Empiezan a llegar datos preliminares del cometa interestelar Borisov

Las primeras observaciones del nuevo objeto aportan información valiosa sobre el segundo visitante procedente de otro sistema estelar.

Por Michael Greshko
Publicado 7 oct 2019, 11:36 CEST
2I/Borisov
Recientemente, el observatorio hawaiano Gemini obtuvo una imagen compuesta en dos colores del 2I/Borisov, el segundo objeto interestelar detectado mientras atravesaba el sistema solar. Los tonos azules y rojos son imágenes de las estrellas del fondo, que parecen rayas debido al movimiento del cometa.
Fotografía de Gemini Observatory, Nsf, Aura

Antes del amanecer del 30 de agosto, un astrónomo aficionado llamado Gennady Borisov avistó un visitante extraterrestre: un cometa de más allá de los confines del sistema solar. Dicho objeto, denominado 2I/Borisov, es el segundo objeto interestelar confirmado que se ha detectado en nuestro vecindario cósmico.

Mientras telescopios de todo el mundo orientan sus lentes hacia Borisov, los astrónomos están empezando a recopilar pistas intrigantes sobre la composición del cometa y su trayectoria por el firmamento. Cada nuevo dato revela un poquito más sobre la química del sistema estelar del Borisov y, a su vez, lo único que es nuestro sistema solar dentro del cosmos.

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El primer visitante interestelar conocido, un cometa llamado ‘Oumuamua detectado en 2017, no se descubrió hasta que se disponía a salir del sistema solar. Los astrónomos se apresuraron a estudiarlo para descifrar los rasgos más enigmáticos del cometa, como su extraña forma oblonga. Finalmente, el paso de ‘Oumuamua dejó más preguntas que respuestas.

Sin embargo, Borisov está entrando en nuestro sistema y la vista debería ir mejorando hacia finales de año: «Podremos hacer muchísimo más en lo que a estudios de composición se refiere», afirma Michele Bannister, astrónoma de la Queen's University Belfast.

Con todo, el plazo es breve y los astrónomos están presentando propuestas de observación en los telescopios más grandes del mundo para asegurarse de poder recopilar la mayor cantidad de detalles posible.

«Es frustrante. No estamos listos, no habíamos hecho los deberes», afirma Karen Meech, astrónoma del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái. «Supongo que es la forma que tiene la naturaleza para decir que es mejor que nos pille preparados».

Por eso peinar los datos preliminares y obtener las primeras imágenes de un fragmento de otro sistema estelar resulta tan tentador.

«Básicamente, llevo toda mi carrera esperando a que pasara esto y es emocionante presenciarlo», afirma Luke Dones, experto en astrodinámica del Southwest Research Institute, en Estados Unidos, que estudia cometas.

Expulsa cianuro

Quizá lo más extraordinario es lo ordinario que parece Borisov. Los resultados preliminares recopilados por astrónomos de España, Polonia y los Países Bajos demuestran que, visualmente, el objeto se parece mucho a los cometas del sistema solar, con una superficie rojiza hecha de un material rico en carbono.

La composición de Borisov también se parece a la de nuestros cometas. En un estudio presentado a Astrophysical Journal Letters el 27 de septiembre, un grupo en el que figuraban Meech y Alan Fitzsimmons, astrónomo de la Queen's University Belfast, informó de que Borisov expulsaba casi 170 gramos de cianuro por segundo conforme la luz solar calienta la superficie helada del cometa.

El cianuro no es ninguna sorpresa; es uno de los primeros materiales que suelen detectar los astrónomos en cometas locales. Los gases de Borisov tampoco son inusuales. No es ni la mitad de efusivo que el cometa Siding Spring durante su vuelo de 2014 por el sistema solar interior.

Los investigadores también han podido establecer límites aproximados del tamaño del núcleo del cometa, que se encuentra en su halo de gas y polvo. Ahora mismo, parece que el núcleo apenas mide ocho kilómetros y es probable que tenga una anchura de entre 800 metros y 3,2 kilómetros.

«Resulta irónico que ‘Oumuamua fuera tan raro y este objeto se parezca prácticamente a cualquier cometa típico del sistema solar», afirma Dones.

Una trayectoria confusa

Asimismo, un equipo de astrónomos polacos ha hecho un primer intento de trazar la trayectoria de Borisov por el espacio interestelar. En un artículo subido a la plataforma de preimpresión arXiv, el equipo sugiere que Borisov pasó a 5,4 años luz de un sistema estelar llamado Kruger 60 hace casi un millón de años.

En aquella época, calculan que Borisov se desplazaba a una velocidad nada llamativa de 12 390 kilómetros por hora y, aunque los investigadores insisten en que el análisis puede cambiar con más datos, esto podría significar que Kruger 60 podría ser el sistema del que procede Borisov.

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    El equipo polaco es muy respetado por hacer este tipo de trabajos, ya que han publicado análisis similares de cometas formados a las afueras del sistema solar. Pero por ahora, cualquier intento de volver sobre los pasos de Borisov se topará con un escepticismo intenso.

    «Creo que es muy prematuro», afirma Meech. Para empezar, aunque se conoce la trayectoria de Borisov con la precisión suficiente para confirmar que es interestelar, su trayectoria exacta por el espacio aún resulta incierta. En parte, esto se debe a que hemos observado el objeto durante un periodo breve. También se debe a que Borisov está rodeado de gas y polvo, lo que dificulta señalar su centro.

    Borisov también está en el cielo bajo nocturno, cerca del horizonte. Es decir, que la luz del cometa atraviesa más aire antes de llegar a nuestros telescopios, por lo que la atmósfera podría aportar un error potencial superior.

    «Lo que ven [mis colegas] son enormes fragmentos de datos que tienen una precisión terrible», afirma Meech. «No es porque sean descuidados, sino porque cuesta medir el centro exacto de un objeto difuso».

    Conforme la luz solar calienta el cometa, el polvo y el gas que se desprenden de su superficie pueden actuar como el escape de un cohete y modificar la trayectoria del Borisov. Los astrónomos aún no controlan bien estas fuerzas no gravitatorias, así que no pueden incluirlas en sus cálculos.

    Además de eso, rastrear la trayectoria del Borisov exige rebobinar y determinar dónde solían estar las estrellas en la Vía Láctea. Pero por ahora, el mejor conjunto de datos cartográficos del mundo de la Vía Láctea —cortesía del satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea— proporciona datos de movimiento en 3D de solo una pequeña fracción de las estrellas de la galaxia.

    «Habría que hacer una película tridimensional de la galaxia y rebobinarla, con perturbaciones gravitacionales, y aún así no obtendrías la estrella original, sino el último puerto de escala», afirma Bannister.

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    En su forma actual, estos errores están obstaculizando las proyecciones a más corto plazo. A Marc Buie, astrónomo del Southwest Research Institute, le gustaría contemplar el paso del Borisov frente a varias estrellas, lo que le permitiría discernir el tamaño y la forma del cometa con mayor exactitud. Pero para planificar dichas observaciones, Buie explica que tendría que conocer la órbita de Borisov con muchísima más precisión que ahora.

    «Si no sabes donde está y no sabemos a dónde irá en la escala temporal de un año en nuestro sistema solar, ¿qué esperanzas nos quedan de saber exactamente de qué sistema estelar vino hace un millón de años?», afirma. «Soy muy escéptico respecto a nuestra capacidad de saber de dónde procede por ahora».

    Lo mejor está por llegar

    A pesar de las dificultades, las observaciones solo acaban de empezar. El cometa seguirá siendo visible durante casi un año y las mejores oportunidades de observación aún están por llegar. El cometa se encontrará en su punto más cercano al Sol en torno al 8 de diciembre y se están acumulando las propuestas para observar este espectáculo empleando los telescopios más grandes del mundo, como el Hubble, el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral y el ALMA.

    Por razones prácticas, los humanos no podrán enviar una misión de sobrevuelo de última hora que visite el veloz cometa. Pero los investigadores de la Iniciativa para Estudios Interestelares, una organización sin ánimo de lucro con sede en Reino Unido, han calculado que para que una nave llegara al Borisov, el emisario robótico tendría que lanzarse en 2030 en el Space Launch System de la NASA, que aún no está operativo y que será uno de los cohetes más potentes de la Tierra cuando se complete.

    La buena noticia es que la próxima vez que objetos como Borisov y ‘Oumuamua atraviesen nuestro sistema solar, estaremos preparados. Los astrónomos prevén que el Gran Telescopio para Rastreos Sinópticos (LSST, por sus siglas en inglés), una nueva instalación que se está construyendo en Chile, detectará muchos más objetos interestelares.

    «Las estimaciones antes de Borisov eran que el LSST, cuando esté operativo, podrá detectar un [objeto interestelar] al año», afirma Buie. «Pero si esto nos dice que son mucho más prevalentes y variados en apariencia y atributos, podríamos encontrarnos ante una época muy emocionante».

    Buie añade que el LSST podría detectar antes los objetos interestelares, lo que nos daría más tiempo para observarlos y quizá hasta visitarlos. De hecho, ya se están elaborando conceptos de interceptores. En junio, la Agencia Espacial Europea anunció su misión Comet Interceptor, que se lanzará en 2028 y se colocará en un punto neutro del campo gravitatorio. Allí, estará a la espera de volar junto a un cometa local entrante o quizá un visitante interestelar.

    «Creo que sería maravilloso tener una nave lista para visitar uno de estos objetos», afirma Dones. «Están completamente inexplorados».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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