Esta muestra de asteroide devuelta a la Tierra es una cápsula del tiempo del antiguo sistema solar

La misión OSIRIS-REx de la NASA ha devuelto la mayor muestra espacial recogida desde el programa Apolo, tomada del asteroide primordial Bennu.

Por Carrie Arnold
Publicado 25 sept 2023, 16:37 CEST
Cápsula de retorno de muestras de la misión OSIRIS-REx de la NASA

La cápsula de retorno de muestras de la misión OSIRIS-REx de la NASA se ha precipitado a través de la atmósfera y ha llegado de nuevo a la Tierra, transportando material prístino de un asteroide que contiene pistas sobre la formación de los planetas del sistema solar.

Fotografía de Illustration by NASA’s Goddard Space Flight Center, CI Lab

A las 8.52 (hora local) del 24 de septiembre, una cápsula del tamaño de un mini frigorífico que transportaba muestras de rocas del asteroide Bennu cayó en paracaídas en el Campo de Pruebas y Entrenamiento del Ejército de los Estados Unidos en Utah, a unos 136 kilómetros al suroeste de Salt Lake City. La cápsula había permanecido en el espacio durante 2572 días, y su regreso marca la conclusión de la primera misión estadounidense de retorno de muestras de asteroides: OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, and Security-Regolith Explorer).

"Parecía magia, como si hubiéramos estado lanzando un hechizo durante 20 años y hubiéramos invocado las piedras", afirma Dante Lauretta, científico planetario del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) e investigador principal de OSIRIS-REx.

Antes de iniciar su descenso a través de la atmósfera terrestre a 44 500 kilómetros por hora, la cápsula pasó cuatro horas viajando por el espacio tras ser liberada de la nave OSIRIS. Tras aterrizar en Utah, fue transportada rápidamente a una sala blanca especialmente construida en la base militar. Desde allí, el valioso contenido de la cápsula se dirigirá al Centro Espacial Johnson, a las afueras de Houston.

Asteroide Bennu

Esta vista del asteroide Bennu expulsando partículas de su superficie el 6 de enero de 2019 se creó combinando dos imágenes tomadas por el generador de imágenes NavCam 1 a bordo de la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA.

Fotografía de NASA, Goddard, University of Arizona, Lockheed Martin

Se espera que la misión de siete años de la NASA a Bennu, un asteroide cercano a la Tierra, haya devuelto unos 250 gramos de rocas del asteroide, la mayor muestra espacial recogida desde las misiones Apolo. La geofísica Sara Russell, del Museo de Historia Natural de Londres (Reino Unido), afirma que estas muestras pueden contener pistas moleculares sobre la historia del sistema solar y el origen de la vida en la Tierra.

"Me parece fascinante que podamos aprender sobre nuestros orígenes y sobre la historia profunda del sistema solar estudiando estas rocas de aspecto tan aburrido", afirma. "Es casi como conocer a un bebé. Estoy deseando ver qué aspecto tiene".

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      Cohete Atlas V de United Launch Alliance que transporta la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA
      Entrenando para el retorno de muestras de la misión OSIRIS-REx de la NASA
      Izquierda: Arriba:

      El cohete Atlas V de United Launch Alliance que transporta la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA despega de la estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral en Florida el jueves 8 de septiembre de 2016.

      Fotografía de Sandy Joseph and Tim Terry, NASA
      Derecha: Abajo:

      Equipos de recuperación participan en ensayos de campo en preparación para la recuperación de la cápsula de retorno de muestras de la misión OSIRIS-REx de la NASA, el martes 29 de agosto de 2023, en el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Utah del Departamento de Defensa.

      Fotografía de Keegan Barber, NASA

      Un asteroide fascinante

      Las raíces de la misión se remontan a 1999, cuando los astrónomos dirigieron sus telescopios hacia el cinturón de asteroides, un conjunto de millones de rocas, pequeñas y grandes, que orbitan alrededor del Sol entre Marte y Júpiter. Los científicos descubrieron varios asteroides nuevos que facilitarían descubrimientos pioneros, entre ellos Bennu.

      "Fue un gran año para los asteroides, como una gran cosecha para un experto en vinos", afirma Lauretta.

      Bennu despertó el interés de la NASA, pero no fue hasta que el asteroide regresó en 2005 cuando los astrónomos pudieron observar bien el pedazo de roca giratorio del tamaño aproximado del Empire State Building. La agencia espacial quería tomar muestras de un asteroide cercano a la Tierra, y se dio cuenta de que Bennu era caballo ganador.

      El asteroide parecía ser rico en carbono, y otros asteroides como Bennu eran ricos en metales como hierro, aluminio y platino, que podrían ser vitales para apoyar los viajes espaciales de larga distancia. Las arcillas que formaban parte de la masa de Bennu podrían albergar pequeñas cantidades de agua, algo que los biólogos consideran crucial para la vida. Además, su órbita de seis años, que cruza la Tierra, facilitaría el encuentro de una misión con Bennu en comparación con asteroides con órbitas más largas.

      La proximidad de Bennu a la Tierra también significa que tiene una posibilidad pequeña, pero no nula, de colisionar algún día con el planeta, lo que podría obligar a la NASA a intentar desviar el asteroide de su trayectoria normal.

      El análisis a distancia de la composición química de Bennu reveló que el asteroide era un remanente de las fuerzas cataclísmicas que dieron origen a nuestro sistema solar hace unos 4600 millones de años. Pequeños trozos de escombros se fusionaron bajo la fuerza de su propia gravedad para crear éste y muchos otros asteroides. Según Olivier Barnouin, geofísico del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) y miembro del equipo OSIRIS-REx, estas antiguas rocas, que giran en el vacío del espacio exterior, guardan un registro de las fuerzas y procesos que forjaron el pequeño trozo de terreno celeste que llamamos Tierra.

      "Son bastante primitivos. Aparte de haber recibido impactos [de otros asteroides], este material no ha cambiado mucho desde las primeras etapas de la formación del sistema solar", explica.

      Entrada en la atmósfera terrestre de la cápsula de retorno de muestras OSIRIS-REx

      La cápsula de retorno de muestras OSIRIS-REx en el momento de su entrada en la atmósfera terrestre, el 24 de septiembre de 2023.

      Fotografía de NASA TV

      Volando hacia un mundo primordial

      La misión de la NASA a Bennu se lanzó el 8 de septiembre de 2016, llevando un muestreador en el extremo de un brazo robótico que arrebataría material de la superficie de Bennu, que los científicos pensaban que estaba compuesto de restos rocosos llamados regolito. Pero a medida que la nave espacial se acercaba a Bennu, Barnouin notó algo preocupante.

      "A medida que nos acercábamos, veíamos cada vez más rocas", explica Barnouin. Esto dificultaría no sólo la obtención de la muestra, sino también encontrar trozos lo suficientemente pequeños para transportarlos de vuelta a la Tierra.

      La nave tardó varios meses en reajustarse y encontrar un lugar adecuado para tomar muestras, pero el 20 de octubre de 2020, OSIRIS-REx entró en contacto con la suave superficie de Bennu. Utilizando ráfagas de aire comprimido, el muestreador sopló trozos sueltos de regolito de Bennu en un contenedor (Barnouin compara el proceso con soplar arena con un soplador de hojas), y luego la nave espacial retrocedió para prepararse para su regreso a la Tierra.

      Pero el regreso de la cápsula no marca el final del proyecto OSIRIS. Apenas 20 minutos después de la liberación de la cápsula, la nave disparó sus propulsores y comenzó una nueva misión, OSIRIS-APEX, para encontrarse con otro asteroide potencialmente peligroso, Apofis, en 2029.

      Para Lauretta, el regreso de OSIRIS-REx es la culminación del trabajo de media vida. Su primera tarea consiste en catalogar las muestras devueltas en la cápsula. Una pequeña parte se entregará a científicos canadienses y japoneses, pero la mayor parte se pondrá a disposición de investigadores cualificados para que la estudien en la NASA.

      "Es una biblioteca pública de rocas espaciales", dice Lauretta.

      Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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