¿Cuánta distancia pueden recorrer las gotas de la tos y el estornudo?

Un estudio del MIT revela que un estornudo puede expulsar saliva y moco a más de dos metros y que las microgotas pueden permanecer en el aire más tiempo de lo pensado.

Por Sarah Gibbens
Publicado 20 abr 2020, 12:12 CEST

Las imágenes de vídeo de alta velocidad en color revelan los dos componentes principales de un estornudo: una lluvia de gotas más grandes (en verde) cuyas trayectorias pueden alcanzar hasta dos metros desde la persona que estornuda (en amarillo) y una nube (en rojo) compuesta por una mezcla de gotitas más pequeñas suspendidas en gas cálido y húmedo. Las gotas portadoras de patógenos pueden quedar suspendidas en el aire no solo durante segundos, sino minutos, y pueden alcanzar una distancia de hasta ocho metros.

Fotografía de Lydia Bourouiba, Mit

Si te pones de los nervios al escuchar un estornudo o una tos durante esta pandemia, la investigación de Lydia Bourouiba no te aportará mucho consuelo.

Bourouiba, experta en dinámica de fluidos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, ha pasado los últimos años usando cámaras de alta velocidad y luz para revelar cómo las expulsiones del cuerpo humano pueden propagar patógenos como el nuevo coronavirus. Los vídeos y las fotografías de su laboratorio, ralentizadas a 2000 fotogramas por segundos, muestran que la boca de una persona puede expulsar una fina niebla de moco y saliva a casi 160 kilómetros por hora y a una distancia máxima de ocho metros. Tras estornudar, una nube turbulenta de gas que contiene gotitas puede quedarse suspendida durante varios minutos, dependiendo del tamaño de las gotas.

Vídeo de alta velocidad de un estornudo grabado a 1000 fotogramas por segundo y mostrado por segundos: a) 0,006; b) 0,029; c) 0,106; d) 0,161; e) 0,222 y f) 0,341 segundos.

Fotografía de Lydia Bourouiba, Mit

Entender cómo viajan y se dispersan estas nubes es fundamental para contener las enfermedades respiratorias infecciosas como la COVID-19, ya que aún quedan muchas lagunas de conocimiento sobre su propagación. La investigación de Bourouiba resalta un debate científico vigente sobre cómo se desplaza por el aire el nuevo coronavirus, lo que sugiere que dicha transmisión aérea podría ser más probable de lo pensado.

Según Bourouiba, es probable que las pautas de las autoridades sanitarias (que recomiendan una separación de al menos dos metros) se queden cortas porque no tienen en cuenta la dinámica de fluidos. Sus colegas y ella han documentado una gotita de un estornudo que recorrió más del cuádruple de esa distancia. Aunque estornudar no es uno de los síntomas habituales de la COVID-19, una persona asintomática con alergias estacionales o un estornudo aleatorio podría propagar el germen.

«Esto repercute en la cantidad de personas que puedes introducir en un espacio. Repercute en cómo gestionamos el trabajo en equipo y las reuniones, sobre todo si la ventilación no se cambia con regularidad», afirma.

Gotas grandes y pequeñas

Cuando un virus que infecta el aparato respiratorio abandona el cuerpo humano, lo hace dentro de una gotita de saliva o moco. Durante décadas, los científicos las han clasificado en gotitas grandes (de más de cinco o 10 micrones) o gotitas pequeñas, denominadas aerosoles.

Cuanto más grande sea la gota, más probable será que caiga al suelo o en objetos cercanos tras expulsarla. Si una persona las toca y después se lleva la mano a la cara, puede contraer el virus, por eso es importante que nos lavemos las manos con frecuencia. Sin embargo, las gotitas más pequeñas son menos predecibles y pueden recorrer más distancia, aunque en determinadas condiciones se evaporan enseguida.

Agencias como la Organización Mundial de la Salud clasifican las enfermedades según se propaguen de forma predominante mediante en partículas grandes o partículas pequeñas; se cree que la COVID-19 se propaga principalmente mediante partículas respiratorias grandes.

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    Tras estornudar, las imágenes en vídeo de alta velocidad capturaron una cascada de gotas grandes.

    Fotografía de Lydia Bourouiba, Mit

    Tras estornudar, las imágenes de alta velocidad capturaron una nube persistente de microgotas que pueden extender los patógenos a más distancia.

    Fotografía de Lydia Bourouiba, Mit

    En cambio, la investigación de Bourouiba sugiere que la dicotomía podría ser arbitraria. Su estudio indica que un estornudo puede expulsar gotitas de varios tamaños de siete a ocho metros de una nariz. El tiempo exacto que perduran tras evaporarse depende de varias condiciones, como la humedad y la temperatura. Normalmente, los aerosoles se secan más rápido, pero las gotitas pequeñas que contienen virus pueden estar varios minutos atrapadas en el interior de la nube cálida y húmeda de un estornudo.

    Además, los expertos aún no saben exactamente cuánto del coronavirus se necesita para contagiar a alguien. «Aún no hemos determinado una dosis infectante, así que ¿a cuántas partículas tendrías que exponerte? Es difícil saberlo», afirma Joshua Santarpia, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska. Los estudios de la gripe demuestran que no todas las rutas de transmisión tienen la misma probabilidad de contagiarte y que las gotas de mayor tamaño transportan dosis más grandes del virus, lo que aumenta la probabilidad de infección.

    «Aún se está deliberando si la COVID-19 se propaga por aerosoles», explica Ben Cowling, epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong. En un estudio publicado a principios de este mes en Nature Medicine, Cowling y su equipo de investigación descubrieron que la gripe puede propagarse por aerosoles y sospecha que el nuevo coronavirus también podría extenderse por el aire en distancias cortas.

    «En muchos sentidos, la gripe es similar. Llevamos un siglo estudiando la gripe y aún no hay consenso respecto a cómo se transmite porque es difícil determinarlo», indica Donald Milton, experto en transmisión por aerosoles de la Universidad de Maryland.

    Tápate cuando tosas y estornudes

    Gran parte de lo que sabemos sobre cómo se propaga por el aire este coronavirus se basa en muestras tomadas en habitaciones de personas con COVID-19, pero llevar a cabo este tipo de estudios conlleva incertidumbre.

    «Cuesta bastante tomar muestras del virus del aire porque recoger partículas finas por un filtro tiende a secarlas. Lo único que puedes determinar es que hay ARN y no está claro si sigue siendo infeccioso», afirma Milton.

    Los expertos sanitarios creen que es improbable que las actividades con las que jadeamos, como correr o montar en bici, aumenten las probabilidades de transmisión, pero un estudio publicado hace poco en el New England Journal of Medicine determina que hablar en alto puede expulsar gotitas respiratorias hasta a un metro del hablante.

    Las mascarillas podrían ayudar a reducir la propagación, pero son más eficaces cuando las llevan los portadores del virus y deben utilizarse de forma adecuada para proteger a los demás. Según la OMS, actualmente no hay pruebas de que llevar mascarilla evite que una persona sana contraiga infecciones respiratorias. Sin embargo, las personas que no muestran síntomas de COVID-19 pueden contagiar la enfermedad, de ahí que en muchos países se recomiende el uso de mascarillas de tela en público.

    Como la investigación de Bourouiba demuestra la distancia extraordinaria a la que se pueden lanzar gotitas respiratorias, una de las cosas más importantes que pueden hacerse es taparse la nariz y la boca al toser y estornudar.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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