgos, ya que los medicamentos podrían estresar el corazón y aumentar el riesgo de arritmia. El lunes, el Trump se comprometió a enviar a Nueva York miles de dosis de esta combinación para un ensayo de la FDA, poco después de que un hospital de Arizona informara del fallecimiento de uno de sus pacientes tras automedicarse con fosfato de cloroquina, una forma del compuesto empleada para limpiar tanques de acuarios. Las autoridades sanitarias de Nigeria informaron de dos casos de sobredosis de cloroquina el fin de semana.

    «Ahora mismo, lo último que queremos es inundar los departamentos de urgencias con pacientes que creen haber encontrado una solución vaga y peligrosa que podría poner en peligro su salud», declaró Daniel Brooks, director médico del Centro Banner de Información sobre Venenos y Medicamentos de Phoenix, en un comunicado de prensa.

    ¿Son seguros los medicamentos para la tensión?

    Los inhibidores ECA o IECA, medicamentos que se usan ampliamente para tratar la hipertensión, también han sido objeto de críticas durante la crisis de la COVID-19, ya que se ha sugerido que los pacientes deberían dejar de tomar esta medicación si desarrollan síntomas.

    En una serie de cartas publicadas en el British Medical Journal, Nature Reviews Cardiology y The Lancet Respiratory Medicine, varios investigadores han cuestionado que los IECA puedan contribuir a restablecer las infecciones de coronavirus en los pulmones. Este temor se debe al hecho de que el SARS y el nuevo coronavirus penetran en las células fijándose a una proteína denominada enzima conversiva de la angiotensina II, o ECA2 para abreviar. La proteína abunda en las superficies de las células del corazón y los pulmones, donde ayuda a regular una hormona que afecta a la vasoconstricción.

    Una consecuencia de los IECA es que podrían incitar a las células a fabricar más ECA2. Un estudio de 2005 halló pruebas de ese aumento en ratones y un estudio de 2015 en humanos halló mayores niveles de ECA2 en la orina de pacientes que tomaban medicamentos relacionados con los IECA.

    Sin embargo, según la Asociación Americana del Corazón, el Consejo de Hipertensión de la Sociedad Europea de Cardiología, la AEMPS y una publicación del 20 de marzo en el European Heart Journal, actualmente no existen evidencias de que los IECA agraven el pronóstico de la COVID-19 en humanos. Es más, la AEMPS recomienda que los pacientes a quienes hayan recetado estos medicamentos continúen con el tratamiento.

    «No deberíamos ni empezar a ni dejar de tomar estos medicamentos hasta que tengamos mucha más información», afirma Luetkemeyer.

    La COVID-19 sí parece suponer un mayor riesgo para las personas con hipertensión y enfermedades cardiovasculares, pero es probable que tenga que ver con las propias patologías subyacentes. Es más, los IECA podrían tener propiedades antiinflamatorias, que podrían ayudar a los pulmones de pacientes con COVID-19 a sobrellevar mejor la enfermedad.

    «Ese sería un estudio clave, comparar a personas con hipertensión con o sin estos medicamentos para comprobar si existe alguna diferencia. Pero sería muy difícil hacerlo y probablemente sería muy complicado justificarlo a nivel ético», afirma Perlman.

    Cuándo buscar atención médica

    «Si tienes síntomas respiratorios graves o muestras empeoramiento, queremos que busques atención médica de urgencia», afirma Purvi Parikh, especialista en alergias y enfermedades infecciosas del NYU Langone en Nueva York.

    En pacientes que llegan con síntomas graves, como sensación de falta de aire, los trabajadores sanitarios empiezan centrándose en los niveles de oxígeno, la tensión y la cantidad de fluido que tiene el paciente en los pulmones, todo ello para mantenerlo estable. También intentan tratar la fiebre, que puede provocar incomodidad y desembocar en daño celular.

    En los casos más graves de COVID-19, deben conectar al paciente a un respirador (un dispositivo que mueve el aire hacia dentro y fuera de los pulmones) durante más de una semana, por eso las autoridades sanitarias están preocupadas por la falta de respiradores. De hecho, el Gobierno español ya ha solicitado a la OTAN 450 000 respiradores, 1,5 millones de mascarillas y 150 000 trajes de protección sanitarios.

    (Estos son los teléfonos de atención por el coronavirus de cada comunidad autónoma.)

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    Los peores casos de COVID-19 pueden dar lugar al síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), una insuficiencia pulmonar grave causada por varios tipos de infecciones graves. Los hospitales cuentan con métodos establecidos para tratar el SDRA. Tienen que colocar a los pacientes boca abajo para mejorar la capacidad de ventilación de los pulmones y no deben administrárseles demasiados fluidos. Además, los respiradores de los pacientes con SDRA se configurarían para mover volúmenes de aire más bajos, para minimiza el estrés de los alvéolos, las subcámaras diminutas de los pulmones.

    Dentro de los hospitales, el personal está intentando minimizar el uso de equipo que pueda liberar gotitas respiratorias, como los dispositivos de respiración asistida con oxígeno que introducen aire en los pulmones. Otros hospitales toman precauciones adicionales con dispositivos denominados nebulizadores, que convierten los medicamentos líquidos en nieblas inhalables, ya que las nieblas podrían levantar el SARS-CoV-2.

    ¿Cuáles son los medicamentos más prometedores?

    Investigadores y médicos de todo el mundo están intentando probar si algunos medicamentos preexistentes podrían aplicarse a la lucha contra el COVID-19. Los médicos entrevistados por National Geographic expresaron que hay muchas esperanzas puestas en el remdesivir, una medicación antiviral desarrollada por Gilead Sciences.

    «El único por el que apostaría es el remdesivir», afirma Perlman.

    El remdesivir imita el componente básico del ARN viral y obstaculiza la capacidad de multiplicación del virus. Un estudio chino muy difundido publicado el 4 de febrero en Cell Research informó de que el remdesivir interrumpía la replicación del SARS-CoV-2 en el laboratorio. En España hay dos ensayos clínicos similares en marcha.

    Sin embargo, el medicamento aún es experimental y ha sufrido reveses en el pasado. El remdesivir se desarrolló originalmente para combatir el ébola, pero sus ensayos clínicos en humanos fracasaron.

    Con todo, hallar un tratamiento viable exige ensayos clínicos controlados rigurosamente en humanos, algo que llevará su tiempo. «En retrospectiva, hubiera estado bien haber invertido más esfuerzo en medicamentos anticoronavirus. Es fácil decirlo ahora, [pero] hace cinco meses, no tanto», añade Perlman.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com y se ha localizado para incluir la información pertinente de las autoridades españolas.
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