Así capturan los fotógrafos un mundo plagado de enfermedades infecciosas

Ante la propagación del coronavirus, los fotógrafos deben combatir una «paranoia sutil» para mostrar el devastador avance de una enfermedad.

Por Whitney Johnson
Publicado 5 feb 2020, 12:49 CET
Hong Kong
Los trabajadores ferroviarios de Hong Kong, con chalecos naranjas y mascarillas, comprueban los carnés de los viajeros en la estación de Kowloon. Hong Kong es uno de los lugares donde se han detectado casos de coronavirus desde que se desató el brote en la región central de China.
Fotografía de Paul Yeung, Bloomberg, Getty

Estos fotógrafos, no cubren guerras, pero su trabajo puede ser igualmente peligroso.

Para mostrar las repercusiones de las enfermedades infecciosas en el mundo, los fotógrafos de National Geographic se han acercado a los brotes de enfermedades y virus letales, algunos no muy diferentes al coronavirus de Wuhan del que habla la mayoría de los titulares de actualidad.

Nichole Sobecki cuenta que, además de las dificultades habituales del fotoperiodismo, cuando estás cerca de una enfermedad letal crece en ti una especie de paranoia sutil. La fotógrafa trabajó la primavera pasada para Nat Geo en hospitales, centros de tratamiento y cementerios de la República Democrática del Congo para cubrir la epidemia de ébola en pleno conflicto.

Entierro de Tabu Amuli Emmanuel

En un día nublado, la gente zigzaguea entre las tumbas recientes para asistir al entierro del agente de policía Tabu Amuli Emmanuel (50) en el cementerio de Kitatumba, en Butembo, República Democrática del Congo, el 2 de marzo de 2019. Este cementerio, ubicado en las colinas de los alrededores de Butembo, la mayor ciudad del nordeste de la RDC, es donde han enterrado a las víctimas del reciente brote de ébola del Congo. El difunto Tabu Amuli Emmanuel era agente de policía y fue asesinado por un hombre armado cuando defendía el centro de tratamiento del ébola de Médicos Sin Fronteras en Butembo.

Fotografía de Nichole Sobecki. National Geographic

«Hay un momento en el que empiezas a sospechar que todo lo que te rodea podría tener ébola. La tela de tu camiseta, la correa de la cámara, la manivela de la puerta de tu habitación, hasta tu propia piel. Todo te da una sensación siniestra. Es esta sutil paranoia en uno mismo lo que me ayudó a comprender cómo una sociedad puede aferrarse a una mentira. Cómo los falsos rumores conducen a la violencia», cuenta a Sobecki mi colega David Beard.

A Lynn Johnson, que ha cubierto enfermedades como el SARS, la gripe aviar y el virus de la viruela del mono para Nat Geo, le abrió los ojos fotografiar a Norbert, un joven del Congo «que sufría mucho por la viruela del mono. Fue muy valiente», recordó. Ella también tuvo que luchar por concentrarse en cubrir las «enfermedades militarizadas» como el ébola, el virus de Marburgo y la viruela. «Como si el mundo natural no fuera lo bastante peligroso, tenemos que hacerlo más virulento para matarnos entre nosotros», contó Johnson.

Sobecki y Johnson aún están dispuestas a seguir trabajando en este tema, pero su colega Joel Sartore, célebre por su proyecto Photo Ark que ha fotografiado a más de 9800 especies vulnerables, se expuso al virus de Marburgo, que pertenece a la misma familia que el virus del Ébola. «Tuvimos que sacarlo en el primer vuelo de Uganda y ponerlo en cuarentena en su casa», cuenta Kathy Moran, editora fotográfica. Más adelante, Sartore tuvo que someterse durante meses a un tratamiento similar a la quimioterapia contra la leishmaniasis, un parásito transmitido por la picadura de los flebótomos.

«Casi todos nuestros fotógrafos se han expuesto a la malaria, el dengue, etc.», cuenta Moran.

Sobecki aconseja lo siguiente a los fotógrafos y reporteros que figuran entre los 36 millones de personas atrapadas en el bloqueo de 13 ciudades de China central, el epicentro del reciente brote:

«Mantened la calma, seguid los consejos de los profesionales sanitarios y sed conscientes de la diferencia entre compartir historias vitales y contribuir a la propagación del miedo. El mayor perjuicio que se puede hacer a quienes viven en un brote infeccioso es tomar una realidad muy compleja y convertirla en una fantasía de terror».

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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