¿Fue Cleopatra una consentida? Estas cinco mujeres en la historia fueron las "brat girls" originales

El nuevo disco de Charli XCX ha popularizado el término "brat", es decir: alguien "mocoso, mimado o consentido". Lo que no muchos saben es que este estilo de vida rebelde tiene profundas raíces históricas.

Por Parissa DJangi
Publicado 30 jul 2024, 11:04 CEST

Este bajorrelieve ptolemaico representa a Cleopatra VII, la última faraona de Egipto. Conocida por su perspicacia política y sus alianzas con Julio César y Marco Antonio, es una de las muchas figuras históricas que encarnan el arquetipo de la "niña consentida" por su desafío a las normas y su impactante legado.

Fotografía de G. Dagli Orti, NPL - DeA Picture Library, Bridgeman Images

En el mundo anglosajón, las denominadas chicas Brat (un término que es una suerte de amalgama de "mocosa, decidida y consentida") juegan duro y escriben sus propias reglas. No siguen las convenciones, aceptan su auténtico yo y no les importa un poco de drama. La cantautora Charli XCX ha popularizado el término con su álbum Brat, en 2024, y Kamala Harris ha adoptado la etiqueta, pero el estilo de vida que representan las llamadas brat girls dista mucho de ser nuevo.

Históricamente, las mujeres que encarnaban la audacia, la independencia y la autoexpresión sin complejos se enfrentaban a la admiración y la crítica. Hoy en día, las brat girls disfrutan de libertades con las que sus predecesoras sólo podían soñar, pero aún navegan por un paisaje en el que su audacia puede ser tanto celebrada como utilizada como arma. Esto es lo que hay que saber sobre la evolución de las niñas consentidas y el impacto que tienen.

La vida amorosa de Cleopatra se convirtió en política

Cleopatra VII, la última faraona de Egipto, ha sido posiblemente una de las mujeres más instrumentalizadas por la propaganda de la historia. Mientras Roma se expandía a través de la guerra, ella trataba de proteger su reino. Así que se alió, política y románticamente, con dos romanos influyentes: primero con Julio César y después con Marco Antonio.

Durante su ascenso al poder, el futuro César Augusto trató de derrotar a Cleopatra y Antonio. Lanzó una campaña de propaganda a toda máquina para desacreditar a la reina egipcia, pintándola como una extranjera libertina, corrupta y demasiado sexual.

Los escritores romanos siguieron su ejemplo. El escritor del siglo II Casio Dio se burló de su "insaciable pasión e insaciable avaricia". Para el poeta Propercio, era "lasciva" y una "reina ramera".

Wu Zetian desafió las convenciones para gobernar

Wu Zetian, la única mujer emperadora de la historia de China, ascendió de concubina al trono sorteando con destreza el panorama político dominado por los hombres de la dinastía Tang.

Fotografía de Archives Charmet, Bridgeman Images

Wu Zetian, la primera emperatriz de China, se convirtió en concubina del emperador Taizong de Tang cuando aún era una adolescente. También tuvo un romance con el hijo de su marido, que ascendió al Trono del Dragón en 649 como emperador Gaozong. Wu se convirtió en su concubina.

Bien educada, inteligente y ambiciosa, Wu se convirtió en una influyente consejera de Gaozong. Al morir éste en 683, reclamó el poder y se convirtió en emperatriz viuda.

Más tarde, los críticos se centraron en un aspecto de su vida: la cuestión de sus amantes, entre ellos Zhang Yizhi y Zhang Changzong, dos hermanos. Como resultado, tras su muerte surgieron relatos aderezados y salaces de sus escapadas románticas.

Como escribió Keith McMahon en Women Shall Not Rule: Imperial Wives and Concubines in China from Han to Liao (Las mujeres no gobernarán: esposas y concubinas imperiales en la China de Han a Liao), estos relatos ficticios "exageraban la atracción de Wu por los hombres jóvenes y la retrataban como una mujer insaciable. Sus logros como gobernante pasaron a un segundo plano".

Lucrecia Borgia hacía más que ir de fiesta

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    A menudo retratada como una seductora, Lucrecia Borgia, representada en esta moneda de bronce, fue una hábil diplomática y administradora que supo equilibrar el deber familiar con sus propias ambiciones.

    Fotografía de The Metropolitan Museum of Art, New York, Gift of The Mark and Lottie Salton Trust, 2021

    Nacida en 1480, la noble italiana Lucrecia Borgia era hija ilegítima del futuro Papa Alejandro VI. Su familia ha sido mitificada como hedonistas libertinos.

    Es cierto que Borgia frecuentaba festejos, algunos de los cuales podrían haber sido un poco bulliciosos. Según el cronista Johann Burchard, una vez presenció una fiesta en el Vaticano en octubre de 1501 en la que hubo una orgía.

    ¿Cómo era realmente? Un contemporáneo la describió como "modesta" y "elegante". Y lo que es más importante, era lo suficientemente inteligente como para tomar las riendas del Vaticano durante la ausencia de su padre.

    También soportó la carga del deber familiar al verse obligada a casarse. Su matrimonio con su primer marido, Giovanni Sforza, terminó en anulación por orden de su familia.

    Avergonzado por el hecho de que se hubiera aducido la impotencia como motivo de la anulación, Sforza difundió rumores de incesto entre su ex esposa y el padre de ésta. El mito se aferró a Borgia en la vida y en la muerte.

    Georgiana, duquesa de Devonshire, apostó en vida y también en la política

    Este cuadro del siglo XVIII muestra a Georgiana Spencer, destacada dama de la alta sociedad y activista política, conocida por su estilo de vida poco convencional, incluido su apoyo público al partido Whig y su matrimonio abierto.

    Fotografía de Photograph reproduced by permission of Chatsworth Settlement Trustees, Bridgeman Images

    En 1774, Georgiana Spencer celebró su 17 cumpleaños casándose con William Cavendish, duque de Devonshire.

    Su vida doméstica fue todo menos convencional. A partir de 1782, la amante de su marido vivió abiertamente con ellos.

    Georgiana, sin embargo, no tenía las mismas libertades que su marido. Alrededor de 1789, comenzó un romance con el futuro Primer Ministro Charles Grey y, en 1791, se quedó embarazada de él. Se vio obligada a separarse del bebé.

    El duque permitió a su esposa volver a casa y reunirse con sus hijos, pero sólo si ponía fin a su relación con Grey. Ella aceptó a regañadientes. "Al dejarlo para siempre, he dejado mi corazón y mi alma", escribió a una amiga.

    A pesar de su angustia privada, Georgiana llevaba una vida social activa y frecuentaba los salones de baile y las mesas de juego de la ciudad. En el momento de su muerte, en 1806, las deudas de Georgiana ascendían al equivalente actual de más de 5 millones de dólares.

    Apoyó con entusiasmo al partido Whig y realizó campaña pública en su favor, a pesar de que las mujeres aún no tenían derecho a voto. Esto le valió ataques.

    Una sátira impresa de 1784 representa a Georgiana haciendo sus necesidades a un candidato rival. Como argumenta la historiadora del arte Cindy McCreery en The Satirical Gaze: Prints of Women in Late Eighteenth-Century England, la imagen "demuestra que la implicación de la duquesa en política ha comprometido su pudor femenino, así como su corrección sexual".

    George Sand fue autora de su propia vida

    George Sand, escritora francesa pionera, rompió las normas sociales para convertirse en una de las voces literarias más influyentes del siglo XIX.

    Fotografía de The J. Paul Getty Museum, Los Angeles

    En 1832, Aurore Dupin, de 27 años, adoptó el seudónimo de George Sand. Se convertiría en una de las escritoras menos convencionales de la literatura francesa.

    Aunque al principio siguió las reglas de la sociedad al casarse y tener hijos, también se rebeló contra las convenciones. Se separó de su marido, se fue a vivir con su amante, Jules Sandeau, y optó por vivir según sus propias reglas.

    Le siguieron otros amantes, como Frédéric Chopin, Alfred de Musset y Charles Didier.

    Si hay algo que Sand amaba más que su serie de amantes, era vivir la vida según sus propias reglas. Sand fumaba puros, trasnochaba y vestía ropa de hombre.

    Críticos y admiradores se fijaron tanto en su sexo como en su sexualidad. Alexandre Dumas la llamó "ese genio hermafrodita", mientras que Gustave Flaubert creía que pertenecía a un "tercer sexo".

    Estas críticas eran las mismas que durante siglos: ataques a mujeres que no siempre se comportaban como se suponía que debían hacerlo. Como las niñas brat de hoy en día, se atrevían a vivir como ellas querían.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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