Entendiendo la incomprendida historia de las geishas
Una geisha cruza una calle de Kioto. Estas icónicas artistas se han convertido en un símbolo de la rica historia cultural de Japón, y cada vez son más los turistas extranjeros que esperan verlas, no siempre de forma respetuosa.
Para muchos, el término "geisha" evoca una imagen impactante: una cara pintada de blanco brillante, una cabeza de pelo negro esculpido y brillante, y un kimono tradicional en una gama de colores vibrantes.
Desde 2021, Japón ha estado lidiando con la forma de gestionar un número desorbitado de turistas extranjeros: unos 25 millones en 2023 y 11,6 millones sólo en los cuatro primeros meses de 2024. Muchos de ellos viajan al segundo destino más popular del país (por detrás de Tokio), Kioto, con la esperanza de ver a estas icónicas artistas.
Las geishas llevan pelucas llamadas katsura, hechas de cabello humano esculpido.
Danza de geishas en el teatro Gion Kobu Kaburenjo de Kioto. Las danzas practicadas por las geishas evolucionaron a partir del teatro Noh y el kabuki.
La ciudad, considerada la capital cultural del país y bastión del negocio de las geishas, se vio inundada de viajeros que desconocían (o hacían la vista gorda a propósito) la etiqueta y las normas del distrito de geishas de Gion.
Después de que los residentes de Gion presentaran quejas contra lo que denominaban "turistas indisciplinados", el Gobierno local se vio obligado a actuar, instituyendo una prohibición turística que entró en vigor a principios de este año. "Kioto no es un parque temático", afirma el ayuntamiento. Las multas por invadir el parque ascienden a 10 000 yenes, unos 60 euros.
Las geishas (conocidas regionalmente como geiko) y las maiko (geiko en formación, a menudo adolescentes) han presentado repetidas quejas contra los turistas debido a que a menudo son fotografiadas sin su consentimiento, a pesar de los numerosos carteles colocados en Kioto que indican claramente las normas y las multas por infracción.
Una joven geisha en Miyagawacho, Kioto.
La nueva política es la última en la lucha de Japón contra el turismo excesivo, que ha provocado la degradación de las infraestructuras y la marginación de las comunidades locales. Pero entender la nueva prohibición va más allá del mero número de visitantes: también exige reconocer siglos de sexualización occidental y de borrado del contexto histórico y cultural de las geishas.
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Entendiendo las geishas en el Japón moderno
Gracias a siglos de sexualización en los medios de comunicación occidentales, la imagen de la geisha suele estar estrechamente vinculada al trabajo sexual. Hay algo de verdad histórica en esto: las geishas han estado vinculadas a los barrios del placer y, ya en el periodo Tokugawa, se dedicaron al trabajo sexual durante una época en la que estaba más extendido.
Sin embargo, gran parte de las concepciones contemporáneas, cargadas de erotismo, proceden de historias muy sensacionalistas contadas por escritores como Arthur Golding, cuya novela Memorias de una geisha marcó la pauta de cómo se ha entendido a estas mujeres en Occidente durante décadas.
Pero este malentendido de las geishas las despoja de una historia de siglos arraigada en la cultura y el arte.
Geishas se preparan para una ceremonia del té en Kioto. La preparación y presentación ceremonial del té es una de las muchas artes escénicas en las que se entrenan las geishas.
Una geisha posa con su shamisen, un instrumento de tres cuerdas, en la década de 1880. Las geishas y las maiko tocan tradicionalmente música de estilo kouta con el shamisen.
Las geishas entretienen a los invitados tocando el koto y cantando en la década de 1880.
El término geisha (芸者) hace hincapié en el entretenimiento, el arte y la actuación. El primer carácter, gei, es el mismo que se encuentra en las palabras para las artes (芸術), artista (芸術家), artes escénicas (芸能), etc.
"Nunca se insistirá lo suficiente en que la imagen que las geishas evocarían casi automáticamente hoy en día (especialmente en el extranjero, pero no exclusivamente) es bastante irregular cuando intentamos historizar el término", Maki Isaka, profesora de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos) especializada en interpretación japonesa y estudios de género; "geisha significa 'lo que (sha)' hace 'gei (técnica artística adquirida)', un término que se utilizaba exactamente así en el pasado, pero que era incluso más amplio para incluir incluso a practicantes de artes marciales".
El término en sí ni siquiera tiene necesariamente género. Los historiadores señalan que las primeras geishas eran en realidad hombres que trabajaban en lo que entonces se llamaba Edo, el actual Tokio. "Dependiendo de las regiones, geisha, como término 'neutro en cuanto al género', indica geisha masculina y sería necesario un significante de género para designar a las homólogas femeninas", dice Isaka.
Geisha tampoco es una palabra monolítica, simplemente es la palabra que se trasladó a los idiomas occidentales; en otras ciudades, como Kioto, se utiliza en su lugar el término geiko.
Una geisha sirve bebidas en una casa de té de Kioto en 1970.
La conexión con el entretenimiento y el espectáculo es evidente incluso en la estética de las geishas: el llamativo maquillaje blanco pintado que tanto llama la atención también se encuentra en el teatro kabuki y en las máscaras de color blanco pálido utilizadas en el teatro Noh.
"En las publicaciones relacionadas con el teatro de la era Edo de finales del siglo XVII y principios del XVIII, geisha suele significar actor de kabuki, cuando los actores de kabuki eran por defecto hombres en aquella época", afirma Isaka.
Y, al igual que los teatros tradicionales de kabuki y Noh, las casas de geishas siguen un sistema de transmisión de conocimientos y habilidades a través de sistemas jerárquicos para guiar a las maiko, geishas en formación, a lo largo de su trayectoria.
Estas maiko, que suelen tener entre 15 y 20 años, aprenden la ceremonia del té, danza e incluso música como parte de su formación. Convertirse en geisha es un proceso riguroso que dura casi una década e incluye un periodo de prueba, aprendizaje y formación antes de que una joven debute como maiko. Una vez convertida en maiko, hay que seguir entrenándose para llegar a ser geisha.
Una geisha pasea por los jardines de un complejo de santuarios budistas en Kioto. Sus tradicionales sandalias de plataforma se llaman okobo, y también las llevan las niñas y jóvenes de todo el país en determinadas festividades.
Vista de la nuca de una maiko mostrando el maquillaje tradicional en Kioto en 2007. Las geishas y las maiko se diferencian por el maquillaje, los adornos del pelo y los detalles del kimono.
Una geisha baila con un abanico, una tradición que también se remonta al teatro Noh.
El número de geishas ha descendido algo en los últimos años debido a la pandemia. El número de geishas en los cinco distritos de Kioto rondaba las 161 en 2021, mientras que el número de maiko era de 68. Las jóvenes aún pueden solicitar el puesto de maiko (incluso algunas japonesas-estadounidenses lo han hecho y han compartido su experiencia en las redes sociales), pero al igual que muchas industrias vinculadas a la cultura tradicional, el interés está disminuyendo.
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Prohibición en el distrito Gion de Kioto
Aunque otras ciudades de Japón cuentan con distritos de geishas, Kioto sigue siendo el principal nodo de la cultura moderna de las geishas.
En Kioto hay cinco distritos de geishas donde éstas trabajan, creando un ecosistema basado en la cultura tradicional que incluye otros negocios que proveen de lo necesario a los clientes, como casas de té o salones de banquetes.
Estos establecimientos no sólo necesitan ingredientes para crear menús completos que sirvan a clientes habituales y turistas, sino también artesanos que puedan ayudar en el mantenimiento de edificios construidos al estilo tradicional, como fabricantes de esteras de tatami y carpinteros expertos. Del mismo modo, las geishas necesitan acceso a artesanos que les proporcionen lo necesario para su oficio, como elaborados kimonos y sus diversos accesorios.
Pero estos distritos también incluyen residentes corrientes que a menudo ven sus vidas perturbadas por una avalancha de turistas a pie y en autobús, sobre todo en los últimos años.
Ikuko Akasaka, de 82 años, una de las geishas más ancianas que siguen trabajando en Japón, lleva 64 años practicando este exigente arte tradicional: bailar y conversar con los clientes. Aquí se ejercita con su entrenadora.
Por desgracia, la mayoría de los turistas que visitan Kioto desconocen la historia de las geishas, así como la etiqueta y las normas del barrio. Florentyna Leow, escritora, editora y asesora de viajes afincada en Kioto desde hace muchos años, ha observado un repunte del turismo en Japón en los últimos años, especialmente en Kioto.
"Hay muchos más palos selfie, más vídeos en todo tipo de lugares, desde templos a pequeños restaurantes, y más gente paseando y hablando por teléfono", en comparación con antes de la pandemia, afirma; "todo esto significa que personas totalmente desconocidas se ven involuntariamente arrastradas a fotos o vídeos que no han consentido".
La prohibición turística en Kioto puede parecer extrema, pero la idea de limitar quién tiene acceso a las geishas y sus espacios no es nueva. Las casas de té pueden limitar el número de clientes e incluso instituir un sistema de recomendación: no se permite la entrada a los clientes primerizos a menos que puedan ser avalados por un cliente habitual o por un tercero de confianza.
También es bien sabido que las geishas y las maiko guardan celosamente sus secretos profesionales, lo que dificulta incluso a los académicos bienintencionados recabar información de sus informantes hasta que puedan demostrar sus buenas intenciones.
Pero la prohibición plantea otro problema crucial: determinar quién es residente o turista nacional y quién es extranjero, turista no japonés. Hay muchos residentes no japoneses a los que se les puede prohibir realizar sus actividades legítimas simplemente por su apariencia. Una prohibición de este tipo no será fácil de mantener y, por el contrario, supone un planteamiento corto de miras ante un problema muy real que es poco probable que desaparezca.
Un tablón de fotomontaje turístico con la imagen de una aprendiz de geisha enmarca el contenido de la droguería en la que se encontraba, en Tokio.
Un intérprete de shamisen posa junto a dos bailarinas con abanicos.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.