Las emisiones de carbono han descendido debido al coronavirus, pero no por mucho tiempo
Las emisiones de CO2 se han desplomado ante la paralización mundial por la pandemia, pero los expertos afirman que esta caída no durará si los gobiernos no optan por energías más limpias.
Un Los Ángeles prácticamente sin tráfico. Las autoridades municipales han implorado a los ciudadanos que practiquen el distanciamiento social y se queden en casa en la medida de lo posible para ralentizar la propagación del coronavirus.
Es cada vez más evidente que la escala a la que el nuevo coronavirus ha alterado la sociedad no se parece a nada que haya vivido la mayor parte de la población del planeta. Un indicador marcado de las repercusiones de la pandemia es su efecto en el consumo de combustibles fósiles y en las emisiones de dióxido de carbono. Si los datos preliminares de algunas de las economías más grandes del mundo son un indicador, las emisiones experimentarán un descenso pronunciado pero temporal.
En China, se estima que las emisiones de carbono descendieron un 18 por ciento entre principios de febrero y mediados de marzo debido a la reducción del consumo de carbón y la producción industrial, según cálculos publicados por CarbonBrief, una página web de ciencia y política climáticas. Esa ralentización ha hecho que el mayor emisor del mundo evitara 250 millones de toneladas de carbono contaminante, más de la mitad de las emisiones de carbono anuales del Reino Unido.
Por su parte, en la Unión Europea el descenso de la demanda de electricidad y la baja producción podrían hacer que las emisiones caigan casi 400 millones de toneladas este año, una cifra que representa aproximadamente un nueve por ciento del objetivo de emisiones acumulativas para 2020 de la UE, según previsiones preliminares publicadas la semana pasada. Aunque los datos de Estados Unidos son limitados, los expertos prevén que las repercusiones del coronavirus también se extenderán hasta la atmósfera conforme la economía cae en picado.
Evidentemente, no podemos celebrar este respiro planetario. Además, podría ser un beneficio pasajero a corto plazo. En China, las emisiones ya están volviendo a subir a medida que el país reabre sus fábricas. Si en el futuro no hay un apoyo gubernamental sólido a la energía limpia, los expertos afirman que la pandemia no revertirá el ascenso de las emisiones de carbono globales, algo que debe pasar de inmediato para cumplir las metas climáticas mundiales.
«En términos de impactos físicos directos, sí, se observa una desaceleración de algunas emisiones. Pero obviamente lo que importa son las emisiones acumulativas. Si es breve, no va a tocar la punta del iceberg», afirma Andrea Dutton, climatóloga de la Universidad de Wisconsin-Madison.
El descenso y el repunte de las emisiones de China
Como epicentro del brote de COVID-19 y primer país que tomó medidas drásticas para detenerlo, China fue el primer lugar donde se visibilizó el impacto del virus en las emisiones de carbono. Según un análisis preliminar publicado por CarbonBrief, las emisiones se desplomaron un 25 por ciento en las primeras cuatro semanas tras el Año Nuevo chino a finales de enero, cuando el consumo de carbón y la actividad industrial como el refinado de petróleo y la fabricación de cemento no repuntaron tras la ralentización anual por las fiestas.
«El motivo era inequívoco», afirma Li Shuo, asesor de políticas para Greenpeace East Asia. «Se debió principalmente a la interrupción socioeconómica generada por el coronavirus».
Con el bloqueo del país, los trabajadores no pudieron llegar a las fábricas y la demanda de energía y materiales como el acero y el cemento siguió siendo baja.
Las chimeneas del río Yangtsé emiten vapor conforme China intenta reactivar su economía, paralizada por los estragos del coronavirus en el país.
Ante el descenso de los casos de coronavirus, durante el último mes China se ha esforzado para reactivar su economía. Para finales de marzo, el uso de energía, los niveles de contaminación atmosférica y las emisiones de carbono parecían estar repuntando, según Lauri Myllyvirta, del Centro para la Investigación de Energía y Aire Limpio de Finlandia, que dirigió el análisis de CarbonBrief. Esto se refleja en las últimas cifras de Myllyvirta, que muestran un descenso de las emisiones de solo un 18 por ciento en un periodo de siete semanas que comenzó a principios de febrero.
Sin embargo, la situación no ha vuelto a la normalidad. Shuo cuenta de forma anecdótica que el sector servicios de Pekín aún está recuperándose y muchos pequeños negocios siguen cerrados. Por otra parte, algunas industrias han vuelto a funcionar y se enfrentan a un nuevo reto: la falta de demanda de sus productos en el extranjero.
Shuo afirma que es «inevitable» que un futuro paquete de estímulos del gobierno incluya financiación a algunos proyectos de infraestructura a gran escala e indica que el gobierno chino prefiere esa estrategia para contrarrestar los declives económicos en el sector servicios. Es probable que eso provoque un aumento de la contaminación por carbono, pero se desconoce si compensará los descensos de las emisiones vinculados a las dificultades económicas generalizadas.
«Hace un mes, la mayoría de la gente pensaba que esta sería una caída temporal en la curva de las emisiones. Si el marco temporal es “durante este año”, no cuesta mucho determinarlo, porque lo que está pasando [en la economía] a nivel internacional y en China no es una mera caída temporal», afirma Shuo.
Descensos en Europa y Estados Unidos
Conforme la economía china continúa su ascenso accidentado, las economías de Estados Unidos y la UE, segundo y tercer mayores emisores de carbono, se están hundiendo. Los datos preliminares apuntan a una gran disminución del consumo de energía y de las emisiones vinculadas al transporte conforme los gobiernos ordenan a la gente a trabajar desde casa y a las industrias no esenciales a cerrar temporalmente.
En Italia, que usa principalmente gas natural para generar electricidad, la demanda de energía cayó de forma constante con el bloqueo del país a principios de marzo. A final de mes, la demanda había bajado un 27 por ciento respecto al mismo periodo en 2019, según una nota de investigación de la consultora Wood Mackenzie publicada el 30 de marzo. En Francia (donde se usa la nuclear), que ordenó un bloqueo nacional casi una semana después que Italia, la demanda de energía también ha caído en picado, mientras que en Reino Unido (gas natural) la demanda está empezando a descender tras la orden de quedarse en casa de la semana pasada.
Si se asume que la reciente caída del consumo de electricidad en Italia es una señal de lo que ocurrirá en otros lugares, la demanda de energía en toda la UE podría bajar un 6,2 por ciento para finales de año respecto a un mundo sin pandemia, según una previsión publicada la semana pasada por Marcus Ferdinand, analista de la consultora Independent Commodity Intelligence Services.
Si se combina esta bajada del apetito eléctrico en Europa con los fuertes descensos de la actividad industrial y el tráfico aéreo que se proyectan, Ferdinand prevé que este año las emisiones de la UE podrían caer hasta 389 millones de toneladas. Esa cifra es superior a las emisiones anuales de Francia y se acerca al nueve por ciento del objetivo de emisiones acumulativas para 2020 de la UE.
Ferdinand advierte que esta proyección se basa en «bastantes supuestos que deben reevaluarse conforme el avance la crisis». Con todo, aunque solo algunos de estos supuestos económicos —como un posible descenso de un 50 por ciento en la actividad industrial entre abril y junio— acaben siendo pesimistas, el análisis no tiene en cuenta otras fuentes fundamentales de emisiones de carbono, como el transporte por tierra, que también parece haber caído en lugares afectados como Italia. (El análisis de Ferdinand solo analizó los sectores económicos cuyas emisiones se rigen conforme al régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea.)
“Yo preveo que esto se prolongará unos cuantos años en términos de crecimiento económico atrofiado.”
Por su parte, parece que las emisiones vinculadas al transporte están cayendo en picado en Estados Unidos. Según Trevor Reed, analista de investigación de transporte en la firma INRIX, el tráfico en vehículos de pasajeros en el país había bajado un 38 por ciento a principios de la semana pasada. Esto se traduce en una reducción similar —si no proporcionalmente más alta— de las emisiones de carbono, ya que los coches suelen funcionar con más eficiencia cuando hay menos atascos.
La industria de la aviación, intensa en emisiones de CO2, también se ha quedado sin combustible. Reed afirma que aunque el tráfico de camiones de larga distancia aún se sostiene, prevé que empezará a disminuir conforme persistan los bloqueos, se profundice la recesión y caiga la demanda de artículos no esenciales.
Como el transporte es la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos y los vehículos de pasajeros representan aproximadamente un 60 por ciento de dichas emisiones, el efecto a corto plazo en la huella de carbono del país podría ser considerable.
La demanda de electricidad de Estados Unidos es más imponderable. Un análisis del 31 de marzo de Scotiabank determinó que aunque la demanda de energía estaba «desplomándose» en los sectores industriales y comerciales del país, por ahora podría mitigarla el aumento de la demanda residencial, ya que hay millones de estadounidenses en casa que dejan la luz, la televisión y las consolas encendidas durante más horas del día.
Sin embargo, Adam Jordan, analista del sector de la energía en Genscape, una filial de Wood Mackenzie, advierte que esta es una «perspectiva a corto plazo» e indica que los bloqueos ya parecen «estar reduciendo la congestión de la red eléctrica» en la mayor parte del país, sobre todo en el litoral.
«A largo plazo, si esto se convierte en una recesión prolongada, creo que la demanda total descenderá más de lo que puede compensarla la cargar residencial», afirma.
Incertidumbre a largo plazo
En su conjunto, los datos sugieren que es probable que la alteración global sin precedentes provocada por la pandemia de coronavirus esté causando una caída pronunciada y breve de las emisiones de carbono en algunas de las economías más grandes del mundo. Aunque cuesta determinar cuándo se recuperarán dichas economías a escala global —ya que depende principalmente de la eficacia de las respuestas de los países al COVID-19—, la pandemia podría haber dejado su huella en las emisiones de carbono de 2020.
«Yo preveo que esto se prolongará unos cuantos años en términos de crecimiento económico atrofiado», afirma Glen Peters, director de investigación del Centro para la Investigación Internacional del Clima y el Medio Ambiente de Oslo, Noruega.
Como el crecimiento económico aún está estrechamente vinculado a las emisiones de carbono a escala global, Peters afirma que podría provocar una caída mundial de las emisiones de un uno por ciento o más, algo comparable a lo que ocurrió durante la crisis financiera de 2009. Sin embargo, si la crisis económica acaba siendo peor de lo que se prevé actualmente, las emisiones podrían caer más.
Una vez la crisis sanitaria actual y el posterior invierno económico terminen, el mundo tendrá que tomar una decisión. Las emisiones podrían repuntar con fervor si los países recurren a fuentes de energía antiguas y sucias —como el petróleo históricamente barato— para reconstruir sus economías. La decisión de la administración de Trump de finalizar el desmantelamiento de sus estándares de ahorro de combustible y los 50 000 millones de dólares para rescatar a la industria de la aviación del país sugieren que, por ahora, el gobierno estadounidense no pretende reducir el uso de combustibles fósiles en el futuro postcoronavirus.
Con un gobierno diferente, eso podría cambiar. Como han señalado varios expertos en las últimas semanas, el apoyo gubernamental sólido a la energía limpia —mediante créditos fiscales a la energía renovable y a los vehículos eléctricos, las inversiones en infraestructura baja en carbono y los edificios eficientes— podría conducir a las economías en una dirección más verde tras la pandemia. Y los cambios sociales que se han producido debido a los bloqueos por el coronavirus —como el teletrabajo y las conferencias virtuales— podrían dar cierto impulso al mundo.
«Tenemos la oportunidad de introducir medidas en los paquetes de estímulos que aceleren la transición a la energía limpia y fomenten la resiliencia energética, de forma que los países y las industrias salgan de esta crisis en una posición mejor a la que estaban antes», declaró Faith Birol, directora ejecutiva de la Agencia Internacional de la Energía.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.