Mosca de la fruta

Los seis grandes descubrimientos científicos de 2024 que más impacto tendrán en el futuro

Desde océanos hallados en planetas lejanos hasta un mapa detallado del cerebro de una mosca, estos descubrimientos profundizaron nuestra comprensión del mundo.

En octubre, un estudio cartografió exhaustivamente por primera vez el cerebro de la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster. Ese fue solo uno de los muchos grandes descubrimientos científicos de 2024.

Fotografía de Micrograph by DENNIS KUNKEL MICROSCOPY, SCIENCE PHOTO LIBRARY
Por Robin George Andrews
Publicado 4 dic 2024, 12:12 CET

Es fácil pensar que 2024 fue un año tumultuoso, pero al menos podemos abrazar una certeza: la humanidad puede afirmar que sabe más que nunca sobre el universo. Aunque se considera que la ciencia, por naturaleza, siempre está inacabada, como especie nunca hemos estado más ilustrados. Tanto es así que la tarea de distinguir los descubrimientos científicos más reveladores y emocionantes de este 2024 resulta un desafío no menor.

A veces, hay un momento eureka evidente, cuyas implicaciones para la humanidad, el mundo en general o el propio cosmos son evidentes de inmediato. Pero a menudo, lo que puede parecer un pequeño paso adelante en nuestra comprensión científica de algo en el presente no es más que otra ficha de dominó hacia algo inimaginablemente épico y que cambiará las reglas del juego.

Ya se trate de ampliar nuestro conocimiento del mundo microscópico o de transformar la forma en que percibimos nuestro vecindario galáctico, todo avance es digno de mención.

A continuación te resumimos los descubrimientos científicos más emocionantes y reveladores de un 2024 que invita a soñar.

Astrónomos descubren océanos ocultos en el sistema solar exterior

Durante mucho tiempo se pensó que los océanos de la Tierra eran únicos. Marte era un desierto radiactivo, Venus un árido infierno volcánico y las innumerables lunas heladas de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno eran bolas de hielo. Pero en la década de 1980, unas extrañas señales eléctricas procedentes de Europa, la luna de Júpiter, sugirieron que bajo su caparazón de hielo se escondía un antiguo océano de agua líquida, caliente y salada.

Esta revelación precipitó el lanzamiento de la misión Europa Clipper de la NASA, una nave espacial que partió de la Tierra este octubre con la esperanza de estudiar a distancia ese océano y determinar si es susceptible de albergar vida.

En la actualidad, la comunidad científica no para de encontrar pruebas convincentes de la existencia de océanos en el sistema solar exterior.

Es seguro que la luna Encélado de Saturno contiene otro océano acuoso, pero también existen otros candidatos sumamente prometedores y, este año, hemos descubierto varios más. En febrero, los astrónomos anunciaron que habían encontrado pruebas de un océano oculto en la luna Mimas de Saturno. Luego, en octubre, datos convincentes apuntaron a otro océano enterrado en Miranda, una luna uraniana.

Encontrar pruebas de que los océanos son comunes en el sistema solar es importante.

La vida tal y como la conocemos adora el agua y, aunque no sabemos si estas lunas acuáticas contienen vida (ya sea microbiana o algo más parecido a los peces), ahora los científicos tienen muchos más lugares de los que jamás podrían haber soñado para buscarla en nuestro propio patio trasero cósmico.

Neuronas del cerebro de una mosca

Las 50 neuronas más grandes del cerebro de la mosca, incluida la APL, que es la célula más grande del cerebro y tiene más de 120 000 sinapsis.

Fotografía de Illustration by Illustration by Tyler Sloan and Amy Sterling for FlyWire, Princeton University, (Dorkenwald et al, Nature, 2024)

El cerebro de la mosca de la fruta

Probablemente no hayas pensado mucho en la humilde, y a veces irritantemente persistente, mosca de la fruta. Pero para muchos científicos, la pequeña Drosophila melanogaster es una de las especies más importantes del planeta. Puede que tenga un cerebro diminuto, pero realiza muchos de los mismos procesos neurológicos básicos que un ser humano, ya sea cuando la mosca busca comida o cuando "socializa" con otro miembro de su especie. Eso significa que su minúsculo cerebro puede hablarnos de todo tipo de cerebros, incluido el nuestro.

En octubre se cartografió exhaustivamente el cerebro de una mosca de la fruta adulta, con 50 millones de conexiones entre unas 140 000 neuronas individuales colocadas sobre una especie especial de mapa.

La cartografía cerebral de cualquier organismo es tan difícil como prometedora.

¿Cómo es una conexión sana o insana entre neuronas? ¿Cómo está cableada la navegación 3D en el cerebro? ¿De dónde procede el comportamiento? ¿Qué es exactamente un pensamiento o un recuerdo?

El cerebro de una mosca de la fruta es mucho menos complejo que el de un ser humano, pero este mapa proporcionará pistas que pueden ayudar a los neurocientíficos a entender qué es lo que te hace, bueno, ser tú.

(Relacionado: Las moscas de la fruta disfrutan cuando eyaculan)

El límite de calentamiento global de 1,5 °C se superará (casi con toda seguridad)

En cierto modo, no es de extrañar: los emisores de gases de efecto invernadero más prolíficos del mundo han fracasado rotundamente a la hora de frenar su producción y el planeta ha seguido calentándose a un ritmo vertiginoso, provocando todo tipo de caos climático. Pero este año, por primera vez, se ha llegado a la conclusión de que la temperatura media mundial superará los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

El límite de 1,5 °C, tan citado, es en cierto modo arbitrario; no va a ocurrir nada dramático (aparte de las convulsiones climáticas y meteorológicas extremas que ya estamos presenciando hoy) en el momento en que crucemos este Rubicón. Pero ese límite sigue siendo importante.

En virtud del Acuerdo de París, casi 200 países acordaron impedir que la temperatura de la Tierra aumentara más de 2 °C por encima de los niveles preindustriales, pero lo ideal sería mantenerla por debajo de 1,5 °C. Cuanto más se caliente el planeta, más efectos nocivos tendrá el cambio climático; cada 0,1 °C de aumento de la temperatura media mundial aumenta el riesgo de tormentas más potentes, olas de calor más prolongadas, inundaciones catastróficas, etcétera.

1,5 °C era un objetivo ambicioso. Cruzarlo supone un descubrimiento sombrío, pero importante. Las alarmas suenan con más fuerza que nunca: si este aumento de la temperatura no se invierte, o al menos se detiene, todos nuestros futuros se verán cada vez más perturbados por la ira del cambio climático.

(Relacionado: Los científicos pronostican cómo será el mundo en 2070)

Los humanos envejecen a ráfagas

No es raro despertarse un día, intentar atarse los cordones de los zapatos, sufrir un doloroso tirón en la parte baja de la espalda y, de repente, sentirse mucho más viejo que ayer.

Curiosamente, aunque es cierto que envejecemos a diario, la comunidad científica descubrió en agosto que el cuerpo humano parece envejecer rápidamente en dos etapas: una a los 44 años y otra a los 60.

Utilizando 108 voluntarios, que entregaron a los investigadores todo tipo de muestras biológicas, los científicos rastrearon el inventario cambiante de diversas sustancias bioquímicas y microbios a lo largo de las distintas edades. Por razones que los científicos desconocen, tanto los hombres como las mujeres parecen experimentar un cambio importante a mediados de los 40: cambia la forma en que nuestros cuerpos tratan las enfermedades cardiovasculares y cómo descomponemos sustancias como el alcohol, las grasas y la cafeína. Cuando entramos en la sesentena, nuestro organismo experimenta cambios (entre otras cosas) en la regulación inmunitaria y el metabolismo de los hidratos de carbono.

Aunque todavía no está claro cuántos de estos cambios están influidos por el estilo de vida (por ejemplo, la gente tiende a beber mucho más durante los estresantes 40 años), en lugar de ser puramente biológicos, el hecho de que envejezcamos a rachas sigue siendo fascinante y francamente inesperado.

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      En busca de polvo de asteroide
      Prebióticos y moléculas de asteroide
      Izquierda: Arriba:

      En 2020, la misión OSIRIS-REx de la NASA recuperó 12,6 gramos de polvo de asteroide. Este año se han desvelado por fin los resultados de esa muestra.

      Derecha: Abajo:

      En esta muestra, los científicos han encontrado prebióticos y moléculas que sugieren que el asteroide procedía de un mundo geológicamente activo.

      fotografías de Erika Blumenfeld & Joseph Aebersold, NASA

      Los científicos abren un cofre del tesoro cósmico

      El gran Carl Sagan dijo una vez: "Estamos hechos de materia estelar". Y esto ha resultado ser literalmente cierto, ya que todos los elementos que nos forman, y los planetas, y todo lo demás, proceden de la muerte de innumerables estrellas antiguas. Ahora, gracias a la misión OSIRIS-REx de la NASA, estamos a punto de descubrir de dónde procede exactamente toda esta materia estelar.

      En 2020, la nave espacial Osiris REx (que, traducido, significa Exploradora de Orígenes, Interpretación Espectral, Identificación de Recursos y Seguridad del Regolito) consiguió aterrizar brevemente en el asteroide Bennu, robar parte de su material prístino y luego dejarlo de vuelta en la Tierra en septiembre de 2023. No es la primera vez que una nave espacial roba materia de un asteroide (Japón lo ha conseguido en dos ocasiones), pero los 121,6 gramos de granos asteroidales de OSIRIS-REx son, con diferencia, la mayor muestra de materia prístina jamás recuperada.

      Los asteroides son los restos de la violenta formación del sistema solar. Estos componentes básicos no sólo contienen los minerales que dieron lugar a los planetas (incluida la Tierra), sino también la química que creó nuestros mares y océanos, y tal vez incluso los compuestos que sembraron las primeras formas de vida.

      Este año, los científicos han echado un primer vistazo a la muestra de OSIRIS-REx y están asombrados por lo que les está diciendo: el Sol se forjó a través de la muerte de múltiples estrellas, desde las de masa baja hasta las que eran lo suficientemente grandes como para detonar como poderosas supernovas; las extrañas moléculas de la muestra sugieren que procede de un mundo geológicamente activo destruido; y en ese asteroide primigenio se encontró una gran variedad de compuestos prebióticos, incluyendo todo tipo de aminoácidos.

      En resumen, esta muestra ya está reescribiendo lo que sabemos sobre los orígenes del sistema solar, y los científicos sólo han estudiado un 1% de ella. ¿Quién sabe qué más nos deparará?

      (Relacionado: Tres teorías sobre cómo comenzó la vida en la Tierra)

      La inteligencia artificial desentraña los secretos de las proteínas

      La IA es vista cada vez con más recelo a medida que se hace más visible en nuestras vidas, pero este año quedó claro que iba a ayudarnos a desvelar cómo funciona la vida misma.

      En octubre se concedió el Premio Nobel de Química a varios investigadores que estudian las proteínas, las máquinas con forma de garabato que sustentan gran parte de la bioquímica.

      Entender cómo funcionan las proteínas significa (entre otras cosas) saber cómo proliferan las enfermedades (desde la malaria al Parkinson) e identificar formas de detenerlas.

      En particular, dos de los tres galardonados (Demis Hassabis y John Jumper, ambos en Google DeepMind) deben sus revelaciones a su modelo de IA, denominado AlphaFold2.

      Con una eficacia despiadada, esta IA fue capaz de predecir la estructura de prácticamente todos los 200 millones de proteínas que los científicos han descubierto que existen, lo que significa que los científicos disponen ahora de una herramienta que puede calcular con rapidez y precisión qué tipo de proteínas estarán implicadas o serán el resultado de todo tipo de reacciones químicas o conjuntos de condiciones iniciales.

      La capacidad de los científicos para descifrar tantos aspectos enigmáticos de la bioquímica, desde la resistencia a los antibióticos hasta las enfermedades neurológicas, nunca ha sido tan aguda.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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