Las misiones Apolo convirtieron a Florida en un sinónimo de espacio
La seguridad durante los lanzamientos y la dinámica orbital desempeñaron papeles fundamentales a la hora de convertir una zona de 115 kilómetros al este de Orlando en la Costa Espacial de Estados Unidos.
Cincuenta años después de que Neil Armstrong se convirtiera en el primer ser humano en pisar la Luna, National Geographic conmemora este hito histórico con una espectacular programación dedicada a la exploración espacial y al programa Apolo, que se podrá disfrutar cada domingo de julio, con maratones durante todo el día y estrenos a las 16:00 y a las 21:30 horas.
En 1961, una parte tranquila del litoral oriental de Florida recibió un toque de atención. El presidente John F. Kennedy acababa de dar un discurso conmovedor ante el Congreso en el que ensalzaba la importancia de enviar a un astronauta a la Luna antes del final de aquella década y la NASA había anunciado la construcción de unas instalaciones de lanzamiento de última generación para respaldar esta misión. La ubicación escogida fue Merritt Island, a un tiro de piedra de cabo Cañaveral.
La NASA escogió Merritt Island por dos motivos. Primero, este lugar de la costa este en la península de Florida implicaba que las naves podían lanzarse sobre aguas abiertas, una alternativa más segura a lanzarlas sobre zonas pobladas. Y segundo, su proximidad al ecuador implica que allí la rotación de la Tierra es algo más intensa, lo que proporcionaría más empuje a la nave conforme se ponía en órbita.
Para 1963, el gobierno federal había adquirido unos 566 kilómetros cuadrados en los que construiría el Centro Espacial Kennedy. Y para 1969, el Apolo 11 había despegado para cruzar la meta lunar del presidente Kennedy.
Desde entonces, la industria espacial ha crecido y el turismo ha seguido sus pasos. El área de 115 kilómetros entre cabo Cañaveral y Palm Bay al este de Orlando, que ahora se denomina Costa Espacial de Florida, se ha convertido en un destino para los amantes de los cohetes, los frikis de los transbordadores y los aspirantes a astronautas. Los visitantes del Centro Espacial Kennedy pueden descubrir el progreso —y los fracasos— de la exploración espacial, mientras que los museos, restaurantes y eventos locales ofrecen un bufé infinito de experiencias espaciales y con temática Apolo.
El proyecto Apolo dio pie a un auge de contratistas aeroespaciales en la región, lo que transformó una zona tranquila de plantaciones de naranjos en un centro tecnológico y de ingeniería. Los residentes de la Costa Espacial están acostumbrados a cruzarse con astronautas y los lanzamientos de cohetes forman parte de la vida cotidiana. Y para los niños que crecen en las orillas de Titusville, ir a clase supone asistir a la Apollo Elementary School o al Astronaut High School.
Aunque quizá parezca sorprendente, los humanos no son los únicos residentes que se benefician del hincapié de la región en el espacio. Eso se debe a que solo una parte del terreno que posee la NASA en Merritt Island se utiliza para actividades espaciales.
«La parte construida para nuestra zona de operaciones es más bien pequeña», cuenta Tom Engler, director de planificación y desarrollo del Centro Espacial Kennedy. El resto del terreno, que incluye el refugio de vida silvestre de Merritt Island, está gestionado por el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, que trabaja estrechamente con la NASA.
«La NASA es la dueña de la propiedad y nosotros lo gestionamos todo, todo lo que no sea fundamental para las misiones», afirma Kim King-Wrenn, administradora de servicios para visitantes del refugio.
El refugio protege 14 especies amenazadas o en peligro de extinción, entre ellas tortugas marinas y charas floridanas autóctonas. Según King-Wrenn, el ecosistema es muy especial, porque es el punto de encuentro de los animales del bioma septentrional temprano y los del bioma meridional subtropical.
«Si no se hubiera fundado el Centro Espacial Kennedy, no se habrían preservado ninguno de los terrenos que rodean el centro de operaciones del programa espacial de los Estados Unidos», afirma James Lyon, biólogo del refugio de vida silvestre de Merritt Island. «Como gran parte del resto del litoral de Florida, donde la presión de la construcción ha sido inmensa, esta zona se habría convertido en un mar de servicios y apartamentos turísticos, lo que supondría un gran perjuicio para la chara floridiana, así como para otras especies amenazadas y en peligro de extinción».
Los lanzamientos de cohetes no parecen perturbar a la fauna local, que suele ocultarse durante los despegues y, a continuación, siguen adelante con sus vidas. Por su parte, los humanos suelen acudir al refugio durante los lanzamientos, porque ofrece unas vistas perfectas, según King-Wrenn.
«Cuando se lanza un cohete, estamos hasta arriba».
Además, con empresas de vuelo espacial privado como Blue Origin, SpaceX y Boegin, que están desarrollando cohetes y planes para enviar humanos al espacio, el Centro Espacial Kennedy —y la Costa Espacial de Florida— se expande a buen ritmo.
«Aún queda mucha historia por hacer y nosotros la escribiremos», afirma Engler. Esto incluye traspasar las fronteras de la exploración espacial humana enviando a humanos a Marte y traspasando los límites de nuestra comprensión del universo convirtiendo el centro espacial en una futura base para la exploración del espacio exterior.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.