Descubren nuevos indicios sobre el impacto gigante que dio lugar a la Luna
Nuestro planeta es el hogar de una de las 150 lunas que orbitan los planetas del sistema solar. Un reciente estudio arroja nuevas pistas sobre el impacto que dio lugar a su formación.
Diversas teorías han tratado a lo largo de la historia de establecer cómo se formó, hace 4.500 millones de años, la Luna que orbita alrededor de nuestro planeta Tierra. Tres principales teorías explican cómo pudo aparecer este astro en nuestro firmamento cien millones de años más tarde que el Sol.
La hipótesis predominante y más apoyada por la comunidad científica es la del impacto gigante, que afirma que la Tierra chocó con otro planeta primitivo y la colisión produjo cantidades ingentes de calor, que crearon océanos de magma y expulsaron restos que se quedaron orbitando alrededor de la Tierra. Dicha materia flotante fue uniéndose y dio como resultado la formación de la Luna, el quinto satélite natural más grande del Sistema Solar.
Tal y como ocurrió con otros planetas, la Tierra se formó a raíz de la inmensa nube de polvo y gas que quedó en órbita alrededor del sol, y que creó también diversos cuerpos que no llegaron al estado planetario completo. Entre ellos se encontraba Theia, el cuerpo del tamaño de Marte que, según esta hipótesis, colisionó con la Tierra arrojando materia de la corteza de nuestro joven planeta.
Esta teoría explicaría por qué la Luna tiene una densidad menor que la Tierra. El impacto entre Theia y la Tierra generó una energía cien millones de veces mayor que la disipada en el evento que posteriormente aniquiló a los dinosaurios, según la NASA.
Sin embargo, algunos expertos afirman que esta hipótesis también cuenta con cabos sueltos que no explican por qué entonces las misiones Apolo sugieren que menos del 60% de la luna está compuesto por el material de Theia.
¿Es la composición de la Luna casi idéntica a la Tierra?
Ahora, una nueva investigación publicada en Nature Geoscience ha arrojado luz sobre lo que realmente sucedió al resolver uno de los mayores misterios que rodearon el accidente: por qué la Luna terminó siendo entonces casi idéntica a la Tierra.
Una de las explicaciones es que Theia y la Tierra debían tener una composición similar, algo improbable según los expertos, puesto que cada cuerpo planetario de nuestro sistema solar se ha documentado con composiciones muy variadas y únicas.
Sin embargo, este nuevo estudio demuestra que la Tierra y la Luna no son tan similares como se pensaba anteriormente. Sus investigadores han evaluado con un nivel de precisión muy alto la distribución de los isótopos del oxígeno en las rocas que la misión Apolo de la NASA ha traído hasta nuestro planeta. El resultado muestra una diferencia en esta composición de isótopos de oxígeno entre la Tierra y la Luna.
Además, a medida que avanzamos por el manto de la Luna hacia su interior, estas zonas de la corteza presentan más isótopos de oxígeno más ligeros que la Tierra. El hecho de que esta diferencia aumente a medida que nos adentramos en el núcleo lunar es algo importante para los expertos, puesto que la corteza es el lugar donde los materiales más mezclados hubieran terminado. Este nuevo estudio muestra por tanto nueva información sobre la formación de nuestra Luna y demuestra que Theia y la Tierra no eran tan idénticos, así como la Luna y la Tierra tampoco lo son.