'Women, un siglo de cambio' y la evolución de la percepción social
Esta fotografía de jóvenes japonesas posando con ramas de cerezo en flor fue tomada en algún momento antes de 1918 por Eliza Scidmore. Scidmore fue la primera mujer en formar parte del consejo de administración de la National Geographic Society, y también se la considera la primera fotógrafa de Nat Geo.
Marisa Flórez dio sus primeros pasos como fotoperiodista en el Madrid de la Transición, en un momento de cambio integral de España y en un medio nuevo y ambicioso como El País, fundado el 1976 y en el que empezó a trabajar desde ese primer año. Sin dejar de estar detrás de la cámara, llegó a ser redactora jefe y editora gráfica del periódico en el que empezó, pero sus fotografías también se publicaron en otros medios, ha sido profesora de fotoperiodismo y desde los años 80 ha participado y sido protagonista de exposiciones individuales y colectivas. Desde 2020, es la responsable de la exposición Women, un siglo de cambio de National Geographic.
Esos ingredientes - el momento, el lugar y el medio- le dieron la oportunidad de presenciar muchos momentos históricos. En esa primera fila hubo mucha gente, pero pocos, y sobre todo pocas, consiguieron transmitir ese testimonio como Flórez. Es autora de fotografías que ya son parte de la historia de España pero, pese a todo ello no se considera un referente. "Muchas veces me río con esto de ser un referente, en parte porque parece que soy 'Marisa Flórez, la fotógrafa de La teta de Susana; de La soledad del presidente; de La bajada de Alberti y Pasionaria o de la foto de [Santiago] Carrillo y Blas Piñar'. Pero no, creo que he estado en un periódico donde hoy te toca ir al Congreso, mañana tienes que hacer cosas de sociedad, pasado un atentado, al día siguiente un accidente y otro día el concierto de los Rolling Stones. Por eso he podido cubrir una gran variedad de temas y ha sido estupendo poder tocar todos los palos. Hay fotos que reconoce mucha gente, pero no me considero un referente. Tuve la suerte de estar ahí y hacer la foto para un medio muy influyente, y eso es importante. Aunque no lo parezca, dependiendo de donde te toque estar, también influye", comenta por teléfono.
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Pero, para alcanzar ese éxito profesional hay una buena dosis de paciencia, saber mirar, preparación, autoexigencia y, sobre todo, ilusión y pasión. "A nivel personal, creo que he tenido suerte porque esa la ilusión de los primeros días, cuando cada día era como una fiesta que no sabías lo que ibas a hacer, creo que la he mantenido a lo largo de los años, de forma diferente lógicamente, pero creo que es una profesión en el que es fundamental la ilusión y la pasión que le pongas. También es esencial prepararse mucho y ver muchas imágenes y fotos. Yo no hago las fotos al azar. Me lo pienso a la hora de tomar cualquier tipo de fotografía. Me involucro bastante. Soy muy exigente, quizás demasiado y eso hay veces que no es bueno, porque no todos los días haces esa foto maravillosa. No entiendo a los que dice: 'Bueno ya he hecho las fotos'. Sí has hecho fotos pero hacer una foto no es conseguir el resultado deseado siempre".
Esa manera de entender la fotografía en la que la calidad y los halagos no se regalan pero en la que se aprecia mucho las imágenes que "transmiten" la ha intentado trasladar a su manera de entender Women, un siglo de cambio. La muestra reúne un conjunto de historias inspiradoras, conmovedoras y extraordinarias de mujeres que desafiaron los límites, superaron adversidades y abrieron nuevos caminos para sí mismas y para otras. La selección incluye, además, retratos de mujeres que han desempeñado un papel destacado en la historia reciente a cargo de un buen número de mujeres fotoperiodistas que han trabajado para National Geographic, como Amy Toensing, Ami Vitale, Newsha Tavakolian, Lynsey Addario o la propia Flórez. En 2020, Flórez decía que la exposición refleja "la evolución de la vida, la evolución de la mujer y la evolución de cómo mirar a la mujer", y afirma que este "es un camino que en esta exposición queda bastante patente: cómo ha ido modelándose y ha ido cambiando a lo largo de un siglo y pico". Eso no ha cambiado, pero no significa que desde 2020 todo siga igual.
En esta edición podrán verse, por primera vez en España, tres imágenes exclusivas. La primera de ellas es la fotografía más antigua de la exposición: un retrato coloreado que data de 1918 y que muestra a tres mujeres japonesas captadas por Eliza Scidmore, geógrafa, escritora, fotógrafa, y la primera mujer miembro de la junta directiva de la National Geographic Society. Además, la muestra presentará una instantánea de Jodi Cobb, fechada en 1998, y otra de Randy Olson realizada en 2007.
En estos años, la exposición ha estado en Madrid, Barcelona y ahora Málaga. Ha vivido (o sufrido) la pandemia de COVID-19 con su confinamiento, "se inauguró el 3 de marzo del 2020 y a los 10 días hubo que cerrarla por el tema de COVID", recuerda. Pero, independientemente de que la exposición se ha ampliado, en Málaga se podrán ver tres fotografías nuevas, a Flórez le ha sorprendido cómo ha cambiado la manera en que el público se acerca a la muestra.
Marisa Flórez, fotoperiodista y editora gráfica del diario El País, ha supervisado la selección de las de las 50 fotografías del archivo de National Geographic.
¿Cómo se distingue una buena foto de una mediocre? ¿Se hacen mejores fotos ahora con la llegada de las de las técnicas informáticas, las cámaras más automáticas o los fotógrafos han acomodado?
En absoluto. Una buena foto es una buena foto hoy y antes y, en el futuro, las habrá buenas y malas. Pero depende también de para qué sea. En una buena foto en prensa se exigen una serie de cosas: que enseñe lo que tienes delante, que sea verdad, que sea directa, que llegue... Hay otro tipo de imágenes, como la fotografía artística. Pero importante siempre es que transmiten algo que te toca la piel, que te llega y no sabes por qué. Depende mucho, pero qué duda cabe que una buena imagen siempre es esa que te hace pararte y mirar. Luego te puede gustar más o menos; te puede producir una serie de sensaciones diferentes; pero te hace parar y mirar lo que está delante de ti.
Una buena foto siempre es difícil de hacer y cuando consigues algo que has buscado y ves que el resultado es el que habías deseado tener para mi es un lujo y una gran felicidad. Pero no te creas que ocurre demasiadas veces, o por lo menos a mí, aunque como digo soy bastante quisquillosa. Siempre pienso un: ‘Podría haber hecho un poquito más’.
¿Hay alguna fotografía que realmente le haya costado ver de primeras y que después le gustara el resultado?
Dentro del fotoperiodismo, que es lo que más he hecho, hay que tener en cuenta el momento en que se toma una foto. Por un lado está la fotonoticia, que es eso que surge en un momento en donde intervienen tantas cosas como es estar en el momento oportuno; estar ahí pendiente de todo; tener ese poquito de suerte… Por otro lado, tenemos las fotografías de reportajes donde te documentas de otra manera, sabes lo que vas a hacer, te involucras, el tiempo puede pasar; trabajas de otra forma distinta. Son maneras diferentes de trabajar y claro, los resultados algunas veces también son diferentes. Yo suelo ser bastante consciente cuando hago algo pero siempre me gusta ver las imágenes varias veces porque a la hora de trabajar tienes un ritmo que no te permite ver la potencia de una foto a la primera. Hay veces que te vas pensando que no tienes la foto adecuada para el reportaje y después repasando el trabajo te das cuenta de que sí.
Me ocurrió con la foto de la cárcel de Yeserías de Madrid que está en la exposición. Hice un reportaje en el que tuve la suerte de estar varios días conviviendo con las internas en los que me permitieron seguirlas en su vida cotidiana. Solo salía para dormir, que es lo único que no me autorizaban. Después se publicaron es una serie de fotos en reportajes diferentes. Pero hubo una foto que yo realmente al principio no fui capaz de captar su importancia.
Con el paso de los días volví a ver el reportaje. Volví a buscar. Repasando todos los negativos me encontré con la foto de la exposición. Aparecen las mujeres de la cárcel, reunidas, rodeadas de una tremenda negritud, de ese momento terrible que habían vivido y que estaban viviendo. Ese sitio era horroroso y oscuro, donde ellas mismas me aseguraban que habían pasado por momentos en que decían: “mi vida o termina en un manicomio o termina en la cárcel”. Pero en ese momento, rodeadas de toda esa oscuridad había un rayo de luz, que apareció como una fuerza que las estaba sosteniendo allí para intentar seguir adelante. Una luz de esperanza de tener una vida mejor con el paso de unos años que les tocaba terminar su pena. Aunque no fui capaz de verla primer momento, luego lo tuve muy claro: me sobraba muchas de las otras y ese era el resumen de lo que yo quería transmitir.
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La exposición ha pasado por Madrid, Barcelona, ahora Málaga. ¿En estos años, cómo cree que ha cambiado?
Más allá de que a lo largo de estos años, la exposición se ha ampliado, por ejemplo, ahora en Málaga hay tres imágenes nuevas que no se expusieron en Madrid ni en Barcelona, sobre todo, creo que ha cambiado el contexto. He notado un gran cambio sobre todo en cómo la gente percibe los problemas sociales y cómo se acercan a la exposición. En estos tres años parece que no, pero la sociedad, la gente, los que van a ver la exposición han cambiado. Es curioso, pero se nota. Creo que, en ese sentido, es un reflejo de cómo se ha movido la sociedad.
¿Qué ejemplo de ese cambio podría? ¿A qué se refiere con ese "cambio de percepción"?
Las imágenes de la exposición son fantásticas, es un viaje fotográfico a través de muchos países a través de mucho tiempo. Pero, creo que en cierto sentido, y en algunos temas, la sociedad está más sensibilizada. Y eso sí se nota. No es una cuestión de que el que vea la exposición sea mujer, hombre o la edad que tenga, es en conjunto. Me parece que hay una sensibilidad mayor con ciertos temas. Un buen ejemplo es el tema de la mujer, que creo que a lo largo de estos años ha variado totalmente. Se perciben más ciertos comportamientos. Es más palpable el hecho de que no todos tenemos las mismas circunstancias. Creo que ahora se tiene en cuenta no solamente cómo seamos cada uno, sino también la diferencia cultural y el contexto en el que desarrollamos nuestra forma de vida. Es algo que se valora más, es más transversal, por lo tanto, es una forma de ver las cosas bastante más generosa.
La exposición recorre más de un siglo de fotografías de mujeres ¿cómo ha cambiado la manera de retratar a la mujer?
Bueno, pues claramente el cambio ha sido increíble, pero ha sido un cambio desde dos puntos de vista. Por un lado está el contexto. Si hemos hablado de que la sociedad evoluciona en tres años, imagínate en ciento y pico años, en los que ha habido periodos de guerras, entreguerras, lugares donde las formas de vida, tanto cultural como políticamente, ha ido cambiando.
Pero también ha cambiado cómo se ha visto la mujer desde detrás de la cámara, quién la ha visto y cómo ha sido fotografiada. Eso también se ve en la exposición. Al ver la forma en cómo ha sido fotografiada, se transmite la forma de cómo ha sido considerada. Yo creo que cada fotógrafo pone un poco de sí en cada retrato, en cada imagen, en cada historia y, lógicamente, eso al final se ve en el resultado de esa imagen. La fotografía no es solo un instante, es un reflejo de todo el entorno, a todos los niveles, y cómo lo contemplas desde detrás de la cámara. Y en eso se nota mucho cambio.
La entrevista ha sido editada y recortada para una mejor comprensión lectora.
Datos sobre localización y horarios de la exposición en Málaga:
La Térmica
Avenida de los Guindos, 48. 29004. Málaga
Entrada libre de martes a domingo de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.30 horas. Lunes cerrado