Por qué las mujeres han sufrido más económicamente durante la pandemia
Nuevos datos revelan por qué las mujeres no se recuperan tan rápido como los hombres de las consecuencias económicas de la pandemia.
Una mujer con mascarilla camina frente a un mural del artista callejero Alex Martinez frente a una tienda que vende bolsos en Atenas. Más mujeres trabajan en sectores, como el de venta al por menor, que todavía sufren por los confinamientos.
Las consecuencias económicas desproporcionadas que la pandemia ha causado a las mujeres parecen haber sorprendido a mucha gente. Pero las desigualdades arrastradas desde hace ya tiempo han hecho a las mujeres especialmente vulnerables.
La Fundación Gates ha revelado nuevos hallazgos del Grupo Eurasia y la Organización Internacional del Trabajo, junto con el Foro Generación Igualdad de ONU Mujeres, que documentan por qué las mujeres de todo el mundo han sido las más afectadas y las que más han tardado en recuperarse.
«No es solo en el norte global», dice Anita Zaidi, presidenta de la División de Igualdad de Género de la Fundación Gates. «Es en todas partes».
Según los nuevos datos, aunque una proporción similar de hombres y mujeres perdió su empleo durante la pandemia, son menos las mujeres que vuelven a ser contratadas. Es probable que este año haya 13 millones de mujeres menos empleadas que en 2019.
Uno de los principales motivos de esa brecha de empleo es que hay más mujeres que trabajan en sectores que aún no se han recuperado por los confinamientos: el comercio al por menor, el turismo, la hostelería y la restauración. Otro es el cuidado de los niños: con colegios y guarderías cerrados, muchas mujeres de todo el mundo no han tenido más remedio que dejar sus trabajos para cuidar de sus hijos. Antes de la pandemia, una cuarta parte de las mujeres dedicaba más de nueve horas diarias al cuidado de sus hijos; ahora, un tercio dedica al menos esa cantidad de tiempo.
«La gente piensa en una pandemia solo desde el punto de vista sanitario», dice Zaidi. «Nadie ha pensado, vale, ¿cuáles serán los daños a la educación, la escolarización, el cuidado de los niños?».
La visión y las prioridades para la vida tras la pandemia dependerán en gran medida de quién esté al mando. Los grupos de trabajo de COVID-19 han proliferado durante la crisis —hay 225 en 137 países—, pero las mujeres solo ocupan una cuarta parte de sus puestos. En términos más generales, mientras que las mujeres representan el 70 por ciento de los trabajadores sanitarios, solo ocupan el 25 por ciento de los puestos de liderazgo en el sector sanitario.
Esto deja grandes lagunas en los conocimientos y en la atención que es fundamental en la vida de muchas mujeres, pero que no ha sido calificada oficialmente como esencial. Los programas para la salud de las mujeres, como los de anticoncepción, no se consideraron servicios esenciales durante los confinamientos, dice Zaidi. ¿Cuál es la consecuencia? Se calcula que unos 12 millones de mujeres perdieron el acceso a los anticonceptivos, lo que provocó 1,4 millones de embarazos no deseados.
Los efectos acumulados de la pérdida de empleos, la imposibilidad de conseguir guarderías y los embarazos no deseados son el aumento de la pobreza. Antes de la pandemia, las tasas de pobreza mundial estaban disminuyendo a un ritmo del 2,5 por ciento. Este año se estima que las tasas de pobreza aumentarán un 9 por ciento.
Pero es posible revertir esta tendencia, según las nuevas conclusiones. Los datos del Grupo Eurasia indican que la prestación de servicios de guardería a las mujeres añadiría tres billones de dólares de producto interior bruto a la economía mundial (en términos de paridad en el poder adquisitivo), mientras que los programas de transferencias monetarias —pequeñas cantidades distribuidas a mujeres que ganan menos de dos dólares al día— podrían sacar de la pobreza a hasta 100 millones de mujeres.
La Fundación Gates se compromete a donar 2100 millones de dólares en los próximos cinco años para la capacitación económica de las mujeres, la salud y la planificación familiar, y el desarrollo del liderazgo. «La pobreza es machista», dice Zaidi, por lo que las soluciones deben tener en cuenta el género.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.