Freeman Dyson, el legendario físico teórico, ha fallecido a los 96 años
Dyson contribuyó a crear la física de partículas moderna, criticó los ensayos con armas nucleares e imaginó cómo viajarían al espacio las civilizaciones futuras.
Freeman J. Dyson, una importante figura de la física del siglo XX, fue el teórico que unificó el mundo del átomo y el electrón, un crítico de los ensayos con armas nucleares, un diseñador de civilizaciones espaciales y un firme inconformista respecto al cambio climático. Dyson falleció el 28 de febrero de 2020 en Princeton, Nueva Jersey, a los 96 años.
En el momento de su muerte, Dyson mantenía una oficina en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (IAS, por sus siglas en inglés), en Nueva Jersey, donde se instaló en 1953 como profesor de física. El IAS confirmó el fallecimiento de Dyson a National Geographic.
«Ninguna vida está más entrelazada con el Instituto ni es tan imposible de capturar: arquitecto de la física de partículas moderna, matemático, defensor de los viajes espaciales, la astrobiología y el desarme, eterno alumno de posgrado, rebelde ante muchas ideas preconcebidas incluidas las suyas, ensayista reflexivo, y constante observador sabio de la escena humana», declaró en un comunicado Robbert Dijkgraaf, director del IAS. «Su secreto era simplemente decir que sí a todo en la vida, hasta el final».
Cuando Dyson empezó su cargo en la IAS, Albert Einstein aún deambulaba por el terreno. Aunque más adelante lo describirían como un «heredero» de su célebre colega, Dyson nunca elaboró una teoría general de nada. Este hombre modesto, tímido y humilde se contentaba con trabajar en las ideas de otros.
«No soy una persona de grandes preguntas. Busco rompecabezas. Busco problemas interesantes que pueda resolver. No me preocupa si son relevantes o no, y sin duda no me obsesiona resolver un gran misterio. Ese no es mi estilo», contó al Quanta Magazine poco después de su 90º cumpleaños.
«No propuso nuevas ideas radicales, sino que ayudó a arreglar los detalles de las teorías planteadas en la revolución cuántica de la década de 1920», declaró Declan Fahy, profesor adjunto de comunicaciones en la Universidad de la Ciudad de Dublín, Irlanda, que estudia a científicos como intelectuales públicos. «En las décadas de 1940 y 1950, él y otros probaron de forma experimental que las teorías eran correctas y, en última instancia, esto condujo a la teoría de la electrodinámica cuántica, que describe el comportamiento de los átomos. Es de suma importancia en la ciencia, pero no captura la imaginación del público como la teoría de cuerdas».
Dyson se hizo famoso por traducir las ideas de Richard Feynman y otros dos físicos a cálculos matemáticos más accesibles en un trabajo seminal de 1949, «The Radiation Theories of Tomonaga, Schwinger and Feynman». Pero antes, Feynman y él pasaron cuatro días memorables conduciendo desde Nueva York a Albuquerque, un viaje durante el que tuvieron conversaciones profundas e inspiradoras y se vieron obligados a refugiarse en un burdel por una inundación en Oklahoma.
Pese al papel fundamental de Dyson a la hora de sintetizar sus ideas, lo olvidaron en 1965 cuando Feynman, el físico de Harvard Julian Schwinger y el científico japonés Sin-Itiro Tomonaga ganaron el Premio Nobel por su trabajo en la física de partículas elementales.
Virgina Trimble, física de la Universidad de California en Irvine, explicó que aunque lo ignoraron para el Nobel (su Premio Templeton del año 2000 citaba el trabajo como «su contribución más útil a la ciencia»), la mejora de Dyson de las ideas tempranas del comportamiento de los átomos supuso un avance importante a partir de las ideas previas sobre la relatividad y la mecánica cuántica.
«Podría decirse que, sin este entendimiento, no tendríamos los ordenadores, los teléfonos ni las cámaras digitales modernas», afirmó.
Tampoco tendríamos determinadas terapias de radiación que se usan para tratar el cáncer en la actualidad. A finales de los años 50, basándose en una idea de Edward Teller, Dyson encabezó un equipo que diseñó y patentó el TRIGA (las siglas de «Training, Research, Isotopes, General Atomic»), un reactor nuclear pequeño y de baja potencia que aún se utiliza en hospitales de investigación para producir isótopos médicos y tratar varias formas de cáncer.
El trabajo de Dyson sobre energía nuclear también se extendió al Proyecto Orión, un proyecto secreto de las Fuerzas Armadas que pretendía construir una nave espacial propulsada por la explosión de bombas atómicas que llevaría a los humanos hasta los rincones más lejanos del sistema solar. Este proyecto fantasioso se canceló cuando la NASA optó por cohetes más convencionales y el tratado de prohibición de ensayos nucleares puso fin a los experimentos atómicos atmosféricos.
El interés de Dyson por las armas nucleares también trajo controversia. Durante la guerra de Vietnam fue miembro de JASON, un grupo de asesoramiento sobre defensa, y lideró la investigación sobre la viabilidad de usar armas nucleares tácticas pequeñas contra el enemigo. Su facilidad para separar los aspectos técnicos de los morales lo convirtió en un blanco del movimiento antibélico.
Con todo, el científico tuvo otras ideas menos polémicas que se convirtieron en materia de ciencia ficción. Su hipotética esfera de Dyson, una megaestructura que englobaría una estrella para capturar su energía, apareció en novelas y en un episodio de Star Trek: The Next Generation. El hipotético árbol de Dyson crecería en cometas para sustentar a los futuros colonos espaciales.
Orgulloso de no ser doctor
Freeman John Dyson nació el 15 de diciembre de 1923 en Crowthorne, Inglaterra. Su padre fue el destacado compositor británico Sir George Dyson y su madre, Mildred Atkey, fue trabajadora social. Era un prodigio de las matemáticas y a los cinco años ya había calculado cuántos átomos había en el Sol.
Dyson asistió al Winchester College, donde su padre era profesor de música, antes de trabajar como analista de objetivos civiles para la Real Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial.
Poco después de graduarse en Matemáticas por la Universidad de Cambridge en 1945, Dyson se mudó a Estados Unidos. Se matriculó en la Universidad de Cornell, en Nueva York, y pese a no tener un doctorado ejerció de profesor entre 1951 y 1953. Aunque finalmente recibiría casi dos docenas de grados honorarios, Dyson nunca completó su doctorado. Se convirtió en un opositor abierto del «sistema de doctorados», que tachaba de «una abominación» que desalentaba a muchos científicos incipientes, sobre todo a las mujeres.
Cuando el físico Hans Bethe, mentor de Dyson en Cornell, escribió una carta a Robert Oppenheimer del Instituto de Estudios Avanzados, invitaron a Dyson a convertirse en investigador. Fue allí donde escribió su trabajo trascendental sobre la electrodinámica cuántica, que propulsó su carrera y le consiguió una plaza permanente en el instituto.
El versátil científico trabajó en una amplia gama de áreas de la física teórica. Aunque Wolfgang Pauli obtuvo el Premio Nobel por su principio de exclusión, que establece que no puede haber dos electrones con números cuánticos idénticos en un átomo, fueron Dyson y el matemático Andrew Lenard quienes lo demostraron de forma definitiva.
Dyson escribió más de una docena de libros que hicieron que los complejos conceptos científicos y morales fueran inteligibles para no especialistas. Entre sus libros más vendidos figuran Los orígenes de la vida y Armas y esperanza, que obtuvieron el premio del Círculo Nacional de Críticos Literarios de Estados Unidos por no ficción general en 1984.
El científico, que adquirió la ciudadanía estadounidense en 1957, se casó dos veces y tuvo seis hijos. Sus dos hijos con la matemática Verena Huber Dyson son la inversora de capital de riesgo Esther Dyson y el historiador científico George Dyson. En 1958, se casó con Imme Jung, su mujer durante más de 60 años hasta que él falleció. Le sobreviven ella y sus hijas Dorothy, Mia, Rebecca y Emily, así como sus 16 nietos.
También le ha sobrevivido su posición polémica sobre el cambio climático.
Las críticas de Dyson a la climatología surgieron de su propia participación en el grupo JASON y se desarrollaron en pleno debate sobre el invierno nuclear con Carl Sagan y otros científicos. En su propio modelo climático simple, Dyson subestimó los efectos de los gases de efecto invernadero. Los físicos atmosféricos atacaron su modelo por contradecir el consenso general. Eso hirió a Dyson, que insistió en que «se ha exagerado sumamente que el calentamiento global sea un problema». Su escepticismo le comportó críticas mordaces durante sus últimos años, como evidencia un artículo del New York Times Magazine titulado «The Civil Heretic».
«Un tema importante de sus libros de divulgación científica fue el valor del inconformista científico», explicó Fahy. «Hacia el final de su vida, fue este tema lo que lo definió en público, no sus aportaciones vitales a la física».
Dan Vergano y Michael Greshko han contribuido a este artículo, que se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.