La exportación de este dinosaurio único de Brasil provoca polémica y una investigación
La exportación del fósil de un dinosaurio con plumas desde Brasil en 1995 podría haber violado las leyes del país, según científicos brasileños. Por ello podría suspenderse la publicación del estudio que lo describe.
El dinosaurio Ubirajara jubatus es el primer dinosaurio no aviar con plumas prominentes en el hombro que se ha documentado. El fósil también ha causado controversia porque se teme que su exportación en 1995 desde Brasil pudiera haber sido ilegal.
En 1995, un museo del suroeste de Alemania adquirió un fósil inusual incrustado en piedra caliza de color crema procedente del nordeste de Brasil: un dinosaurio de 120 millones de años de antigüedad cubierto de un extraño material que, según planteó un científico, podría ser algas.
Veinticinco años después, se ha confirmado que el depredador es el único de su clase: es el primer dinosaurio no aviar con plumas hallado en el hemisferio sur. Ahora, los científicos brasileños están demandando que Alemania devuelva el fósil. Desde que el dinosaurio, llamado Ubirajara jubatus, se dio a conocer el 13 de diciembre en la revista Cretaceous Research, días de protestas por internet con el hashtag #UbirajaraBelongstoBR han cuestionado si el fósil, que tiene un valor científico incalculable, fue exportado legalmente.
«Esto no debería estar pasando, ya que este fósil nunca debería haber salido de Brasil», afirma Flaviana Lima, paleontóloga de la Universidad Regional de Cariri en Crato, Brasil.
La Sociedad Brasileña de Paleontología (SBP) anunció el 21 de diciembre que colaborará con el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Brasil para investigar la legalidad de la exportación del Ubirajara a Alemania. Asimismo, Cretaceous Research contó a la SBP que consideraría retirar temporalmente el estudio del Ubirajara de su página web, a la espera de los resultados de la investigación. «La lucha aún no ha terminado», declaró la SBP en un comunicado.
Eberhard Frey, coautor del estudio y paleontólogo en el Museo Estatal de Historia Natural Karlsruhe, donde se encuentra el Ubirajara, señala que las muestras se transportaron tras recibir la autorización de un funcionario brasileño. Añadió que está debatiendo la situación del Ubirajara con sus colegas en Brasil. «Estoy seguro de que encontraremos una solución», escribió en un correo electrónico a National Geographic.
El Ubirajara no es el primer espécimen que plantea problemas sobre la posible exportación ilegal de fósiles brasileños. Algunos países, como los Estados Unidos, permiten la venta de material fósil en casos específicos. Pero la legislación brasileña ha mantenido desde 1942 que los fósiles del país pertenecen al estado y prohíbe su venta comercial. Sin embargo, la aplicación irregular de la ley permitió el auge de un mercado negro de fósiles desde la década de 1970 hasta mediados de la década de 1990. Hasta hoy en día, los especímenes del país se compran y venden abiertamente por todo el mundo.
Frey supervisa muchos fósiles brasileños en el museo Karlsruhe, que ha estudiado con David Martill, paleontólogo de la Universidad de Portsmouth en Inglaterra y otro coautor del nuevo artículo. Entre ellos se incluyen los primeros fósiles conocidos de los pterosaurios Unwindia y Arthurdactylus, el antiguo pariente de los cocodrilos Susisuchus y el dinosaurio Mirischia, pariente del Ubirajara.
Durante años, Martill ha defendido la legalización del coleccionismo de fósil como forma pragmática de descubrir fósiles con valor científico. En el caso específico de Brasil, Martill contó a National Geographic por correo electrónico que «estaría contento si todos los fósiles brasileños de todos los museos del mundo regresaran a Brasil», pero añadió que, en su opinión, las leyes de Brasil sobre la titularidad de los fósiles son innecesariamente estrictas y contraproducentes.
«Como el comercio de fósiles era ilegal y como su comercialización podría generar mucho dinero, se volvió completamente corrupto», escribió.
Los paleontólogos brasileños han argumentado durante mucho tiempo que justificar el comercio ilegal de fósiles no es ético y priva a Brasil de sus recursos científicos.
«Una frase que viene a la mente es: "Oh, no, otra vez no"», afirma el paleontólogo brasileño Tiago Simões, becario posdoctoral de Harvard y experto en serpientes y lagartos fosilizados de Sudamérica. «Por desgracia, es así de predecible».
Dinosaurios emplumados
El destino del fósil suscita especial preocupación por la singularidad del Ubirajara, un dinosaurio depredador que probablemente medía 1,4 metros del hocico a la cola, unos 33 o 35 centímetros a la altura del hombro y tenía un peso similar al de un pavo o pollo grande. El Ubirajara es el primer dinosaurio descubierto con plumas puntiagudas que se extienden desde los hombros y que probablemente exhibía con ostentación mientras vagaba por el actual Brasil hace 120 millones de años, durante el Cretácico.
El fósil incluye los huesos del cuello y la espalda del dinosaurio, algunas costillas y una extremidad anterior completa, así como trozos de «adipocira» (o «cera cadavérica») derivados de las grasas del cuerpo de la criatura. El Ubirajara también incluye las improntas de las plumas, que incluyen una «melena» de pelos que cae sobre la espalda del dinosaurio.
Los científicos han comparado al Ubirajara con el ave del paraíso de Wallace, de Indonesia, cuyos machos tienen plumas similares en el hombro que utilizan al exhibirse.
Además de él, los únicos dinosaurios con plumas documentados en Sudamérica son aves primitivas con plumas de aspecto moderno y capaces de volar, no los pelos más primitivos ni las plumasanchas de los hombros del Ubirajara. Solo se han encontrado unos pocos dinosaurios fósiles con plumas anchas y todos proceden de China o Norteamérica.
«Hasta ahora, nos hemos estado perdiendo la mitad del mundo, en materia de la evolución de las plumas», afirma el autor principal del estudio Robert Smyth, que realizó la investigación siendo estudiante de máster en la Universidad de Portsmouth bajo la supervisión de Martill. «Ha sido un espacio en blanco».
El dinosaurio podría haber utilizado las plumas de los hombros para atraer parejas o luchar por su posición social, de forma similar a las plumas de los hombros de las actuales aves del paraíso de Wallace, de Indonesia. «No es necesario desarrollar plumas complejas, modernas y aviares para adaptarlas a las complejas estructuras de exhibición», afirma Smyth.
En un guiño a estas insólitas plumas, los científicos que describieron el dinosaurio lo llamaron Ubirajara, que significa «señor de la lanza» en el idioma indígena tupi de Brasil.
Fósiles que cruzan el Atlántico
Al igual que otros yacimientos de fósiles importantes, como Mongolia y la provincia de Alberta, en Canadá, las leyes de Brasil determinan la situación legal de los fósiles y controlan cómo pueden salir del país.
En virtud de un decreto presidencial de 1942, los fósiles de Brasil pertenecen al estado y cualquier «exploración y explotación de depósitos fósiles» por museos nacionales, museos estatales o «fundaciones oficiales similares» deben ser aprobadas por los reguladores mineros brasileños.
Un conjunto de reglamentos aprobados en 1990 por el Ministerio de Ciencia y Tecnología abre una vía para que las muestras, como los fósiles, salgan de Brasil con fines de investigación, aunque las muestras aún son propiedad del estado.
Para que las muestras salgan legalmente de Brasil, los científicos extranjeros deben obtener la aprobación previa del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Brasil (CNPq, por sus siglas en portugués). Estas normas también exigen que los científicos extranjeros devuelvan los especímenes exportados a Brasil si más adelante se clasifican como material tipo, que son especímenes que definen una nueva especie, que ha ocurrido con el fósil del Ubirajara.
«La cuestión de devolver el material tipo a Brasil es interesante y no veo ningún motivo por el que no debería hacerlo, siempre y cuando se deposite en una institución segura», escribió Martill.
Frey dice que sacó los fósiles de Brasil con el permiso del país. «Tenemos un documento que nos permite sacar especímenes de Crato para integrarlos en las colecciones de Karlsruhe», escribió por correo electrónico.
Ese documento de exportación, adquirido por la enciclopedia de fósiles virtual Prehistoric Wiki, fue firmado por José Betimar Melo Filira, del Departamento Nacional de Producción Mineral (DNPM). Cita la ley de 1942 para autorizar que Frey transporte dos cajas de fósiles al museo de Karlsruhe, pero no menciona las regulaciones de 1990, que requieren la aprobación del CNPq. (Betimar no respondió a las preguntas de National Geographic.)
La Sociedad Brasileña de Paleontología señaló que la normativa más reciente se habría aplicado a la exportación del Ubirajara en 1995, lo que significa que trasladar el fósil habría requerido el permiso de ambas agencias.
Frey contó que sus colegas y él están debatiendo la situación del Ubirajara con las autoridades brasileñas, incluida la posibilidad de repatriarlo. «Por ahora es una cuestión pendiente», dice.
Una contabilidad internacional de fósiles
La controversia sobre el Ubirajara pone de relieve cómo las autoridades gubernamentales y los científicos internacionales han empezado a prestar más atención a la situación legal de los fósiles brasileños. Eso ha llevado a una mayor aplicación de las regulaciones sobre fósiles, tanto en Brasil como en otros países.
En octubre, la policía federal brasileña ejecutó 19 órdenes de registro en la «Operación Santana Raptor», una investigación de varios años sobre el contrabando de fósiles en la cuenca del Araripe, la región donde se encontró al Ubirajara. Y el año pasado, un tribunal francés dictaminó que 45 fósiles brasileños en posesión de una empresa francesa debían ser devueltos a Brasil.
La cuenca del Araripe también fue declarada «geoparque global» por la Unesco en 2006, un nombramiento cuyo fin era fomentar el turismo a los yacimientos y los museos de la región. «Los fósiles de la cuenca del Araripe no solo son importantes para la ciencia, sino también para el desarrollo de la región», escribió Lima, la paleontóloga de Crato, en un mensaje de WhatsApp a National Geographic.
El fósil del Ubirajara se halló en una cantera de piedra de la Formación Crato, en la cuenca del Araripe, según el estudio que lo describe. En su correo electrónico, Frey dijo que los investigadores no saben exactamente dónde ni cuándo se descubrió el fósil.
Frey respondió inicialmente a una lista de preguntas de Nacional Geographic, pero no respondió a las preguntas posteriores, entre ellas una sobre si el fósil del Ubirajara se había comprado. Otros fósiles que se encuentran en el museo Karlsruhe, como los primeros fósiles conocidos del Unwindia y el Susisuchus, fueron comprados a distribuidores comerciales, según los estudios que los describen.
Frey argumentó por correo electrónico que el museo Karlsruhe había sido acusado injustamente. «¿Por qué no otras instituciones alemanas o estadounidenses? ¿Qué pasa con Japón, Portugal, el Reino Unido? ¿Qué pasa si otros países quieren lo mismo? ¿Qué pasa si Alemania reclama a Londres el espécimen de Archaeopteryx?», escribió.
En las respuestas iniciales a las críticas sobre el Ubirajara, Frey y Martill insinuaron que Brasil no cuida lo bastante bien de sus fósiles, poniendo como ejemplo de negligencia el incendio de 2018 que destruyó parte del Museo Nacional de Río de Janeiro. En un correo electrónico reciente al periódico brasileño Folha de São Paulo, indicó que se sentía afortunado por que los fósiles no se devolvieran a Brasil hace dos años, «porque ahora todos habrían quedado reducidos a cenizas tras el trágico incendio».
Esa argumentación ofende a Aline Ghilardi, paleontóloga de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, en Natal. Señala que muchos museos brasileños mantienen las colecciones de fósiles sanas y salvas. «¿Brasil no cuida sus fósiles porque el Museo Nacional ardió? Vale, ¿y Notre Dame?», plantea. «Están intentando neutralizar —normalizar— un comportamiento muy enfermizo».
En su correo electrónico a National Geographic, Martill reconoció que sus comentarios en Folha habían sido «un poco insensibles» e indicó que no tiene «ningún problema» con que los fósiles vuelvan a Brasil, sobre todo para reconstruir las colecciones dañadas del Museo Nacional
«Me doy cuenta de que lo siguiente puede parecer provocador, pero el hecho innegable es que se sacaron muchos fósiles de Brasil en las décadas de 1970, 1980 y la primera mitad de la década de 1990», escribió. «Disponen de colecciones importantísimas para reemplazar las de la cuenca del Araripe que quedaron destruidas en el incendio».
Quizás el Ubiajara será uno de los fósiles que remplazarán los perdidos. Los tres paleontólogos brasileños con los que contactó National Geographic expresaron sus esperanzas por que el Ubirajara sea devuelto para que los científicos de su país de origen estudien su extraordinario plumaje. «La legislación brasileña es muy clara en lo que respecta a la protección de su patrimonio paleontológico, su herencia paleontológica», afirma Ghilardi.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.