Cómo se come el taro en distintas partes del mundo
Este tubérculo es una de las plantas alimenticias cultivadas más antiguas del mundo, y algunas de sus partes pueden ser venenosas si se comen crudas. Así se prepara desde Sudáfrica hasta las islas del Pacífico.
El taro es rico en nutrientes y prospera en climas tropicales, por lo que es uno de los favoritos en los lugares cálidos de todo el mundo.
El taro (Colocasia esculenta) es una raíz feculenta muy apreciada en todo el mundo, desde las islas del Caribe hasta África Occidental, Grecia, Egipto, India, Asia Oriental y las islas del Pacífico.
Muchos investigadores creen que el taro procede de Asia y se extendió por todo el mundo gracias a la inmigración, los cambios climáticos y la transferencia de conocimientos culturales. He aquí cómo se consume el taro en todo el mundo.
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¿Qué es el taro?
El taro pertenece a una familia de plantas con tallos subterráneos comestibles, conocidos como cormos. Existen distintas variedades de taro en todo el mundo, cada una con su propio sabor, textura y color.
El taro se cosecha cerca de Jobure de Guayo, en Venezuela.
Según Peter Joseph Matthews, que ha dedicado su carrera a estudiar los orígenes de la planta, es probable que el taro sea una de las plantas alimenticias cultivadas más antiguas de la humanidad. Matthews es profesor del Museo Nacional de Etnología de Osaka (Japón) y ha estudiado el taro en Australia, Nueva Zelanda, Japón, Papúa Nueva Guinea y el Sudeste Asiático. "El taro es realmente un cultivo transnacional", afirma.
El taro crece a orillas de los ríos y prospera en las aguas dulces de las zonas tropicales del mundo. Se caracteriza por sus hojas de color verde intenso, con forma de orejas de elefante, y largos tallos que terminan en un cormo o bulbo, que crece principalmente bajo el suelo. Tiende a ser resistente en condiciones muy húmedas y calurosas, y responde muy bien a los fertilizantes, según Matthews.
Aunque el taro se considera una hortaliza "de raíz", el ser humano también puede consumir las hojas y los tallos si se preparan correctamente.
Las raíces y las hojas del taro son venenosas cuando se comen crudas porque contienen oxalato cálcico. Algunas variedades de taro producen una baba que puede causar irritación (normalmente picor al pelarlo). Estos problemas se neutralizan mediante la cocción.
La mayoría de las culturas utilizan el taro como acompañamiento o base de proteínas. El cormo del taro se suele pelar y luego hervir, hornear, freír o hacer puré. Se suele servir con pescado o leche de coco, y puede formar parte de un plato principal o de un postre.
El taro es rico en fibra, potasio, magnesio y vitaminas C y E. Los estudios han demostrado que también puede tener propiedades anticancerígenas y ayudar a controlar el azúcar en sangre y el peso.
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El taro en el Pacífico
El cultivo del taro puede ser un trabajo agotador, según el profesor asociado del Honolulu Community College (en Hawái, Estados Unidos) Mark Sung (Alapaki) Luke. Luke es agricultor de subsistencia desde que era adolescente, y actualmente tiene un pequeño campo de taro de 0,8 hectáreas en la isla de Oahu (también en Hawái). Anualmente, produce de 300 a 450 kilos de taro, o kalo, que utiliza para alimentar a su ohana (comunidad).
Se trata de una tradición milenaria en las islas; incluso el mito de la creación de los nativos hawaianos gira en torno a esta planta. Cuenta la leyenda que el Padre del Cielo y su hija, Ho'ohokukalani, tuvieron un hijo que nació muerto. Nueve meses después de enterrarlo, brotó en su lugar una planta de kalo. Más tarde, la deidad tuvo un segundo hijo que se convirtió en el primer jefe hawaiano y en el antepasado de todos los hawaianos.
En Hawái, el cormo se lava, se pela, se hierve hasta que está muy blando y se tritura. Se añade agua y se convierte en poi, que se sirve con proteínas como cerdo o pescado. Luke señala que en zonas de Polinesia y Oceanía, otras culturas suelen hervir la raíz de taro y luego cortarla en rodajas para comerla.
En Filipinas, el taro se conoce como gabi y tiene una mitología similar a su alrededor. Se cuenta que un hombre pacífico llamado Gabino protegió a las mujeres y los niños que quedaron atrás cuando su padre y los hombres de su aldea se fueron a la guerra. Cuando la aldea fue atacada, Gabino luchó valientemente pero murió en la batalla. Cuando su padre regresó a la aldea, enterró a Gabino con su escudo y su espada, y sobre su tumba creció una planta de taro con anchas hojas en forma de escudo. Llamó a la planta gabi en honor a su hijo.
En Filipinas, el taro se utiliza para hacer de todo, desde guisos hasta postres. El laing es un guiso cremoso y picante hecho con las hojas de la planta, leche de coco, chile y carne de cerdo o gambas. La halaya es una mermelada de taro cremosa y dulce. También se puede encontrar helado de taro. En Fiyi celebran el Día del Taro en la primera luna llena de mayo. Los fiyianos también preparan guisos de hojas de taro, raíz de taro frita y raíz de taro endulzada con coco.
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El taro en América: Caribe y Sudamérica
En el Caribe, el taro se conoce como dasheen. El dasheen no es originario de las islas, sino que llegó a lugares como Tobago, Trinidad y Dominica en el siglo XVI como consecuencia del comercio de esclavos. En Tobago, el Blue Food Festival (algunas de las variedades de la zona se vuelven azules una vez cocidas) está dedicado a esta hortaliza de raíz y se celebra todos los años en octubre.
En Tobago, Trinidad y Dominica, el dasheen suele servirse en un plato nacional llamado callaloo, un guiso hecho con las hojas de la planta del taro y servido tradicionalmente con cangrejos, aunque también se sirve con pollo o cerdo salado.
En Sudamérica, hay una serie de tubérculos que suelen utilizarse indistintamente con el taro. Entre ellas está la malanga (Xanthosoma sagittifolium), que también puede denominarse oreja de elefante, coco, inhame, cará o cocoyam. El eddoe (Colocasia antiquorum) también suele denominarse taro y se utiliza en platos como el plato nacional surinamés pom, una cazuela que se sirve durante las celebraciones.
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El taro en África
En el continente africano, el taro recibe numerosos nombres, como amadumbe, mufhongwe o madumbis. Según la Fundación Slow Food para la Biodiversidad, el pueblo zulú adoptó el taro como alternativa al ñame. El taro también fue incorporado a la dieta africana por la comunidad india de Kwa-Zulu Natal, descendiente de esclavos y trabajadores contratados que llegaron de la India en la década de 1860 para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar.
Los cormos y las hojas se suelen cocinar y consumir en currys, guisos o sopas en regiones de toda África. Una forma común es la salsa palaver, en la que las hojas del taro se cocinan con pescado o carne, formando un guiso verde espeso. A veces, las hojas se hierven y se sirven como espinacas. Puri Patta es un plato sudafricano muy común que consiste en hojas de taro rebozadas con una pasta picante y luego enrolladas, cocidas al vapor, cortadas en rodajas y servidas en forma de tortitas.
El taro ha cobrado protagonismo en los últimos años, afirma Matthews. Ello se debe al creciente interés por el valor nutritivo de esta hortaliza de raíz, a un mayor interés por la exploración gastronómica y cultural, y al aumento de la inmigración, que genera una polinización cruzada de nuevas culturas e intereses alimentarios.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.