Querido telescopio espacial James Webb: así nos mostrarás el futuro

Charlie Jane Anders, escritora de ciencia ficción galardonada, analiza la miríada de formas en que esta misión innovadora cambiará nuestra comprensión del cosmos.

Por Charlie Jane Anders
Publicado 24 jul 2019, 15:29 CEST
James Webb
Los ingenieros trabajan en el telescopio espacial James Webb en el Centro de vuelo espacial Goddard de la NASA en Maryland.
Esta es una de las entradas en nuestra serie "Dear Spacecraft", en la que pedimos a escritores, científicos y aficionados de la astronomía que compartan sus vínculos personales con exploradores espaciales robóticos

Querido telescopio espacial James Webb:

Vas a cambiarlo todo. Cuando al fin despegues en marzo de 2021 (esperemos), nos aportarás pistas de dónde vinimos y dónde podríamos vivir en el futuro.

Te hemos esperado mucho tiempo; tu fecha de lanzamiento original era en 2007. Pero soy experta en tardar mucho en arreglarme para salir y, cuando al fin aparezcas, estarás precioso con tu espejo de oro de 7,6 metros y tu escudo solar de cinco capas. Pero también estarás trabajando duramente: permanecerás en una órbita estable, a 1,6 millones de kilómetros de la Tierra en el punto de Lagrange L2, contemplando el espacio.

Verás cosas que ninguna persona ni telescopio ha observado jamás desde la Tierra: la primera luz del universo, el nacimiento de estrellas y las galaxias ensambladas por la gravedad. Tu telescopio infrarrojo podrá ser testigo de la formación estelar incluso a través de las densas nubes de gas y detectarás objetos tan lejanos que su brillo ultravioleta original se habrá convertido en infrarrojo cuando llegue a nosotros, miles de millones de años y miles de trillones de kilómetros más adelante.

Ni siquiera puedo hacerme a la idea del hito de la ingeniería que ha supuesto tu construcción. Han tenido que inventarse muchas nuevas tecnologías para que funciones, como el nuevo material de tu escudo solar y el software que te mantendrá en órbita en el punto de Lagrange L2. Incluir todas estas innovaciones en un cohete ha sido un golpe maestro: cuando (finalmente) despegues de la Guayana Francesa, tu enorme espejo y tu escudo solar estarán replegados dentro de un cohete Ariane 5. Cuando llegues al espacio, te desplegarás en una secuencia compleja de una semana con un escaso margen de error.

Y una vez estés en posición, aprenderemos mucho sobre el universo a partir de las imágenes y los datos que nos envíes. Al fin podremos observar el interior de los famosos Pilares de la Creación de la nebulosa del Águila. Podremos estudiar algunos de los cuerpos celestes de nuestro sistema solar, entre ellos Marte, Saturno y la luna más grande de Saturno, Titán, desde una nueva perspectiva.

Pero esos no son los motivos de mi anhelo de que llegues allí arriba y empieces a hacer tu trabajo. Hay una razón en particular por la que cuento los días que quedan hasta marzo de 2021: los exoplanetas.

No me malinterpretes, me encantan los cuerpos celestes de nuestro sistema solar, pero hay algo en la luz de un sol diferente que cautiva mi imaginación. Me asombra la idea de contemplar el firmamento y ver dos soles, o un sol cuya posición nunca cambia, o una luz que brilla en longitudes de ondas diferentes.

Ann Meyer y Larkin Carey
Ann Meyer, técnica de mantas térmicas de Northrop Grumman, y Larkin Carey, ingeniero óptico de Ball Aerospace, inspeccionan la barrera de protección del espejo principal del Webb.
Fotografía de Chris Gunn, NASA

Cuando detectes el «temblor» de las estrellas por los planetas que las orbitan, podrás medir las masas planetarias. Y mediante la vigilancia minuciosa, podrás observar cómo la atmósfera de un planeta absorbe la luz de su estrella, lo que te permitirá deducir su composición química. De este modo, tu cámara infrarroja detectará la presencia de moléculas específicas como el agua. ¿Serás el primer instrumento que observe señales de vida extraterrestre, quizá en la forma de un planeta rodeado de dióxido de carbono y metano?

Cuando investigaba para mi última novela, The City in the Middle of the Night, tu nombre aparecía mucho. La novela se ambienta en un mundo con rotación sincrónica llamado January, es decir, que tiene un lado con día permanente y otro con noche permanente, y hay un lado de January que siempre mira hacia su sol. Los astrónomos creen que los mundos con rotación sincrónica son habituales fuera de nuestro sistema solar, sobre todo si analizamos los planetas en la zona de habitabilidad de sus estrellas.

Y cuando investigaba para el libro, no pude evitar imaginarme cómo sería vivir en un planeta donde el día y la noche fueran lugares, no momentos. ¿Cómo sería vivir bajo un cielo que apenas cambia hasta que caminas del día a la noche? ¿Qué tipo de vida vegetal florecería bajo el resplandor invariable del sol? ¿Dónde vivirían los humanos? ¿En el lado diurno, el nocturno o en la fina franja crepuscular entre ambos? ¿Tendrían atmósferas estos planetas o se las habría arrebatado una rabieta violenta de erupciones estelares durante las vidas de sus estrellas?

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    Aún estamos aprendiendo mucho de estos mundos —divididos entre zonas inmóviles de luz y oscuridad— y de muchos más, y estamos progresando de forma impresionante en un periodo breve. Solo en los últimos 30 años hemos empezado a detectar exoplanetas y solo en los 10 años desde el lanzamiento del telescopio espacial Kepler hemos buscado planetas del tamaño de la Tierra orbitando otras estrellas. Hasta la fecha, hemos encontrado más de 4000 planetas en otros sistemas estelares y apenas hemos arañado la superficie de los planetas de nuestra galaxia.

    Aunque podamos predecir las condiciones de los exoplanetas con cada vez más sofisticación, no se pueden sustituir los datos concretos y, gracias a ti, no cabe duda de que el universo nos sorprenderá. Algo que sigo escuchándoles a los científicos es que les extrañaría que tus datos no hicieran añicos sus modelos teóricos. Todos están conteniendo la respiración a la espera de tus muchas revelaciones.

    Quizá la mayor revelación llegue de un lugar familiar: algo muy parecido a nuestra Tierra, pero a muchos años luz de distancia. La idea de contar con un puerto seguro en el universo —hogar de álienes que nos observan o quizá un oasis interestelar para los futuros humanos— es infinitamente atractiva.

    Nos ayudarás mantener vivo ese sueño, telescopio espacial James Webb. Aunque nos ayudes a comprender los comienzos del mismísimo tiempo, también iluminarás el camino de nuestros sueños más descabellados para el futuro. Estoy ansiosa de que empieces.

    Siempre perpleja,

    Charlie

    La última novela de Charlie Jane Anders es The City in the Middle of the Night. Es copresentadora del podcast Our Opinions Are Correct con Annalee Newitz, y presenta la serie de lecturas Writers With Drinks en San Francisco. Síguela en Twitter @charliejane.
    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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