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Página del fotógrafo
Bethany Mollenkof
Las hermanas Martha Huggins y Mary Moore, y una amiga asisten al funeral de Daisy Pace, que murió de COVID-19, en Belle Glade, Florida, en 2021. "Desde que la conocí, era una persona agradable, una persona fácil de llevar, y amaba al Señor", dijo Moore sobre Pace. "Le encantaban los niños".
Robert Albritten, propietario de Albritten's Funeral Service en Dawson, Georgia, se preocupó de muchas familias que perdieron a sus seres queridos a causa de la pandemia.
La médica Marlo Paul sirve a su comunidad rural de Gainesville, en el condado de Hale (Alabama), ofreciendo visitas a domicilio, plantas medicinales y apoyo físico y emocional a quienes no pueden acceder a la atención sanitaria normal.
Latasha Taylor visita el cementerio donde están enterrados su madre, su tío y su tía. Todos ellos murieron de COVID-19 en 2020.
Durante años, Latasha Taylor se resistió a las peticiones de su madre de unirse a ella en el jardín familiar al amanecer. Después de que su madre muriera de COVID-19 en 2020, Taylor, que vive en Dawson (Georgia), riega las plantas de su madre para mantener vivos tanto el jardín como su recuerdo.
La fotógrafa Bethany Mollenkof descubrió que estaba embarazada tres meses antes de que el COVID-19 cerrara las fronteras de Estados Unidos. Comenzó a documentar sus propias experiencias durante la cuarentena en Los Ángeles, desde su primera ecografía, que su marido tuvo que ver desde el aparcamiento por videoconferencia, hasta el parto. Aunque Mollenkof esperaba tener un parto natural, decidió dar a luz en un hospital por si surgían complicaciones, lo que resultó ser la decisión correcta. Después de romper aguas, las contracciones no empezaron, y finalmente se indujo el parto para mantener al bebé a salvo. "Pensé en mis amigos, en mi comunidad, y en lo que supondría ser padres primerizos aislados, en no tener gente a nuestro alrededor que nos ayudara, gente que años más tarde pudiera contar a nuestra hija que la había tenido en brazos cuando tenía pocos días", escribió Mollenkof en un ensayo fotográfico para National Geographic. "Pero también pensé en las mujeres a lo largo de la historia, mujeres que han sobrevivido a guerras, pandemias, abortos. Su resiliencia me guió".
En el campus de la Universidad Estatal de Oklahoma, un mural que conmemora la masacre racial de Tulsa se erige como recordatorio visible de una historia que fue sofocada y contestada durante gran parte del siglo pasado.
Unos niños de Tulsa levantan sus puños durante una marcha para conmemorar el centenario de la Masacre Racial de Tulsa. Durante los dos días que duró la matanza, el 31 de mayo y 1 de junio 1921, los alborotadores blancos mataron a 300 residentes negros y destruyeron una próspera comunidad comercial conocida como Black Wall Street.
Bethany Mollenkof, que estaba embarazada cuando Estados Unidos declaró el confinamiento, sintió que traer un niño al mundo durante ese momento fue poderoso. «Hacer crecer una vida en tiempos de muerte tan oscuros me pareció poderoso y quise documentarlo para mi hija», dijo Mollenkof.
El reverendo Robert Turner reza frente a la excavación del Cementerio de Oaklawn, en Oklahoma, donde los científicos que buscaban a las víctimas de la masacre racial de Tulsa de 1921 encontraron una fosa común. Los cuerpos aún no han sido identificados. (De: Desentierran varios ataúdes durante la búsqueda de las víctimas de la masacre racial de Tulsa)