La NASA cree que este cráter es el mejor lugar donde buscar vida en Marte

Tras más de cuatro años de debate, un antiguo lago de cráter ha resultado ser el mejor lugar de aterrizaje para el róver Mars2020.

Por Nadia Drake
Publicado 20 nov 2018, 12:50 CET
Cráter Jezero
La NASA ha elegido el cráter Jezero, que vemos aquí en una imagen del Mars Reconnaissance Orbiter, como lugar de aterrizaje del róver Mars2020.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech, University of Arizona

Cuando la NASA envíe su próximo róver a Marte en 2020, lo dirigirá a una pequeña franja del paisaje marciano cerca del cráter Jezero. El lugar de aterrizaje, anunciado hoy y seleccionado por Thomas Zurbuchen, director adjunto de Dirección de Misiones Científicas de la NASA, alberga un delta fluvial fosilizado que se formó con el flujo de agua hacia un antiguo lago de cráter.

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El lugar «ofrece un terreno geológicamente rico con formaciones que se remontan a 3.600 millones de años y podría responder a preguntas importantes sobre la evolución planetaria y la astrobiología», declaró Zurbuchen durante una conferencia de prensa.

«Obtener muestras de esta zona única revolucionará nuestra forma de pensar en Marte y su capacidad para albergar vida».

A diferencia de la mayoría de róvers y aterrizadores marcianos de décadas anteriores, la misión del robot de 2020 consistirá en hallar pistas de condiciones cálidas y acuosas pasadas y también iniciar la búsqueda de vida. Lo hará recopilando y almacenando muestras de rocas marcianas para que una futura sonda las recupere y las transporte a la Tierra, y buscará las huellas distintivas de la biología en las rocas que encuentre.

«Queremos buscar pruebas de posible vida antigua en Marte y, en segundo lugar, queremos buscar una diversidad de tipos de rocas con las que explorar la historia y la evolución de Marte», afirma Ken Farley, científico del proyecto Mars2020.

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    Los científicos trabajan en el róver Mars2020 dentro de las instalaciones de ensamblaje de vehículos espaciales en el JPL de la NASA en California.
    Fotografía de Cassandra Klos

    Basado róvers pasados

    El anuncio llega tras unos tensos días finales previos a que la NASA intente enviar una nave diferente al planeta rojo. Dicha misión, llamada InSight, empleará un aterrizador fijo para reconstruir una imagen del interior de Marte empleando ondas sísmicas, lo que deberían ayudar a los científicos a entender la formación y la historia pasada del planeta.

    Aunque hoy Marte es un desierto tóxico y seco, el planeta era más cálido y estaba cubierto de mares líquidos. Durante casi mil millones de años, mientras su núcleo se revolvía y producía un campo magnético protector, Marte podría haber sido uno de los lugares más favorables para que la vida tal y como la conocemos se estableciera y prosperara.

    El problema es que hallar pruebas de vida pasada en un mundo extraterrestre, sobre todo si la vida extinta es microscópica, no es precisamente fácil, pero es lo que intentará hacer el róver de 2.400 millones de dólares en 2020.

    El Mars2020, de diseño similar al róver Curiosity, que se estableció en el cráter Gale en 2012, será un vehículo de seis ruedas de propulsión nuclear capaz de atravesar una miríada de terrenos. Al igual que el Curiosity, el róver deberá sobrevivir a un aterrizaje duro que, de nuevo, implicará un dispositivo denominado Sky Crane, pero el aterrizaje debería ser algo más fácil por las actualizaciones de dicha tecnología. Si todo sale según lo planeado, el róver aterrizará en Jezero el 18 de febrero de 2021.

    El róver Mars2020, al que vemos preparado para lanzamiento, se basa en el Curiosity, un róver de propulsión nuclear del tamaño de un coche pequeño que lleva en Marte desde 2012. Pero, a diferencia del Curiosity, el Mars2020 no solo buscará señales de que Marte era habitable, sino también pistas directas de vida en el planeta rojo.
    Fotografía de Cassandra Klos
    El róver Mars2020, al que vemos preparado para lanzamiento, se basa en el Curiosity, un róver de propulsión nuclear del tamaño de un coche pequeño que lleva en Marte desde 2012. Pero, a diferencia del Curiosity, el Mars2020 no solo buscará señales de que Marte era habitable, sino también pistas directas de vida en el planeta rojo.
    Fotografía de Cassandra Klos

    Una difícil decisión

    Los científicos han debatido dónde enviar el siguiente róver marciano durante más de cuatro años, comenzando con 64 emplazamientos y reduciéndolos a tres: el cráter Jezero, donde había ríos que fluían y salían de un lago de cráter; Syrtis Noreste, donde sistemas hidrotermales enterrados empujan rocas antiguas a la superficie; y Columbia Hills, un terreno moldeado por aguas termales que el róver Spirit exploró entre 2004 y 2010.

    Durante un tiempo, parecía que Jezero y Syrtis Noreste estaban empatados en términos de interés científico: ambos lugares aportaban el tipo adecuado de roca antigua de la que tomar muestras para buscar pruebas de vida pasada. Pero a principios de este año, cuando los científicos iniciaron el proceso de selección final, apareció una cuarta posibilidad.

    El emplazamiento, ubicado a medio camino entre los dos aspirantes principales, contenía algunos de los rasgos hidrotermales antiguos que daban atractivo a Syrtis Noreste y estaba lo bastante cerca del cráter —a unos 24 kilómetros— como para que un róver pudiera visitar ambos. Los científicos lo llamaron Midway, un nombre no muy creativo.

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    A finales de octubre, durante la última de varias reuniones que celebraron los científicos para debatir los lugares de aterrizaje, Jezero, Syrtis Noreste y Midway estaban igualados en una votación no vinculante. La decisión quedó en manos de Zurbuchen, que la tomó basándose en la misión primordial, algo que no ha sorprendido a nadie.

    «Creo que hay menos desacuerdo sobre el valor de estos lugares frente a lo que hemos vivido en el pasado, como en la selección del Curiosity», afirma Joe Michalski, de la Universidad de Hong Kong.

    Pero eso no significa que la decisión guste a todo el mundo.

    «El hermoso delta de Jezero nos ofrece la oportunidad de buscar vida tal y como la conocemos en la Tierra. Fuera del cráter, tenemos la oportunidad de buscarla como si existiera en Marte, bajo tierra», afirma Bethany Ehlmann, de Caltech, que también es exploradora emergente de National Geographic. «Lo que será realmente importante es que el Mars2020 opere de forma eficiente para recoger muestras de Jezero y que después salga del cráter hacia la fuente de sus sedimentos».

    La vida lacustre marciana

    Jezero, de 48 kilómetros de diámetro y unos 490 metros de profundidad, es el emplazamiento de un antiguo lago de cráter (su nombre significa «lago» en serbio) repuesto por ríos que depositaban agua y sedimentos en la cuenca.

    Los científicos sospechaban que la cuenca estuvo llena de agua durante casi 500 millones de años, basándose en observaciones desde la órbita que revelaron una serie de minerales que solo se forman ante la presencia de agua. Además, hay otros materiales vinculados a la vida tal y como la conocemos, como el carbonato, y arcillas denominadas esmectitas que podrían aferrarse y secuestrar compuestos orgánicos.

    Y lo que quizá sea más cautivador: un delta fluvial relicto se despliega en el límite occidental del cráter, alimentado por una cabecera justo fuera del cráter.

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    «Los lagos terrestres son muy habitables y están inevitablemente habitados», afirma Farley. «Un delta es perfecto para preservar biomarcadores, cualquier prueba de vida que pudiera haber existido en el agua del lago, o en la interfaz entre el sedimento y el agua del lago, o posiblemente cosas que vivían en las cabeceras, arrastradas por el río y depositadas».

    El Mars2020 supone la primera ocasión en que la NASA se plantea seriamente traer a la Tierra muestras de rocas marcianas. Y aunque ese plan implicará miles de millones de dólares más y al menos otra nave espacial, los científicos se toman este reto muy en serio. Al fin y al cabo, nadie quiere enviar un robot a un viaje interplanetario solo para recopilar basura inútil.

    Para tal meta, el róver transporta decenas de tubos que empleará para tomar muestras de rocas; cinco de ellos son de repuesto y los 37 restantes están listos para llenarlos. Si todo va según el plan que todavía se está determinando, el róver de 2020 almacenará estos tubos para que una futura nave los ubique y los recupere, algo que Zurbuchen cree que podría ocurrir a finales de la década de 2020.

    Y entonces, cuando tengamos fragmentos de Marte en la Tierra, los científicos podrán empezar a inspeccionarlos en busca de pruebas de vida extraterrestre, tanto la que conocemos como la que no conocemos.

    «Nos centramos en buscar vida terrestre en Marte, pero Marte no se parece a la Tierra en determinados aspectos fundamentales», afirma Michalski.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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