Esta variante «doble mutante» está agravando la crisis de COVID-19 de la India
Aunque su propagación en la India es preocupante, los estudios preliminares demuestran que las vacunas son eficaces contra la nueva variante.
Manoj Kumar se sienta junto a su madre en el coche mientras recibe oxígeno gratuito para tratar un problema de respiración, durante el brote de COVID-19 en Ghaziabad, la India, el 24 de abril de 2021.
Es probable que el comportamiento humano sea más culpable de la segunda ola de la pandemia de COVID-19 que las nuevas variantes que han aparecido en el país, pero la combinación de ambos factores está siendo catastrófica.
Cada día, durante una semana entera, la India ha registrado una media de 340 000 nuevos casos de coronavirus; el miércoles se superaron las 3300 muertes. Muchos expertos sospechan que estas cifras podrían ser superiores. Ahora, el país representa una de cada tres infecciones documentadas cada día en todo el mundo.
«El factor principal de la propagación del virus es el comportamiento de las personas. La propagación del virus se debe en gran medida a que no cuidamos los unos de los otros. Las variantes simplemente se aprovechan de nuestra falta de cuidado», dice Rakesh Mishra, director del Centro Indio de Biología Molecular y Celular.
Esta ola de casos de COVID-19 se ha producido tres meses después de que el ministro de sanidad indio anunciara que «la India ha logrado contener la pandemia». Creía que los estudios basados en un «supermodelo matemático indio» sugerían que el país «podría haber alcanzado la inmunidad de grupo» a través de las infecciones naturales. Pero el modelo tenía errores y los resultados estaban sesgados por la falta de datos exactos. Ahora, el número de nuevas infecciones diarias ha paralizado el sistema sanitario; los suministros de oxígeno y EPI se han agotado, no quedan camas y los pacientes mueren en las aceras y las calles mientras esperan frente a los hospitales.
Alarmado por los brotes locales de B.1.1.7, la variante descubierta en el Reino Unido, el gobierno formó una red de varios laboratorios llamada Consorcio de Genómica del SARS-CoV-2 de la India (INSACOG, por sus siglas en inglés) para vigilar la evolución del SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19. El 24 de marzo, tras secuenciar menos del uno por ciento de las muestras de coronavirus tomadas por los laboratorios miembros de todo el país, INSACOG anunció que había hallado «una nueva variante doble mutante». Lo que alarmó a los científicos es que la variante presentaba características de dos linajes preocupantes; las variantes identificadas en California (B.1.427 y B.1.429) y las descubiertas en Sudáfrica (B.1.351) y Brasil (P.1).
La aparición de una variante
Aunque entonces nadie se dio cuenta, la mutante ya se había secuenciado y su código genético se había depositado en la base de datos global en octubre de 2020, pero «parecía que nadie le había prestado atención», afirma David Montefiori, que estudia inmunología viral y desarrollo de vacunas en el Instituto Duke de Vacunas Humanas. La nueva variante se ha propagado rápidamente, causando más del 60 por ciento de todas las infecciones de coronavirus solo en el estado indio de Maharashtra, donde se registró el mayor número de casos de COVID-19 de la India.
La aparición de variantes más transmisibles pone de manifiesto las limitaciones del actual estado de vigilancia global, no solo del SARS-CoV-2, sino de todas las enfermedades emergentes en zonas remotas. Se preveía que INSACOG secuenciaría el cinco por ciento de las muestras positivas de todos los estados, pero secuenció muchas menos: solo 13 614 para el 15 de abril. «Este es un problema global», dice Montefiori.
«No cabe duda de que el mundo realiza mucha vigilancia genómica y estoy muy seguro de que la India tiene que hacer una proporción mucho mayor. A menudo la gente pregunta cuánto. El Reino Unido es el país de referencia en vigilancia genómica y quizá se sitúe entre el cinco y el 10 por ciento. La India está en menos del uno por ciento», afirma el Dr. Ashish Jha, experto en políticas de salud pública en la Universidad de Brown.
¿Qué es una «doble mutante»?
Los virus mutan con frecuencia y estas mutaciones ocurren de forma aleatoria, explica So Nakagawa de la Universidad de Tokai, que ha estudiado las variantes descubiertas en California. De hecho, los virus del SARS-CoV-2, el VIH y la gripe, que codifican sus instrucciones genéticas empleando la molécula ARN, mutan con más frecuencia que otros tipos de virus debido a los errores cometidos cuando al hacer copias de sí mismos en sus células hospedadoras.
Se han notificado más de un millón de secuencias del SARS-CoV-2 al GISAID, la base de datos pública global. Muchas mutaciones intrascendentes pasan desapercibidas. Pero algunas mutaciones pueden modificar los aminoácidos, que son los componentes básicos de las proteínas virales, «que pueden cambiar sus características», afirma Nakagawa. Cuando persisten una o más mutaciones, en lugar de ser desechadas con la evolución, crean nuevas variantes diferentes de las que ya están circulando y se les ponen nombres nuevos.
La nueva variante, llamada B.1.617, tiene dos mutaciones conocidas; la primera en la posición 452 de la proteína de la espícula y la segunda en la 484. «[Pero] no debería llamarse doble mutación, porque es un nombre inadecuado», dice Mishra.
En realidad, la B.1.617 tiene otras 11 mutaciones: un total de 13, de las cuales siete se encuentran en la proteína de la espícula que se encuentra sobre la superficie del SARS-CoV-2 y dan al virus su estructura de «corona». El virus utiliza las proteínas de la espícula para fijarse al receptor ECA2 en la superficie de las células pulmonares y de otras células humanas, y las infecta. Una octava mutación en la B.1.617 localizada en la mitad de la proteína de la espícula inmadura —y también presente en algunas de las variantes de Nueva York— puede incrementar la transmisión del virus, proporcionándole una ventaja adaptativa.
«Las mutaciones de la B.1.617 se han estudiado de forma independiente, pero no combinadas», explicó el virólogo Benjamin Pinsky. «Lo importante es que hay muchas mutaciones que aparecen en la proteína de la espícula».
La ubicación importa en lo que respecta a las mutaciones
«Eso es algo que ocurre con muchos virus», señala Grace Roberts, viróloga de la Universidad de la Reina de Belfast. «Las proteínas de la superficie evolucionan con mayor rapidez, sobre todo con un virus nuevo, [ya que] quiere evolucionar para unirse mejor a las células».
Como la proteína de la espícula cubre la superficie del virus SARS-CoV-2, es el blanco principal del sistema inmunitario. Las células inmunitarias fabrican anticuerpos que reconocen y se unen al virus y lo «neutralizan». Por eso todas las vacunas anticovídicas actuales también utilizan la proteína de la espícula para «entrenar» la inmunidad del cuerpo.
Aunque son aleatorias, las mutaciones en la proteína de la espícula que cambian su apariencia y estructura pueden ayudar al virus a evadir los anticuerpos. Estas adaptaciones incrementan la capacidad de supervivencia y multiplicación del virus. «Cualquier mutación en la proteína de la espícula tiene la posibilidad de repercutir en el fenotipo de neutralización del virus y su ineficacia, su transmisibilidad y posiblemente su patogenia», afirma Montefiori. Ha demostrado que las variantes de California con mutaciones L452R son dos o tres veces menos susceptibles a los anticuerpos de las variantes y a las muestras de suero de convaleciente.
Estudios similares sugieren que la mutación L452R puede aumentar la cantidad de virus que pueden infectar una sola célula, posiblemente fomentar la multiplicación viral y ayudar a que el virus se fije más estrechamente al receptor ECA2 en la superficie de las células. Sin embargo, Kei Sato, que dirigió un estudio como ese, advirtió que «no estamos seguros de si esta mutación puede ser más peligrosa para la población humana».
Una mutación solo en la posición E484, que ocurre en las variantes B.1.351 y P.1, puede ayudar a que el virus escape de los anticuerpos neutralizantes, explica Montefiori. Junto con la mutación L452R, que probablemente sea la responsable de ayudar al virus a evadir los anticuerpos, la B.1.617 puede ser una variante más problemática. «Es de máxima prioridad caracterizarla [B.1.617]», añadió Montefiori.
Viajera global
La B.1.617 ha recorrido el planeta y se ha propagado por todo el mundo. El 3 de abril, se identificó la variante B.1.617 en un paciente estadounidense. «Cribamos todos los positivos que llegan a nuestro laboratorio en busca de tres mutaciones vinculadas con variantes preocupantes o variantes de interés», explica Pinsky. «Pudimos detectar esa mutación porque me llamó mucho la atención».
¿Podría la variante haber surgido de forma independiente en Estados Unidos? «Los casos que identificamos no surgieron de forma independiente, sino a través de propagaciones globales», afirma Pinsky. La variante B.1.617 se ha identificado en 16 países en todos los continentes salvo África.
Como la B.1.617 reúne tantas mutaciones inquietantes, los efectos sumados parecen «evidenciarse en su rápido incremento en la India en la actualidad», dice Pinsky.
No todo el mundo está de acuerdo.
«También cabe señalar que el número de secuencias virales analizadas en la India [unas 100 secuenciadas cada día] es mucho más pequeño que el número de personas infectadas en la India [unas 300 000 al día]. Por consiguiente, todavía no estamos seguros de si la actual ola de COVID en la India se debe a la B.1.617», escribió Sato por correo electrónico.
«La denominada variante de propagación rápida en el país representa en torno a un 10 por ciento, así que quiere decir que el 90 por ciento de los casos en este sentido son otra cosa, no una doble mutante», afirma Rakesh Mishra, del Centro Indio de Biología Molecular y Celular.
¿Podría la vigilancia genómica haber reducido la segunda ola?
Aunque la vigilancia genómica de las variantes es fundamental, no puede impedir los nuevos brotes, los eventos de supercontagio ni detener la pandemia por sí sola. La vigilancia genómica solo puede ayudar a los científicos a rastrear dónde ocurren infecciones y cómo y dónde se propaga el virus.
«La India estaba bastante ciega [a esto]», afirma Jha, que cree que la India debe realizar más secuenciaciones y que esto habría sido útil. Pero no está seguro de si los datos de vigilancia habrían prevenido o reducido la segunda ola. «[Esto], en parte, se debe a que hay que actuar a partir de esa información. Y había información suficiente incluso sin vigilancia genómica a finales de marzo, y yo diría que incluso a principios o mediados de marzo, de que la situación iba mal», afirma Jha.
«Vacunar a tantas personas como sea posible, con la máxima rapidez posible, es fundamental para controlar la pandemia», afirma Pinsky.
Hay algunas pruebas preliminares de que las vacunas existentes son eficaces contra la B.1.167 y otras variantes. «Y aunque la vacunación continúa, es importante que todo el mundo siga las intervenciones de salud pública que la gente está harta de oír, pero aún son muy eficaces contra la propagación de esta enfermedad infecciosa», añadió Pinsky. «Me refiero al uso de mascarillas, el distanciamiento social y lavarse las manos. Todas estas cosas siguen funcionando contra las variantes y deberíamos seguir haciéndolas hasta que haya más personas vacunadas».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.