June Almeida, la científica que descubrió los coronavirus

La científica pionera June Almeida recibe un merecido reconocimiento por los avances en virología que consiguió hace medio siglo.

Por Sydney Combs
Publicado 20 abr 2020, 12:44 CEST
June Almeida

La científica June Almeida trabaja con un microscopio electrónico en el Instituto del Cáncer de Ontario en Toronto, Canadá, en 1963. Un año después, June Almeida se convertiría en la primera persona que observó un coronavirus usando las técnicas de microscopía que desarrolló.

Fotografía de Norman James, Toronto Star, Getty

Cuando June Almeida echó un vistazo por su microscopio electrónico en 1964, vio un punto redondo y gris rodeado de radios diminutos. Sus colegas y ella observaron que estas clavijas formaban un halo alrededor del virus, algo parecido a la corona solar.

Lo que vio pasaría a conocerse como coronavirus y Almeida desempeñó un papel fundamental en su identificación. Ese hito fue aún más excepcional porque la científica de 34 años no había terminado su educación formal.

June Hart, su apellido de soltera, vivió con su familia en un edificio de apartamentos de Glasgow, Escocia, donde trabajaba su padre como conductor de autobús. June fue una estudiante brillante que anhelaba asistir a la universidad, pero el dinero escaseaba. A los 16 años abandonó el colegio y empezó a trabajar como técnica de laboratorio en el hospital Glasgow Royal Infirmary, donde usaba microscopios para analizar muestras de tejido.

Cuatro coronavirus

Cuatro coronavirus observados por un microscopio electrónico. Los radios alrededor del borde recordaban a un halo, lo que inspiró su nombre, «corona».

Fotografía de BSIP, Uig, Getty

Tras cambiar a un puesto similar en el Hospital de St. Bartholomew de Londres, conoció al hombre que se convertiría en su marido, el artista venezolano Enriques Almeida. La pareja emigró a Canadá y June consiguió un empleo trabajando con microscopios electrónicos en el Instituto del Cáncer de Ontario, en Toronto. Allí desarrolló nuevas técnicas y publicó varios trabajos que describían las estructuras de virus nunca vistos.

Una nueva forma de ver el microscopio

La técnica de microscopía que desarrolló Almeida era simple, pero revolucionó el campo de la virología.

Cuando se trabaja con partículas microscópicas, cuesta saber exactamente qué hay que buscar. Un microscopio electrónico emite un haz de electrones dirigido a un espécimen y después registra las interacciones de las partículas con la superficie del espécimen. Como los electrones tienen longitudes de onda mucho más cortas que la luz, muestran a los científicos una imagen mucho más detallada. Lo complicado es distinguir si una mancha diminuta es un virus, una célula u otra cosa.

Para resolver el problema, Almeida se percató de que podía recurrir a los anticuerpos obtenidos de individuos ya infectados para localizar el virus. Los anticuerpos se sienten atraídos por sus homólogos antígenos, así que cuando Almeida introdujo partículas diminutas cubiertas de anticuerpos, estas se congregaban alrededor del virus y señalaban su presencia. Esta técnica permitió a los médicos usar los microscopios electrónicos para diagnosticar infecciones virales en pacientes.

Almeida pasó a identificar una serie de virus como la rubeola, que puede causar complicaciones durante el embarazo. Los científicos habían estudiado el virus de la rubeola durante décadas, pero Almeida fue la primera que lo observó.

El descubrimiento de los coronavirus

Cuando obtuvo reconocimiento por su destreza, Almeida regresó a Londres para ocupar un puesto en la Facultad de Medicina del Hospital St. Thomas. En 1964, el Dr. David Tyrrell, que supervisaba las investigaciones en la Unidad de Resfriado Común de Salisbury, Wiltshire, contactó con ella. Su equipo había tomado muestras de un virus similar a la gripe que habían etiquetado como «B814» de un niño enfermo de Surrey, pero había tenido dificultades para cultivarlo en el laboratorio. Cuando los métodos tradicionales fracasaron, los investigadores empezaron a sospechar que el B814 podría ser un nuevo tipo de virus.

Ante la falta de opciones, Tyrrell envió muestras a Almeida con la esperanza de que pudiera identificar el virus con su técnica de microscopía. «No albergábamos muchas esperanzas, pero me pareció que valía la pena intentarlo», escribió Tyrrell en su libro Cold Wars: The Fight Against the Common Cold.

Aunque Almeida contaba con material limitado para su trabajo, sus hallazgos superaron con creces las expectativas de Tyrrell. Almeida no solo descubrió y creó imágenes claras del virus, sino que recordó haber visto dos virus similares durante su trabajo de investigación previo: uno cuando analizó la bronquitis en pollos y otro cuando estudió la hepatitis en ratones. Había escrito un trabajo sobre ambos, pero se lo habían rechazado, ya que los revisores consideraron que las imágenes eran solo fotos de mala calidad de las partículas del virus de la influenza. Con la muestra de Tyrrell, Almeida estaba segura de que estaban ante un nuevo grupo de virus.

Cuando Almeida, Tyrrell y el supervisor de Almeida se reunieron para hablar de sus hallazgos, se preguntaron cómo llamar al nuevo grupo de virus. Tras observar las imágenes, se basaron en la estructura de halo del virus y decidieron optar por «corona». Así nacieron los coronavirus.

Su legado

Almeida se retiró de la virología en 1985, pero siguió siendo activa y curiosa. Se convirtió en profesora de yoga, aprendió a restaurar porcelana fina y desarrolló un buen ojo para las antigüedades, que solía buscar con su segundo marido, Phillip Gardner, también virólogo jubilado.

Antes de su muerte en 2007 a los 77 años, Almeida regresó al St. Thomas como asesora y ayudó a publicar algunas de las primeras imágenes de alta calidad del VIH, el virus que causa el sida.

Hugh Pennington, profesor emérito de bacteriología en la Universidad de Aberdeen, trabajó con Almeida en St. Thomas y la describe como su mentora. «Sin lugar a dudas, ella es una de las científicas escocesas excepcionales de su generación, pero por desgracia muchos la olvidaron. Aunque, irónicamente, este brote de COVID-19 ha vuelto a sacar a la luz su trabajo», declaró Pennington en una entrevista a The Herald.

En la actualidad, muchos investigadores usan sus técnicas para identificar virus de forma rápida y precisa. Cincuenta y seis años después de haber sido la primera persona en ver un coronavirus por un microscopio, la labor de Almeida es más relevante que nunca.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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