Por qué tener la cabeza en las nubes puede ser algo positivo para los niños

Observar las nubes enseña a los niños lecciones sobre ciencia y creatividad.

Por Avery Hurt
Publicado 26 jun 2020, 12:42 CEST
Fotografía de Sam74100, Dreamstime

¿Necesitas una actividad para tener a los niños ocupados durante tu próxima videollamada? Diles que salgan a ver las nubes.

Quizá suene raro, pero observar las nubes puede tener beneficios para los niños. La capacidad de distinguir y entender los distintos tipos de nubes es una forma accesible de enseñarles ciencia y quizá incluso aprendan a predecir el tiempo. Es una actividad que también fomenta la capacidad de observación y la creatividad.

Además, escrutar los cielos también puede ser beneficioso para la salud mental de los niños, algo que según los expertos necesitan especialmente ahora que afrontan el estrés y la tensión de la pandemia.

«Su sistema nervioso simpático —esa reacción de alarma— está activo constantemente. Hay que darles la capacidad de apagarlo, de relajarse. Y observar las nubes es ideal para eso», explica Megan Tudor, profesora clínica adjunta de pediatría en el MIND Institute de la Universidad de California, Davis.

La buena noticia es que no hay que obligar a los niños a memorizar los 10 tipos de nubes (porque ¿quién va a querer hacer eso durante las vacaciones?). El fin es que entiendan qué ocurre en el cielo.

«Preferiría que los niños se hicieran una idea de lo que pasa. De lo contrario, solo aprenden definiciones. Lo importante es aprender qué significa todo eso», explica Jon Ahlquist, profesor adjunto de meteorología de la Universidad del Estado de Florida.

Por ejemplo, los cirros cardados y altos no traen lluvia. Pero si los niños observan los cúmulos cuya base se vuelve más alta y oscura a lo largo del día, ¡ándate con ojo! «Eso quiere decir que quizá estén convirtiéndose en tormentas, que pueden traer precipitaciones intensas», afirma Sonia Lasher-Trapp, profesora de ciencias atmosféricas de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign.

Ya tengas a un meteorólogo en ciernes o a un niño con la cabeza en las nubes, estas ideas pueden ayudar a tus hijos a relajarse y quizá a aprender algo de ciencia.

Detectives meteorológicos

Si los niños quieren aprender la parte científica de identificar tipos diferentes de nubes, el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos tiene una rueda de nubes imprimible. (Solo hay que rotar la rueda para que la nube que ves coincida con el nombre y la descripción.) ¿No tienes impresora? No pasa nada, los atlas de nubes digitales, como este, también son de gran ayuda.

Cuando tus hijos estén listos, hazles estas preguntas para que aprovechen al máximo la experiencia:

¿De qué color es? Cuando observas un cúmulo, ves la parte de abajo de la nube, señala Lasher-Trapp. «¿Son más oscuras por debajo? Eso quiere decir que la nube contiene mucha más agua y que podría llover pronto».

Cuanta más agua contiene una nube, más espesa será. Así que la oscuridad de una nube ofrece una pista para entender su espesor, que puede servir para predecir la lluvia. «Cuanto más oscura es la nube, más espesa es. Si la nube no es muy espesa, no va a producir mucha lluvia», apunta Ahlquist. Mediante la observación continua, los niños pueden determinar cuánto espesor tiene que alcanzar una nube antes de que llueva.

¿Qué forma tiene? Si tiene aspecto cardado (como un cirro) y estamos en las últimas horas del día, es probable que se trate de los restos de una tormenta o que se esté acercando un frente según dónde vivas, señala Ahlquist.

¿Se mueven? Si has oído que se acerca un frente cálido o frío a tu zona, pide a los niños que observen qué ocurre en el cielo. «Cuando se acercan frentes, puedes ver cómo cambian los tipos de nubes», afirma Lasher-Trapp. Eso quizá los ayude a pronosticar el tiempo.

Los niños pueden intentar comprobar si las nubes de dos niveles diferentes se desplazan en direcciones diferentes. Después, hay que colocarse en la dirección en que se desplaza el nivel inferior. Si tienen que girarse en el sentido contrario a las agujas del reloj para orientarse en la dirección en que se mueve el nivel superior de nubes, eso quiere decir que entre esas capas sopla aire frío. Si tienen que volverse en el sentido de las agujas del reloj, sopla aire caliente. Ahlquist afirma que es probable que ocurra lo mismo en tierra, así que los niños pueden predecir si hará más frío o más calor.

Creatividad en las nubes

Si a tu hijo no le va la parte científica de las nubes, no pasa nada. La observación de nubes ofrece formas de ejercitar el cerebro de maneras diferentes, fomentando la creatividad. Y en estos tiempos de tensión, eso es igual de importante que aprender ciencia. «La creatividad es una de las formas más importantes de relajación, sobre todo para los niños pequeños», indica Tudor. Te proponemos algunas ideas para que tus hijos fomenten su creatividad a través de las nubes:

—Fotografiar todos los tipos de nubes que vean en cinco, quince o treinta minutos para crear una colección de nubes virtual.

—Dibujar los tipos de nubes que vean y utilizar las formas básicas de las nubes para crear otras imágenes.

—Dar un nuevo nombre a cada tipo de nube. Los niños pueden basar sus motes en la mitología, personajes de dibujos animados o incluso sus amigos.

—Escribir una historia sobre las nubes añadiendo escenas diferentes a medida que cambian.

—Fingir que las nubes nos observan a nosotros. ¿Cómo describirían las montañas y los ríos y otras cosas que ven en la Tierra desde su perspectiva?

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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