Ni hombres, ni mujeres; ¿quiénes son los māhū de Hawái y cuál es su rol en la comunidad LGTBI?
La historia restaurada de un monumento indígena hawaiano eleva parte de la rica y sagrada historia de los māhū (espíritus duales masculino y femenino), cuyos poderosos papeles en la cultura hawaiana siguen presentes hoy en día.
Marina Del Rey actúa como drag en Scarlet Honolulu, un club nocturno de Honolulu, en 2019. Los miembros de la comunidad LGBTQ+, así como los māhū (una mezcla de hombre y mujer en mente, corazón y espíritu), han encontrado históricamente una familia afín en los clubes nocturnos y en otros lugares. Estas familias elegidas, denominadas "casas", ofrecen apoyo que incluye cuidados, asistencia y refugio cuando es necesario.
Escondidas tras una valla y unos vibrantes arbustos de naupaka en una playa de Waikiki, se encuentran unas antiguas rocas que honran a cuatro curanderos que en su día aportaron sus poderes curativos y su sabiduría a los hawaianos.
Recientemente, las piedras han recibido más atención debido a la recuperación de una parte oscurecida de la historia: los curanderos no eran ni kane (hombre) ni wahine (mujer), sino māhū, una mezcla de ambos en mente, corazón y espíritu.
Los curanderos (Kapaemāhū, Kahaloa, Kinohi y Kapuni) viajaron desde la isla tahitiana de Raiatea hace más de 500 años y se hicieron famosos en todas las islas hawaianas porque utilizaban remedios holísticos para curar a los enfermos.
Cuando les llegó la hora de partir, pidieron que las piedras se depositaran cerca del mar, donde las imbuyeron de sus poderes espirituales.
Conocidas como las Piedras Curativas de Kapaemāhū, estas rocas honran a cuatro curanderos māhū que, según se dice, viajaron desde la isla tahitiana de Raiatea hace más de 500 años y trajeron sus poderes curativos y su sabiduría al pueblo de Hawaiʻi. En los últimos años han cobrado fuerza los esfuerzos por recuperar el orgullo y el legado indígena de lo que significa ser māhū y seguir practicando las tradiciones transmitidas por los curanderos Kapaemāhū, Kahaloa, Kinohi y Kapuni.
Durante siglos, los māhū fueron celebrados en la cultura kānaka maoli (nativos hawaianos) y venerados no sólo como curanderos, sino como queridos cuidadores y maestros que transmitían conocimientos de generación en generación. Tras la llegada de los misioneros cristianos en el siglo XIX, se prohibieron muchas prácticas culturales hawaianas, incluidas las tradiciones y la historia de los māhū.
Con el tiempo, las piedras quedaron enterradas bajo los cimientos de una bolera en el cambiante paisaje de Waikīkī y, aunque se han restaurado varias veces desde 1963, la señalización nunca ha reflejado que los curanderos fueran māhū.
Ahora, tras años de esfuerzos por reivindicar el orgullo y el legado indígena de lo que significa ser māhū, las autoridades del condado han confirmado que por fin se instalará una señalización adicional que refleje la identidad completa de los curanderos.
Sale a la luz un documento olvidado
El líder cultural Hinaleimoana Wong-Kalu, que ha sido uno de los rostros más destacados de la visibilidad māhū y transgénero durante las dos últimas décadas, encontró el primer testimonio escrito de las piedras en una caja olvidada de la Universidad de Hawái Manoa en 2015.
La historia había sido transmitida inicialmente de forma oral, y luego escrita en inglés por un antiguo coronel del Reino de Hawái, durante una época en la que la lengua hawaiana estaba prohibida. Publicada en el Almanaque Hawaiano en 1907, incluía el papel y la descripción de los māhū.
Este documento olvidado dio lugar al cortometraje de animación nominado al Oscar Kapaemāhu, producido, dirigido y escrito por Wong-Kalu junto a sus compañeros Joe Wilson y Dean Hamer. La película, emitida por PBS [la televisión publica de Estados Unidos], también formó parte de una gran exposición en el Bishop Museum de Honolulu el verano pasado, que sigue siendo accesible como visita virtual.
Keawe Parker, una māhū y defensora de la comunidad Kānaka Maoli (nativa hawaiana), asiste a un acto en Honolulú en el que se presentan leyendas de la escena drag y musical de Hawái.
Hinaleimoana Wong-Kalu, líder cultural, se sienta para un retrato frente a una representación a tamaño real de los cuatro legendarios curanderos en el Bishop Museum de Honolulu, que presentó una gran exposición de The Healer Stones of Kapaemāhū (Las piedras curanderas de Kapaemāhū) a la que se puede acceder mediante una visita virtual. La cultura kānaka maoli (nativa de Hawái), dice Wong-Kalu, pone un mayor énfasis en la importancia de lo que uno puede aportar a la sociedad, ya sea hombre, mujer o māhū: "Es una puerta hacia el respeto y el aloha compartido cuando honramos este entendimiento", afirma.
"Lo que algunos llaman leyendas son en realidad elementos de nuestra historia", dijo Wong-Kalu en una entrevista con Ka Wai Ola. "Las piedras de Kapaemāhū son más que un lugar turístico. Son una visión de nuestra concepción pacífica de lo masculino y lo femenino, de la vida y la curación, y de las conexiones espirituales entre todos nosotros."
La exposición no sólo amplía la historia de las piedras, sino que presenta relatos de māhū a lo largo de la historia y tratamientos curativos tradicionales practicados por māhū y otras personas en la actualidad. Wong-Kalu afirma que la cultura hawaiana pone un mayor énfasis en la importancia de lo que uno puede aportar a la sociedad, ya sea hombre, mujer o māhū.
"Es una puerta hacia el respeto y el aloha compartido cuando honramos este entendimiento", afirma.
Anna Mei actúa en Scarlet Honolulu, un popular club LGBTQ+ de Honolulu. Mei, que no es kānaka maoli (nativa hawaiana), no se identifica como māhū debido al contexto cultural. Durante décadas, el término se ha aplicado incorrectamente a cualquier persona de la comunidad LGBTQ+ independientemente de su origen étnico.
Combatir la discriminación
Muchos de los que actualmente se identifican como māhū desempeñan las funciones de sus venerados antepasados, pero no ha sido fácil hacerlo. A medida que los māhū se fueron marginando, el significado de la palabra pasó a utilizarse como un insulto dirigido a la mayoría de la comunidad queer, lo que hizo que muchos acabaran por confundir la forma de ser espiritual de los māhū con la sexualidad.
En la década de 1960, cuando la cultura drag surgió en el distrito Chinatown de Honolulu, algunos māhū y otros miembros de la comunidad queer encontraron una familia afín en un antiguo club nocturno drag conocido comúnmente como The Glade.
El Glade Show Lounge, un antiguo club nocturno de drags, se convirtió en la década de 1960 tanto en un lugar de trabajo como en un refugio para los māhū locales y otras personas de la comunidad LGBTQ+. Este folleto data de 1965 a 1968.
La legislación obligaba antaño a muchas mujeres māhū y transexuales a llevar botones que decían: "SOY UN CHICO".
Prince Hanalei (centro), uno de los legendarios cabezas de cartel de The Glade Show Lounge, posa con sus compañeros en el escenario en esta fotografía de archivo. El club sirvió de refugio a los māhū y a los miembros de la comunidad LGBTQ+ durante una época muy discriminatoria y violenta en las décadas de 1960 y 1970.
Pero a menudo eran víctimas de la violencia y la discriminación, incluida la legislación que en su día obligaba a muchas mujeres māhū y transexuales a llevar chapas que decían "SOY UN CHICO". Durante una década, quienes eran sorprendidos sin llevar las insignias podían ser multados en virtud de una cláusula estatutaria de "intención de engañar", que finalmente fue rescindida en 1972.
El escritor e historiador de māhū Adam Keawe Manalo-Camp, cuya madre era costurera de los animadores de The Glade, dice que no supo lo que significaba realmente māhū hasta la década de 1990. Manalo-Camp, que creció en el Movimiento por la Soberanía de los Nativos Hawaianos (una campaña popular para restablecer una nación hawaiana independiente), dice que no encontraba un lugar para māhū y que nadie hablaba de ello. Así que empezó a investigar por su cuenta, y fue entonces cuando encontró por primera vez a la figura histórica de Kaomi.
Kaomi, cuya historia se incluye en la exposición del Bishop Museum, era māhū y destacaba en las artes curativas y el hula. Kaomi fue también la amante aikāne (del mismo sexo) del rey Kamehameha III, el tercer rey de Hawai que gobernó de 1825 a 1854.
Las relaciones aikāne también formaron parte integral de la sociedad hawaiana. Pero, al igual que el māhū, entraba en conflicto con los valores misioneros. Cuando se descubrió la relación de Kaomi con el rey, fue exiliado y murió más tarde a causa de las heridas sufridas tras un atentado contra su vida.
Pualani Kanakaʻole Kanahele abraza a Noa Helelā, que se identifica como māhūwahine (mujer trans), como parte de una ceremonia hoʻokupu de 2019 llevada a cabo en la base del Mauna a Wākea, considerado uno de los lugares más sagrados para los kānaka maoli. La ceremonia, conocida como hoʻokupu, formaba parte de una manifestación para detener la construcción de un telescopio en la cima de la montaña.
La discriminación contra los māhū y otros miembros de la comunidad queer continúa hoy en día, afirma Manalo-Camp. "Cuando eres un grupo objetivo tienes que seguir asegurándote de que tienes un espacio seguro. Además, formar parte del grupo significa que tienes que definir cuál es ese espacio con cada generación", afirma.
Brandy Lee, una de las primeras artistas drag de Hawái, delante del Teatro Hawái, en el barrio chino de Honolulú. El teatro es uno de los últimos locales que quedan de cuando Lee empezó a actuar en los años sesenta. A sus 80 años, sigue cantando en directo.
Kepa Barrett posa para un retrato en un campo de taro (tradicionalmente conocido como loʻi) en Kailua, en la costa este de Oʻahu. Para Barrett y muchos otros kānaka maoli, el uso de prácticas indígenas como el cultivo del taro, sirve como forma de curación dado su profundo significado cultural a nivel local.
Identidad y educación
En toda la Polinesia, los defensores han ido creando espacios para la dualidad de género indígena en todas las culturas del Pacífico. Un paso en este proceso ha sido el nuevo acrónimo, MVPFAFF+, que engloba no sólo a los de Hawái (como se escribe localmente) sino también a los de Tahití, Fiyi, Samoa, Tonga y otros países.
Los defensores de la medicina de los nativos hawaianos también han creado material educativo para que los profesionales sanitarios puedan atender a los māhū con mayor conciencia cultural. Los materiales (respaldados por datos del Departamento de Salud de Hawái) afirman que el reconocimiento de historias distintas ayuda a combatir una mayor eliminación, algo de lo que se hicieron eco la comunidad y los funcionarios públicos durante las peticiones para actualizar la señalización de las cuatro piedras curativas.
Sunnie Perez-Khanthavong lee un libro con su tía, Kauahi Perez, en su casa familiar de Honolulu. Perez, que está ayudando a criar a su sobrina, también cuidó al final de su vida a una venerada profesora de hula y antigua peluquera de The Glade.
Está previsto que la nueva señalización se instale a tiempo para el Mes del Orgullo de Honolulú, en octubre.
Kaumakaiwa Kanaka'ole, una destacada practicante de hula y artista de grabación internacional que compuso el canto en el cortometraje Kapaemāhū, dice que aprendió por primera vez sobre las piedras curativas cuando estaba en su escuela de inmersión hawaiana de joven. Pero no supo que implicaba māhū hasta que se hizo amiga de Wong-Kalu mucho más tarde.
"Ya no es suficiente como nativa hawaiana queer del siglo XXI que yo, como nativa hawaiana, estuviera aquí, que existiera, que importara", dice. "También me importa que la parte de mí que es māhū también tiene un linaje igual de profundo y significativo".
Participantes en el Desfile del Orgullo de Honolulu el 15 de octubre de 2022. Dentro de la cultura de las islas del Pacífico, los defensores han ido creando espacios para las identidades indígenas. Un paso en este proceso ha sido el nuevo acrónimo, MVPFAFF+, que engloba no solo a los de Hawái, sino también a los de Tahití, Fiyi, Samoa, Tonga y otras islas.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.