Erupciones solares, qué son y cómo afectan a la Tierra

Te explicamos qué impulsa estas potentes ráfagas de radiación solar y qué tipo de efectos pueden tener en nuestro planeta.

Por Victoria Jaggard
Una llamarada solar destella en el borde del sol el 10 de septiembre de 2017.

Una llamarada solar destella en el borde del sol el 10 de septiembre de 2017.

Fotografía de NASA, GSFC, SDO

En las noches oscuras y despejadas cerca de los polos del planeta, los observadores del cielo tiene a menudo la oportunidad de vislumbrar (y admirar) la tormentosa actividad del Sol. Las ondulantes cortinas de luz que llamamos auroras son en realidad productos de nuestra estrella, creadas cuando las partículas cargadas del Sol chocan contra nuestra atmósfera y hacen que los átomos del aire brillen con colores vibrantes. Las mejores y más intensas auroras aparecen cuando la Tierra sufre el embate de una erupción solar.

(Relacionado: Estas explosivas imágenes del Sol podrían ayudarnos a desvelar misterios ancestrales)

Cómo se produce una erupción solar y qué tipos hay

Estas explosiones de radiación procedente del Sol se cuentan entre los fenómenos más potentes del sistema solar. Los astrónomos creen que las erupciones solares se producen cuando las líneas del campo magnético del Sol se tuercen y liberan su energía acumulada en un estallido repentino, emitiendo luz en casi todas las longitudes de onda del espectro, así como partículas subatómicas aceleradas, como electrones y protones.

Las erupciones solares pueden durar de minutos a horas, y si una apunta a la Tierra, el maremoto de radiación resultante puede tener diversos impactos en nuestro mundo.

La comunidad científica clasifica las erupciones solares en función de su brillo en rayos X, lo que a su vez revela algunos de sus efectos potenciales. Las erupciones más pequeñas, de clase C, apenas son perceptibles en la Tierra, aparte de la ráfaga de luz que pueden ver los satélites de rayos X. Las erupciones medianas, de clase M, pueden causar breves estallidos de radiación. Las erupciones medianas de clase M pueden provocar breves apagones de radio en los polos y pequeñas tormentas solares. Pero las erupciones solares más grandes, llamadas de clase X, pueden llegar a interrumpir las señales de radio de los eventos globales y causar tormentas solares más fuertes y duraderas.

¿Puede hacernos daño una erupción solar?

Además de aumentar las auroras, las grandes tormentas solares son potencialmente peligrosas para los estilos de vida dependientes de la tecnología, ya que pueden interrumpir las señales GPS, dañar los satélites, plantear riesgos para la salud de los astronautas en órbita e incluso tener el potencial de dejar fuera de servicio las redes eléctricas.

La mayor tormenta solar registrada, conocida como Evento Carrington, tuvo lugar en 1859. Provocó auroras tan al sur de Estados Unidos como Honolulu y Cuba (un acontecimiento poco frecuente) e hizo que las máquinas telegráficas echaran chispas y, en algunos casos, se incendiaran. La comunidad científica estima que si una erupción solar similar golpeara la Tierra hoy en día, provocaría apagones eléctricos generalizados y dejaría fuera de servicio la infraestructura mundial de comunicaciones, causando potencialmente la paralización de la sociedad moderna.

En 1967, en plana Guerra Fría, otra potente erupción solar estuvo a punto de desencadenar una guerra nuclear, cuando los militares estadounidenses se apresuraron a determinar si un apagón de radio se había debido a la interferencia de señales soviéticas o a un fenómeno natural.

Investigaciones recientes sugieren que los daños causados por las erupciones solares pueden depender no sólo de su fuerza, sino de los tipos de rocas que se encuentran bajo las zonas afectadas. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, la diferente geología de una región determinada puede amplificar o amortiguar las interferencias eléctricas causadas por las tormentas solares, aumentando o disminuyendo el riesgo para la red eléctrica local.

Por suerte, las agencias espaciales disponen de satélites que observan el sol y pueden ver cuándo se producen las erupciones solares y avisar de su llegada. Estas alertas no sólo le dan tiempo a las compañías eléctricas y a los astronautas para prepararse para las fuertes tormentas que se avecinan, sino que también pueden proporcionar previsiones meteorológicas espaciales sobre los mejores momentos y lugares para ver brillantes auroras danzando por el cielo.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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