La venta del T. rex «Stan» por 31,8 millones de dólares enfurece a la comunidad científica

Para los paleontólogos, el fósil era inestimable, pero los expertos temen su pérdida para la investigación científica ahora que está en manos de un comprador anónimo.

Por Michael Greshko
Publicado 13 oct 2020, 12:01 CEST
El fósil de Tyrannosaurus rex conocido como Stan

El fósil de Tyrannosaurus rex conocido como Stan se exhibe en una galería en la casa de subastas Christie's en Nueva York el 17 de septiembre de 2020.

Fotografía de Spencer Platt, Getty Images

Hace más de tres décadas, en Dakota del Sur, un paleontólogo aficionado llamado Stan Sacrison descubrió a un titán de la antigüedad: el fósil casi completo de un Tyrannosaurus rex de 12 metros de largo. La bestia, apodada «Stan» en honor a su descubridor, se excavó en 1992 y ha permanecido durante años en el Instituto Black Hills de Investigación Geológica, una entidad privada, en Hill City, Dakota del Sur. Aunque nunca hayas visitado el instituto, es muy probable que hayas visto a este T. rex en particular: se han exhibido decenas de moldes de sus huesos en museos de todo el mundo, de Tokio a Albuquerque.

Ahora, el mazo de un subastador ha puesto en duda el futuro de Stan, ya que los huesos del dinosaurio se han vendido al mayor postor —por ahora anónimo— y los expertos temen que la ciencia haya perdido al querido T. rex.

El 6 de octubre, Christie’s, una casa de subastas de Londres, vendió al T. rex por la friolera de 31,8 millones de dólares, el mayor precio que se ha pagado por un fósil en una subasta. El récord anterior se batió en 1997 con la venta de «Sue», un T. rex casi completo excavado por el mismo instituto de Dakota del Sur y comprado por el Museo Field de Historia Natural de Chicago por 8,36 millones de dólares (el equivalente a casi 13,5 millones de dólares en la actualidad).

El día después de la venta de Stan, la paleontóloga Lindsay Zanno, del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, describió el precio de venta como «sencillamente abrumador».

«Es un precio astronómico que roza lo absurdo, por lo que yo sé del mercado», añadió el paleontólogo David Evans, director de paleontología de vertebrados del Museo Real de Ontario, en Toronto, que sugirió que el comprador anónimo podía haberse gastado esa misma cantidad de una forma mucho más eficaz para ampliar el conocimiento de la humanidad sobre estas bestias prehistóricas. «Bien invertida, esta cantidad de dinero podría financiar 15 puestos permanentes de investigación de dinosaurios o casi 80 expediciones de campo al año, de forma perpetua», escribió por email.

Los científicos también han planteado su inquietud por las repercusiones negativas que podría tener la venta para el estudio de los dinosaurios, ya que incentiva a que la gente busque y venda fósiles bien preservados en lugar de dejar que los paleontólogos los estudien.

«Esto es terrible para la ciencia y supone un gran impulso y un incentivo para que los puntos de venta exploten los fósiles de dinosaurios del oeste de los Estados Unidos», afirma el experto en tiranosaurios Thomas Carr, paleontólogo del Carthage College en Kenosha, Wisconsin.

Los paleontólogos temen que, si el comprador es un coleccionista privado, los investigadores y el público pierdan acceso al fósil, lo que limitaría su capacidad para repetir resultados como las medidas de sus huesos o para llevar a cabo nuevos análisis con herramientas y técnicas más avanzadas.

La capacidad de repetir experimentos es «un principio de la ciencia; forma parte de nuestra base ética», afirma Zanno. «El mundo de la paleontología está en ascuas» por descubrir el futuro de Stan.

¿Por qué han vendido a Stan?

El Instituto Black Hills es muy conocido por su implicación en la obtención de —y la larga batalla por la custodia de— un T. rex llamado Sue, que incluyó una redada del FBI y una disputa legal con la tribu siux del río Cheyenne. Aunque no ha sido tan dramática, la venta de Stan también surge de una sentencia judicial.

Durante años, el Instituto Black Hills ha expuesto a Stan en su museo en Hill City. Además de vender moldes de resina a otros museos, el instituto ha ofrecido a los investigadores acceder al fósil, lo que ha dado lugar a un aluvión de estudios científicos sobre la gran fuerza de la mordedura del T. rex o sobre cómo se flexionaba y se movía el cráneo del T. rex.

«El esqueleto de Stan es sin lugar a dudas uno de los mejores especímenes de Tyrannosaurus rex que se han descubierto jamás y se ha publicado muchas veces en la literatura científica», cuenta Evans. «Stan es uno de los especímenes clave para comprender al T. rex».

Por su parte, Carr incluyó a Stan en tres estudios sobre la diversidad y la forma del cráneo de los tiranosaurios en los primeros años de su carrera como paleontólogo. Ahora lamenta esa decisión, ya que el fósil siempre estuvo en manos privadas y, por consiguiente, corría el peligro de que lo vendieran. «Al final, acabé contribuyendo a la promoción de la venta del fósil... junto a otras 45 publicaciones científicas sobre Stan», afirma. «No deberíamos ni haberlo rozado».

El camino de Stan hasta la subasta comenzó en 2015, cuando Neal Larson, un accionista dueño de un 35 por ciento del Instituto Black Hills (y hermano del presidente del instituto, el paleontólogo Pete Larson), demandó a la empresa para liquidar sus activos. Según el Rapid City Journal de Dakota del Sur, la empresa había expulsado a Neal Larson del consejo de administración tres años antes, tras una agria disputa por acuerdos comerciales y porque defendió a un exempleado acusado de conducta sexual impropia.

En 2018, un juez dictaminó que Stan debía ser subastado para pagar la parte de Neal Larson, según un comunicado de prensa de la empresa. Pese a la venta de Stan, el Instituto Black Hills conserva los derechos de elaborar y vender moldes de los huesos del T. rex en el futuro, incluidas réplicas a tamaño real de su esqueleto.

«Nos entristece saber que el ganador de la subasta probablemente no haya sido un museo, pero esperamos que el nuevo dueño exponga a Stan para que el público pueda seguir viendo y estudiando este increíble esqueleto original», declaró Pete Larson en un comunicado de prensa el 7 de octubre.

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    En 2018, James Hyslop, director del departamento de ciencias e historia natural de Christie’s, empezó a guiar a Stan por el proceso de subasta. El 6 de octubre, Hyslop estuvo al teléfono con el postor anónimo, anunciando la puja ganadora desde la oficina de Christie’s en Londres.

    En un email a National Geographic, Hyslop se negó a hacer comentarios sobre la identidad del comprador o sobre si es un coleccionista privado o una institución de investigación pública. «Como en todas las ventas, nos complace haber logrado un buen resultado», escribió. «Ha sido un honor tener la oportunidad de trabajar con un espécimen tan extraordinario».

    Lujo y pérdida

    En Estados Unidos, los huesos fósiles hallados en terreno federal son propiedad pública y solo pueden extraerlos investigadores autorizados. Los restos deben permanecer en propiedad pública, en repositorios aprobados como museos acreditados.

    Sin embargo, los fósiles hallados en terrenos privados pueden comprarse y venderse, y Stan no es el único fósil de dinosaurio que se ha subastado recientemente. En 2018, la casa de subastas francesa Arguttes vendió el esqueleto del dinosaurios depredador Allosaurus, lo que provocó críticas por parte de la comunidad paleontológica porque su venta, al igual que la de Stan, creaba la percepción de que los dinosaurios tenían más valor monetario que científico.

    La Sociedad de Paleontología de Vertebrados (SVP, por sus siglas en inglés), que consta de 2000 miembros y representa a paleontólogos de todo el mundo, se opone a las subastas de fósiles y ha desaconsejado el estudio de fósiles de colecciones privadas, por temor a que los investigadores y el público no siempre gocen de acceso a ellos. En septiembre, la organización envió una carta a Christie’s pidiéndoles que solo permitieran a instituciones de investigación públicas pujar por Stan. En su respuesta, Christie’s reconoció la postura de la sociedad, pero declaró que la venta no podía restringirse, según Emily Rayfield, paleontóloga de la Universidad de Bristol, presidenta de la SVP y una de las cosignatarias de la carta de la sociedad.

    «La naturaleza prominente de la subasta y la publicidad del evento de la subasta se diseñaron para apelar a postores de alto nivel, lo que a su vez eleva el precio del material fósil y fomenta [la imagen de] los fósiles como artículos de lujo», escribió Rayfield en una entrevista por email. «¿Cómo pueden las instituciones públicas gastar este dinero en un solo espécimen fósil, dinero que podría financiar puestos de trabajo, programas sobre el terreno, formación, exhibiciones y muchas más cosas?».

    Otros países han adoptado posturas más estrictas respecto al comercio de fósiles. Por ejemplo, en Alberta, Canadá, los fósiles descubiertos en la provincia no pueden exportarse gracias a una ley de los años setenta que los clasifica como parte del patrimonio natural de Alberta. Países como Brasil, China y Mongolia tienen leyes similares. Sin embargo, Evans señala que persisten los mercados negros de fósiles de estos países, en parte por el atractivo de las sumas exorbitadas.

    «La venta de Stan perpetuará la expoliación de fósiles protegidos a gran escala», afirma Evans. «Es desgarrador».

    Jessica Theodor, paleontóloga de la Universidad de Calgary y próxima presidenta de la SVP, añade que las subastas no solo excluyen a los investigadores: también pueden afectar a la búsqueda de fósiles en los años posteriores. Theodor cuenta que, tras la venta multimillonaria de Sue en 1997, algunos investigadores estadounidenses fueron excluidos de terrenos privados donde habían trabajado durante décadas. En parte se debía a que los terratenientes querían vender los fósiles o arrendar los derechos de excavación de los terrenos a empresas privadas. Los paleontólogos también han notado un aumento del vandalismo en los yacimientos, ya que los ladrones tratan de robar lo que consideran restos valiosos.

    «Una gran venta como esta causará muchos más daños que [la venta de] Sue», dijo Theodor.

    Una súplica paleontológica

    Los excavadores de fósiles comerciales de Estados Unidos han alegado durante años que su modelo empresarial saca a la luz fósiles importantes, ya que los beneficios motivan a que más gente los excave. Las empresas más reputadas de este tipo excavan y preparan los fósiles respetando normas muy estrictas y se ponen en contacto con los investigadores cuando descubren fósiles de importancia científica.

    En el mejor de los casos, este sistema puede hallar y proteger fósiles inestimables, como el dinosaurio Zuul crurivastator, descubierto por la empresa estadounidense Theropoda en un rancho privado de Montana en 2014. Cuando Theropoda se dio cuenta de lo que había encontrado, se puso en contacto con el Museo Real de Ontario, en Canadá, que envió investigadores al yacimiento y compró el fósil por una suma desconocida en 2016.

    Pese al debate sobre las ventas comerciales, las subastas públicas son bestias en sí mismas. Las guerras de pujas pueden aumentar el precio de un fósil por encima de lo que pueden invertir universidades o museos. Por consiguiente, los fósiles que de otro modo pasarían a pertenecer a una entidad pública acaban en colecciones privadas.

    Stan parece ser el botín de una de esas guerras. Durante la subasta del martes, dos postores hicieron que el precio de Stan se disparara millones de dólares en cuestión de minutos. No cabe duda de que este ascenso meteórico ha excluido a la mayoría de las instituciones públicas, sobre todo este año, ya que la COVID-19 ha sido económicamente devastadora para museos de todo el mundo.

    Los paleontólogos con los que contactó National Geographic han apelado al dueño anónimo de Stan a que done el espécimen de T. rex a un museo o institución de investigación.

    «Haga lo correcto: renuncie por completo a su titularidad del fósil y dóneselo a un museo de historia natural acreditado para que pueda hacerse ciencia de forma ética con Stan para el beneficio de todas las personas del planeta que sientan interés por los dinosaurios», pidió Carr.

    «Tiene la oportunidad de compartir un tesoro con el mundo», añadió Zanno». «Es un regalo muy poco común; acéptelo».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
    Tiranosaurio rex olfato

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