Llevar tus propios cubiertos puede ayudar a resolver la crisis de los plásticos

Cada año tiramos miles de millones de cubiertos y muchos acaban en el medio ambiente. El movimiento para llevar cubiertos propios podría hacer mella en este problema.

Por Tik Root
Publicado 5 nov 2020, 6:59 CET
Cubiertos de plástico
Como muchos artículos de plástico, los cubiertos suelen llegar al medio ambiente, donde suponen un peligro para los animales y pueden tardar cientos de años en descomponerse.
Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic
Esta historia forma parte de ¿Planeta o plástico?, una iniciativa plurianual para crear conciencia sobre la crisis global de desechos plásticos. Ayúdanos a evitar que mil millones de objetos de plástico de un solo uso lleguen al mar para finales de 2020. Elige al planeta. Comprométete en www.planetaoplastico.es.
Artículo creado en colaboración con la National Geographic Society.

Los cubiertos de plástico están por todas partes y la mayoría solo puede utilizarse una sola vez. Cada año se tiran miles de millones de tenedores, cuchillos y cucharas. Pero, como otros artículos de plástico —como bolsas y botellas—, los cubiertos pueden tardar siglos en descomponerse de forma natural, lo que da a estos residuos tiempo más que suficiente para introducirse en el medio ambiente.

La organización Ocean Conservancy incluye los cubiertos entre los artículos «más letales» para tortugas marinas, aves y mamíferos, y encontrar alternativas ha resultado difícil, si no imposible.

Una solución lógica consiste en llevar tus propios cubiertos, pero es probable que más de una persona te mire raro. Sin embargo, durante siglos se consideró un desliz no viajar con un conjunto de cubiertos.

«Ibas con una maletita y llevabas tu cuchara y cuchillo personales», cuenta Sarah Coffin, que fue la comisaria de la exposición de 2006 Feeding Desire: Design and the Tools of the Table, 1500-2005 en el museo de diseño Cooper Hewitt en Nueva York.

Llevar tu propia cubertería no era solo un deber logístico —ya que casi nunca se proporcionaban—, sino que también ayudaba a evitar las enfermedades. «Si traes tus propios cubiertos, no tienes que preocuparte por que los gérmenes de otra persona acaben en tu sopa», explica Coffin. Aquello con lo que comes, según ella, también era en cierto modo un símbolo de posición social. «Era como un reloj de bolsillo».

La cubertería para las masas se fabricaba con madera, piedra o conchas. Los juegos de cubertería más adornados se fabricaban con oro o marfil, o ser plegables para no viajar con mucho peso. A principios del siglo XX, empezó a aparecer el lustroso acero inoxidable. En la Segunda Guerra Mundial, un material aún más nuevo se introdujo en la cubertería: el plástico.

«Los reyes de lo desechable»

Al principio, los cubiertos de plástico se consideraban reutilizables. Chris Witmore, profesor de arqueología y clásicas en la Universidad Tecnológica de Texas, recuerda que su abuela lavaba sus cubiertos y platos de plástico. Pero con el auge de la economía de posguerra, los hábitos austeros inculcados por la Gran Depresión y una historia agraria desaparecieron.

«Después de la mitad del siglo XX, llega la superabundancia y define cómo vive la mayoría», afirma Whitmore. Eso, según él, dio pie a una «cultura de lo desechable».

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    «Los estadounidenses eran los reyes de lo desechable», afirma Coffin. Entre otras invenciones figuraba el «cuchador» (spork en inglés), patentado por la Van Brode Milling Company en 1970. Pero Coffin explicó que el gusto de los franceses por los pícnics también potenció el auge de los artículos de un solo uso.

    El diseñador Jean-Pierre Vitrac, por ejemplo, inventó una bandeja de pícnic de plástico que tenía un tenedor, una cuchara, un cuchillo y un vaso incorporado. Los despegabas para utilizarlos y, al acabar, lo tirabas todo. Estos juegos estaban disponibles en vivos colores, algo que, según Coffin, contribuyó a la popularidad de los plásticos.

    Esa unión de cultura y comodidad hizo que empresas como Sodexo —empresa francesa y una de las principales proveedoras mundiales de servicios de comida— recurrieran al plástico. «[La comodidad] hizo que este espacio de desecho se convirtiera en una parte de la vida cotidiana», cuenta Judy Panayos, directora de sostenibilidad en gestión de suministros de Sodexo.

    En la actualidad, la empresa compra 44 millones de cubiertos desechables al mes solo en Estados Unidos. A nivel mundial, la cubertería de plástico es un negocio de 2600 millones de dólares.

    Pero la comodidad tiene un precio. Al igual que muchos artículos de plástico, los cubiertos suelen acabar en el medio ambiente. Según los datos de limpiezas de playas recopilados por la ONG 5Gyres, los cubiertos son el séptimo objeto de plástico que se recoge más habitualmente.

    Cubiertos de plástico
    Hacer que los cubiertos de plástico tengan vivos colores también ha contribuido a su popularidad, según sostienen los historiadores.
    Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic

    «Los objetos desechables de comida y bebida figuran en los primeros puestos de la lista», afirmó Anna Cummins, directora ejecutiva de 5Gyres, que destacó intencionadamente la categoría entera.

    Sostiene que el hecho de que los medioambientalistas se concentren en artículos individuales —bolsas, pajitas u otros objetos— no funciona y que el sector debe enfocarse desde una perspectiva más holística. «Centrarse en productos individuales, aunque es importante, no cambiará nada hasta el nivel que necesitamos».

    Reducir los residuos

    En enero, un avión de Hi Fly despegó de Lisboa hacia Brasil. Como en los otros viajes de la aerolínea portuguesa, los auxiliares de vuelo sirvieron bebidas, comida y aperitivos, pero con un cambio. Según la aerolínea, fue el primer vuelo de pasajeros del mundo sin plásticos de un solo uso.

    Hi Fly utilizó una serie de materiales para remplazarlo, como objetos desechables de papel u origen vegetal. Los cubiertos estaban hechos de bambú reutilizable, que la aerolínea pretendía llevar a sus instalaciones de cáterin para lavarlos, algo que se puede hacer hasta cien veces.

    El vuelo, según la aerolínea, supuso su primer paso hacia la eliminación de los plásticos de un solo uso para finales de 2019. Otras han seguido su ejemplo: las aerolíneas etíopes celebraron el Día de la Tierra en abril con vuelos sin plásticos.

    Los cubiertos forman parte del rechazo general a los plásticos. En 2016, Francia fue el primer país que prohibió la cubertería y los platos de plástico. En todo el mundo se está experimentando con alternativas al plástico, desde fécula de patatas y hojas de palmera hasta cubertería comestible a base de cereales.

    Las ventas de estos sustitutos del plástico siguen siendo relativamente bajas, a menudo porque cuestan más y, a veces, porque sus ventajas medioambientales son cuestionables. Los bioplásticos, por ejemplo, hechos de materiales vegetales, pueden exigir condiciones específicas para descomponerse y su producción gasta energía y agua. Pero el mercado de estos bioplásticos y de otras formas de cubiertos biodegradables está creciendo.

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    Una serie de empresas está creando cubiertos con materiales vegetales, como la madera. Algunos de ellos obtienen sus materiales de árboles de crecimiento rápido como el abedul o el bambú. La marca canadiense Aspenware emplea la madera sobrante de los aserraderos en sus cubiertos.

    Un ejemplo es una línea de cubertería desechable de madera llamada Clickeat. Consiste en un juego de cubiertos finos (tenedor, cuchillo y una cuchara opcional) que están unidos y se dividen en cubiertos individuales que pueden desecharse tras utilizarlos.

    «Son compostables y biodegradables», afirma el fundador, Steven Adler.

    Adler se dio cuenta de la magnitud del problema de los residuos plásticos hace unos 10 años, cuando practicaba surf con un amigo en Chile. La playa estaba cubierta de restos de plástico. Esto alarmó a Adler, que empezó a hablar con otras personas sobre la mejor forma de abordar el problema.

    «Todos hablaban de las bolsas y las botellas de plástico, pero nadie mencionaba los cubiertos», recuerda. Para diseñar una alternativa, fundaron su empresa, Simplo.

    Aunque Adler considera que Clickeat es preferible a otras opciones existentes —sobre todo a los bioplásticos—, insiste en que no intenta evitar que la gente encuentre otras soluciones, como llevar sus propios cubiertos; simplemente quiere proporcionar mejores opciones.

    «Nuestra meta no es remplazar cosas reutilizables», afirmó. «Intentamos redefinir el concepto de “un solo uso”».

    En China, los medioambientalistas han organizado una campaña para que la gente lleve sus propios palillos. Etsy, una página web de e-commerce, tiene toda una sección dedicada a los cubiertos reutilizables. El movimiento para llevar cubiertos propios parece ir viento en popa.

    «Siempre los llevo en la mochila», explica Panayos sobre sus cubiertos reutilizables.

    Sodexo se ha comprometido a eliminar gradualmente las bolsas de plástico y los recipientes de comida de espuma de poliestireno de un solo uso, y a convertir las pajitas en un artículo disponible solo si lo pide el cliente.

    Pero Panayos afirma que remplazar los cubiertos de plástico a gran escala sigue siendo un problema engorroso. Entre los puntos problemáticos figuran las instalaciones que tienen capacidades de lavado limitadas y lugares como las cárceles, donde se necesitan opciones más plegables y menos peligrosas.

    Según Chris Whitmore, el profesor de Texas, «Cuando los plásticos acaban por todas partes y todo se los come, la única dirección en la que podemos ir es la reducción».

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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