Los peligros de las presas del Sudeste Asiático para el medio ambiente y los humanos
La promesa de energía abundante conlleva riesgos medioambientales para los peces, el suelo y las personas.
Acababa de caer la noche sobre el pueblecito pesquero de Sdao, en el río Sekong, en el norte de Camboya, cuando apareció un hombre en moto con un mensaje urgente que anunció por un megáfono: «¡Evacúen, ahora!», gritó a los cientos de familias que habitaban la aldea. «Se acerca una inundación».
Una presa en construcción a 250 kilómetros río arriba en el vecino Laos se había derrumbado el día antes tras el intenso monzón, enviando una avalancha de agua hacia el crecido y agitado Sekong. La inundación, según supieron los aldeanos, podía llegar hasta Stung Treng, la capital provincial del norte de Camboya donde el Sekong desemboca en el gran Mekong.
Ey Bun Thea, pescador y agricultor de 24 años, no tenía ni idea de que se estaba construyendo una presa en el mismo río donde pesca a diario. Pero sabía que debía huir cuanto antes. Reunió algunos objetos de valor —arroz, mantas, mosquiteras y algo de dinero— y, tras liberar a sus animales, huyó con su mujer y su hijo en plena oscuridad para buscar un terreno más elevado. «Fue aterrador», contó. «No sabíamos qué iba a pasar».
Al parecer, la crecida alcanzó el pueblo y anegó la casa de Thea con un metro de agua. Pero las aguas pronto retrocedieron y, pocos días después, la familia pudo regresar a su casa desde la aldea cercana donde se habían refugiado con la mayoría de sus vecinos. Los animales de Thea estaban sanos y salvo, aunque el huerto de verduras familiar había quedado destruido.
Cerca de la presa derrumbada de Lao, que formaba parte de un proyecto hidroeléctrico en el río Xe-Pian, afluente del Sekong, la destrucción era aún mayor. En Laos, varias aldeas río abajo habían quedado completamente anegadas, con 39 víctimas mortales y 100 desaparecidos, y dejando sin hogar a miles de personas.
El desastre ha puesto de manifiesto el ambicioso plan de Laos, uno de los países más pobres de la región, para convertirse en «la batería del Sudeste Asiático» construyendo decenas de presas hidroeléctricas en el río Mekong y sus afluentes y vendiendo la electricidad a los países vecinos. El año pasado, Laos contaba con 46 centrales operativas y estaba construyendo o planificando otras 54.
Sin embargo, el desplome de la presa en julio ha intensificado la necesidad de que los países del Sudeste Asiático, sobre todo Laos, se replanteen las ingentes inversiones en energía hidroeléctrica, y hay indicios de que las tornas podrían estar cambiando a favor de fuentes de energía alternativas.
La semana pasada, el gobierno de Laos anunció que suspendería la aprobación de nuevas presas mientras revisaba las que se estaban construyendo, una medida celebrada por la Comisión del río Mekong. Por otra parte, se dice que Tailandia está replanteándose su decisión de adquirir grandes cantidades de energía hidroeléctrica de Laos y, en su lugar, podría empezar a desarrollar su propio sector de energía solar.
Zeb Hogan, biólogo de peces de la Universidad de Nevada, Reno, que lleva 20 años trabajando en la región, afirmó que consideraba alentadoras estas novedades.
«Si el fracaso da pie a una mayor supervisión de las presas, un mejor diseño, operación y colocación, así como a un cambio más rápido a alternativas como la energía solar, se producirán menos impactos a largo plazo en los caladeros y la biodiversidad del Mekong», explicó. «Significa que el río Mekong, siendo el río más productivo del planeta, puede seguir manteniendo a las generaciones futuras como ha hecho con las civilizaciones pasadas».
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El atractivo de la energía hidroeléctrica
La escasez de electricidad del Sudeste Asiático convierte la energía hidroeléctrica en una fuente de energía atractiva. Para sus defensores, el plan de presas de Laos es una solución medioambiental positiva para reducir la pobreza en la región. Pero muchos expertos afirman que la construcción de algunas de las presas podría ser deficiente y podría fracasar de forma similar a la catástrofe de julio. Hace casi un año, otra presa en construcción en el norte de Laos se desplomó tras precipitaciones intensas. Los científicos advierten que es probable que aumente la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos e impredecibles debido al cambio climático.
Los medioambientalistas llevan mucho tiempo advirtiendo que estos proyectos conllevan costes medioambientales que, o bien no se valoran, o no se incluyen del todo a la hora de tomar decisiones. Se sabe que las presas amenazan las poblaciones de peces, provocan la erosión del suelo y alteran la hidrología fluvial natural, poniendo en peligro el futuro de toda la cuenca baja del Mekong como ecosistema de subsistencia.
«Esta tragedia ha puesto de relieve los riesgos de seguridad de estas presas para las poblaciones locales y también ha abierto un debate más amplio acerca del impacto medioambiental negativo que sabemos que ejercerán sobre toda la región», afirmó Maureen Harris, directora de programas de International Rivers, grupo de apoyo estadounidense, en el Sudeste Asiático.
Envuelto en misterio
El río Mekong nace en las tierras altas tibetanas y atraviesa China, Myanmar/Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam hasta desembocar en el mar de la China Meridional. Alberga la mayor industria de pesca continental del mundo, con aproximadamente el 25 por ciento de la captura mundial en agua dulce. Sesenta millones de personas se ganan la vida con la pesca y con los cultivos junto al Mekong y sus afluentes.
China empezó a colocar presas en el Mekong a principios de los años 90, pero el río principal ha permanecido sin presas, especialmente gracias a la cooperación regional entre los cuatro estados miembros de la Comisión del río Mekong, fundada en 1995.
Sin embargo, la necesidad de energía y los incentivos financieros de la energía hidroeléctrica llevaron a un Laos sin litoral a anunciar hace más de una década que construiría nueve presas en el río principal, así como decenas de nuevas presas en los afluentes del Mekong. Poco después, Camboya y Vietnam anunciaron sus propios proyectos de presas.
Muchas de las presas en los afluentes se encuentran en funcionamiento y Laos exportó casi 865 millones de euros de electricidad en los primeros nueve meses de 2017. Se espera que el primero de los nuevos proyectos en la rama principal del Mekong —la presa de Xayaburi, en el norte de Laos— se encuentre operativa el año que viene.
Los críticos se han quejado de que los proyectos se mantienen en secreto y, normalmente, no se permite a observadores independientes ni a representantes de medios de comunicación visitar las presas. Se han producido numerosas alegaciones de corrupción vinculadas a la concesión de contratos de construcción.
El gobierno comunista de Laos también ha recibido duras críticas por su gestión del desplome de la presa el mes pasado. En un principio, las autoridades atribuyeron la inundación a causas naturales y los pueblos río abajo tardaron horas en saber qué había ocurrido. Como no existe ningún sistema de alerta por inundación o de gestión de desastres entre Laos y Camboya, las autoridades camboyanas también se vieron obligadas a informar a la gente de que corría peligro inminente.
Un paso bloqueado
Los informes de impacto medioambiental realizados en nombre de los promotores de las presas han restado importancia sistemáticamente a los daños medioambientales que provocarán las mismas. Pero investigadores independientes alegan que los informes no han tenido en cuenta los efectos transfronterizos y advierten de que el impacto sobre las poblaciones de peces en toda la cuenca del Mekong podría ser devastador.
Las presas podrían bloquear las migraciones de los peces hacia su importantísimo hábitat de desove. También es inevitable que alteren la hidrología del sistema fluvial, que en el caso del Mekong ha sido perfeccionada a lo largo de milenios para acomodar a una de las colecciones de especies de peces más diversas del mundo.
«Los peces del Mekong se han adaptado a los caudales del río», afirma Peng Bun Ngor, ecólogo de peces de la Administración de Pesca de Camboya. «Si los peces no pueden adaptarse al nuevo sistema, desaparecerán».
Un estudio de la Comisión del río Mekong publicado a principios de este año puso de manifiesto que los caladeros del Mekong podrían descender hasta un 40 por ciento como resultado de los proyectos de presas. También predijo una reducción de un 97 por ciento en la cantidad de sedimentos que fluyen río abajo, lo que disminuiría la fertilidad del suelo y dificultaría la agricultura.
«Un estudio tras otro ha demostrado los costes económicos y ecológicos vinculados a la energía hidroeléctrica en la cuenca del Mekong», afirma Hogan. «Estos costes suelen ignorarse, mientras que los beneficios de las presas se exageran».
Beneficios a corto plazo
No obstante, las presas podrían aumentar las capturas de peces a corto plazo, algo que Hogan, que encabeza el proyecto de investigación de USAID Wonders of the Mekong (Maravillas del Mekong), pudo comprobar por sí mismo en un viaje reciente a otro afluente del Mekong, el río Tonlé San, que nace en Vietnam y atraviesa Camboya.
El año pasado, empezó a funcionar una nueva presa hidroeléctrica construida en el Tonlé San, no muy lejos de Stung Treng. El proyecto, que obligó a 5.000 personas a trasladarse, estuvo sumido en polémica durante años y los conservacionistas advertían de graves consecuencias ecológicas. Sin embargo, hasta ahora los pescadores afirman haber atrapado más peces cerca de la presa que antes de su construcción.
En el enorme embalse creado sobre la presa, «solo tienes que echar la red durante cinco minutos y sacas peces a montones», cuenta Keo Lut, de 73 años, admitiendo que muchas especies son «muy grasas», algo que, según los investigadores, no es sorprendente ante peces que viven en aguas más estancadas.
Bajo la presa, los pescadores también afirman estar atrapando más peces, como el Labeo chrysophekadion y el Gyrinocheilus aymonieri.
«Estoy muy contento», dijo Sing Sathan, de 64 años, con una amplia sonrisa.
Pero existen motivos para pensar que el auge pesquero no durará mucho.
«El aumento de capturas de peces se debe a que estos están atrapados y no pueden completar su ciclo vital», explica Hogan, el biólogo de peces. «Algunas especies de peces se adaptarán a las nuevas condiciones generadas por la presa, pero muchas no lo conseguirán».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.