El Homo erectus podría haber vivido entre 150.000 y 200.000 años antes de lo pensado
El hallazgo de los fragmentos de cráneo de Homo erectus y Paranthropus robustus más antiguos que se han documentado arroja luz sobre un periodo fundamental de la evolución de los homínidos.
Estos fragmentos del cráneo de un Homo erectus se descubrieron en Sudáfrica. Es la primera vez que se encuentra esta especie en la región.
En el invierno de 2015, Jesse Martin y Angeline Leece estaban extrayendo lo que pensaban que eran restos de babuinos de un fragmento de roca. Estos estudiantes de la Universidad de La Trobe, en Australia, formaban parte de una expedición para recopilar y estudiar fósiles de la cantera de Drimolen, al noroeste de Johannesburgo, Sudáfrica. Sin embargo, a medida que limpiaban y recomponían los fragmentos del cráneo, se percataron de que los fósiles no pertenecían a un babuino, sino a un Homo erectus, una especie que nunca se había identificado en Sudáfrica hasta ahora.
«No creo que nuestros supervisores dieran crédito hasta que lo vieron con sus propios ojos», recuerda Martin.
El cráneo se ha descrito en la revista Science, junto a los fragmentos del de otro homínido antiguo, el Paranthropus robustus, hallado en el mismo sitio. Varias técnicas de datación diferentes apuntaban a que los cráneos de ambas especies tenían más o menos la misma antigüedad: unos dos millones de años. Según el nuevo estudio, del que Martin y Leece son coautores, esto los convertiría en los fósiles más antiguos de sus respectivas especies hallados hasta la fecha.
«Creo que han presentado argumentos de peso que respaldan que es el Homo erectus más antiguo de África y, de hecho, del mundo», escribe por email Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad del Witwatersrand. Berger, explorador de la National Geographic Society, no participó en el nuevo estudio.
El origen enigmático del Homo erectus
La antigüedad de los fósiles resultó particularmente sorprendente en el caso del cráneo del Homo erectus. La mayoría de los paleoantropólogos cree que este antepasado humano apareció en el África oriental, donde se han descubierto varios fósiles más recientes de Homo erectus, así como los restos probables de especies de Homo más antiguas. Se ha planteado la hipótesis de que el Homo erectus apareció fuera de África, ya que los fósiles más antiguos de la especie que se conocían antes de este hallazgo se descubrieron en el yacimiento de Dmanisi, en Georgia.
Martin afirma que ahora parece cada vez más improbable que los orígenes del H. erectus se encuentren en Asia. «El primer problema de esa idea es que las evidencias más antiguas de Homo erectus están en Sudáfrica. Pero un problema mayor es que no hay ningún candidato a antepasado del Homo erectus en Asia. Si excavas a más profundidad en los yacimientos donde se han hallado restos del Homo erectus, no hay homínidos».
Sin embargo, el descubrimiento del nuevo cráneo en Sudáfrica tampoco significa necesariamente que el Homo erectus apareciera allí. «Según las pruebas actuales, yo diría que apareció en algún lugar de África donde aún no lo hemos buscado», afirma Martin.
Marcia Ponce de León, paleoantropóloga de la Universidad de Zúrich en Suiza que no participó en el estudio, está de acuerdo en que «es razonable llamar al nuevo fósil Homo erectus». En 2013, un estudio llevado a cabo por Ponce de León y sus colegas describió un cráneo de homínido de 1,8 millones de años hallado en Dmanisi, Georgia y lo identificó como perteneciente a uno de los primeros Homo erectus que salió de África.
Conforme la especie migraba por los continentes, siguió adaptándose a entornos nuevos. «Cada población de cada especie sigue evolucionando allí donde va», explica por email Ponce de León. Rastrear la propagación y la adaptación del Homo erectus por el mundo podría aportar información sobre cómo sobrevivía nuestro ancestro nómada en los diversos ambientes con los que se topaba.
«Fue el primer experimento humano con la globalización», afirma Martin.
Tres homínidos en el sur de África
Hace dos millones de años, el Homo erectus no era precisamente abundante. «Parece que el Paranthropus robustus lo superaba en número por 10 a 1», explica Leece.
Como su nombre indica, el Paranthropus robustus —uno de los «australopitecinos robustos»— tenía un cráneo muy grueso, dientes bastante grandes y una cresta impresionante sobre el cráneo a la que se fijaban los enormes músculos que usaba para masticar. «La teoría principal es que consumían alimentos duros, no necesariamente cosas que tuviera que aplastar, sino alimentos fibrosos que había que masticar mucho, como determinados tubérculos o hierbas», afirma Leece.
La especie Australopithecus sediba, que es más antigua, también estaba presente en la región. El registro fósil sugiere que esta sería la época en torno a la que los Paranthropus y los Homo empezaron a remplazar a los Australopithecus, un momento fundamental de la evolución de las especies que nos precedieron.
La mayor parte del año, las especies de Homo, Paranthropus y Australopithecus disponían de recursos suficientes y es probable que las tres consumieran más o menos los mismos alimentos. Sin embargo, Martin indica que en esta zona los inviernos pueden ser duros. «Por la mañana hace muchísimo frío y, según las estimaciones, por aquel entonces haría aún más frío. Así que este era un clima bastante duro para un homínido». En dichas circunstancias difíciles, es probable que las mandíbulas fuertes y la capacidad de comer alimentos fibrosos y duros del Paranthropus robustus le proporcionaran una ventaja importante.
Una teoría sostiene que el Australopithecus sediba podría haber sido un antepasado directo del género Homo, incluida la especie Homo erectus. En cambio, los autores del nuevo estudio cuestionan esta teoría, ya que el cráneo de Homo erectus que han descubierto es más antiguo que los restos de Australopithecus sediba hallados en el yacimiento cercano de Malapa.
Berger, que formó parte del equipo que halló los fósiles de Australopithecus sediba en Malapa en 2010, cree que aunque el cráneo del Homo erectus sea más antiguo, es posible que el Australopithecus sediba fuera un antepasado de la especie. «La especie madre puede existir fácilmente al mismo tiempo y en el mismo lugar que su especie descendiente», afirma.
Independientemente de qué especie apareció primero, hay algo que queda claro: más de un millón de años después, solo el Homo erectus caminaba por la Tierra.
El Homo erectus conquista el mundo
Leece explica que, aunque el cráneo hiperespecializado del Paranthropus robustus podría haber sido de utilidad en entornos determinados, en última instancia este rasgo habría sido su perdición. Cuando el ambiente cambia, las adaptaciones extremas pueden convertirse en un hándicap.
Al comparar los dos nuevos cráneos que han analizado, resulta evidente que el Paranthropus robustus superó al Homo erectus al principio, pero este último estaba trabajando en su propia adaptación evolutiva. El cráneo característico del H. erectus, que tiene forma de lágrima, sugiere que el cerebro de este miembro primitivo del género Homo estaba expandiéndose y reorganizándose.
El cráneo de Homo erectus que extrajeron Martin y Leece de la roca no pertenecía a un adulto. A juzgar por el grado de fusión de los huesos del cráneo, era de un niño de entre dos y seis años. A esta tierna edad, su cerebro ya habría sido más grande que el de la mayoría de los Australopithecus y Paranthropus adultos. Además, las impresiones en los fósiles demuestran que el cerebro infantil aún estaba creciendo y empujaba hacia fuera los huesos del cráneo. «Hasta pueden verse los vasos sanguíneos», afirma Martin.
Martin afirma que, mientras que el Paranthropus robustus desarrolló una especie de «piedra de moler portátil», el Homo erectus «se adaptó para ser adaptable» y para resolver todo tipo de problemas con los que se habría topado durante su viaje de África a Asia y a partes del sur de Europa. El cerebro cada vez más hábil de la especie le permitió ser más lista que otros animales mediante la fabricación de herramientas, la colaboración y quizá incluso la reflexión sobre el futuro.
Susan Antón, paleoantropóloga de la Universidad de Nueva York que ha estudiado restos de Homo erectus de África y Asia, explica que el Homo erectus sobrevivió durante casi dos millones de años, lo que lo convierte en la especie de Homo de más éxito que se conoce. Por email, escribe: «Quizá ahora mismo el Homo sapiens sea más abundante de lo que fue jamás el Homo erectus. Pero ¿duraremos tanto? Solo el tiempo lo dirá».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.