No, la Amazonia no produce el 20 % del oxígeno del planeta
El suministro de oxígeno no figura entre las muchas razones de peso para preocuparse por los miles de incendios que arrasan el mayor bosque tropical del mundo.
Aprende más sobre la importancia del Amazonas, el mayor bosque tropical del mundo y hogar de más de la mitad de las especies terrestres de animales, en el especial de NatGeo+ “Salvar el Amazonas”.
Cuando la semana pasada se extendieron las noticias sobre los incendios de la Amazonia, también lo hizo una afirmación muy repetida pero errónea sobre la importancia del bosque: que produce un 20 por ciento del oxígeno del planeta.
Esta alegación aparece en noticias de la CNN, ABC News y Sky News, entre otros medios, y en las publicaciones en redes sociales de políticos y celebridades, como el presidente francés Emmanuel Macron, la senadora estadounidense y candidata presidencial Kamala Harris y el actor y medioambientalista Leonardo di Caprio.
Algunos lo han interpretado como que corremos el riesgo de poner en peligro el suministro de oxígeno del planeta. «¡Necesitamos O2 para sobrevivir!», tuiteó el exastronauta Scott Kelly la semana pasada.
Sin embargo, la cifra —por la que la selva recibe el apodo de «los pulmones del planeta»— es una sobreestimación exagerada. Como han indicado varios científicos en los últimos días, es probable que la contribución neta de la Amazonia al oxígeno que respiramos oscile en torno a cero.
«Hay una serie de motivos por los que queremos mantener la Amazonia intacta, pero el oxígeno no es uno de ellos», insiste Michael Coe, científico del sistema Tierra que dirige el programa amazónico del Centro de Investigación de Woods Hole en Massachusetts.
Físicamente imposible
Para Coe, la afirmación «carece de sentido físico» porque sencillamente no hay suficiente dióxido de carbono en la atmósfera como para que los árboles lo fotosinteticen en una quinta parte del oxígeno del planeta.
Por cada tanda de moléculas de dióxido de carbono que los árboles extraen del aire, emiten una cantidad comparable de moléculas de oxígeno. Como la atmósfera contiene menos de medio punto porcentual de dióxido de carbono pero un 21 por ciento de oxígeno, no es posible que la Amazonia genere tanto oxígeno.
Varios científicos han calculado estimaciones más precisas. Yadvinder Malhi, ecólogo de ecosistemas del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, basa sus cálculos en un estudio de 2010 que estima que los bosques tropicales son responsables de en torno al 34 por ciento de la fotosíntesis que se produce en tierra. Basándose en su superficie, la Amazonia solo representaría la mitad de ese porcentaje. Malhi, que detalló sus cálculos en una reciente publicación en un blog, explica que esto querría decir que la Amazonia genera en torno al 16 por ciento del oxígeno producido en tierra.
El porcentaje desciende al 9 por ciento si se tiene en cuenta el oxígeno producido por el fitoplancton del océano. (El científico climático Jonathan Foley, que dirige Project Drawdown, una ONG para la investigación de soluciones al cambio climático, llegó a una estimación más conservadora de un 6 por ciento).
Pero la historia no termina ahí. Los árboles no solo exhalan oxígeno, también lo consumen en un proceso denominado respiración celular, en el cual convierten los azúcares que acumulan durante el día en energía y utilizan el oxígeno para potenciar el proceso. Durante la noche, cuando no hay sol para realizar la fotosíntesis, son absorbedores netos de oxígeno. El equipo de investigación de Malhi cree que los árboles inhalan poco más de la mitad del oxígeno que producen de esta forma. Es probable que el resto lo usen los innumerables microbios que viven en la Amazonia, que inhalan oxígeno para descomponer la materia orgánica muerta del bosque.
«El efecto del [oxígeno] neto de la Amazonia, o en cualquier otro bioma, oscila en torno a cero», explica.
Debido a este equilibrio entre la producción y el consumo de oxígeno, los ecosistemas modernos apenas cambian los niveles de oxígeno de la atmósfera. Scott Denning, científico atmosférico de la Universidad del Estado de Colorado, explica que el oxígeno que respiramos es el legado del fitoplancton marino que, durante miles de millones de años, acumuló continuamente el oxígeno que hizo la atmósfera respirable.
Este oxígeno solo pudo acumularse porque el plancton se quedó atrapado en el fondo del océano antes de pudrirse; de lo contrario, su descomposición por parte de otros microbios no habría gastado ese oxígeno. Denning explica en un artículo en The Conversation que los procesos que determinan la cantidad media de oxígeno presente en la atmósfera ocurren a lo largo de grandes escalas temporales geológicas y no se ven influidos por la fotosíntesis que ocurre ahora.
La cuna de la biodiversidad
Con todo, el mito del 20 por ciento ha circulado durante décadas, aunque su origen no está del todo claro. Malhi y Coe creen que procede del hecho de que la Amazonia aporta en torno al 20 por ciento del oxígeno producido por la fotosíntesis en tierra, dato que podría haber entrado en el saber público como «el 20 por ciento del oxígeno de la atmósfera».
Obviamente, todo esto no quiere decir que la Amazonia no sea importante. En su estado prístino, contribuye significativamente a la extracción de dióxido de carbono de la atmósfera. Coe no lo compara con un par de pulmones, sino con un enorme aparato de aire acondicionado que enfría el planeta —uno de los más potentes a la hora de mitigar el cambio climático—, junto a otros bosques tropicales de Asia y África central, algunos de los cuales también están ardiendo.
La Amazonia también desempeña un papel importante en la estabilización de los ciclos de precipitaciones en Sudamérica y es el hogar de pueblos indígenas y de innumerables especies de animales y plantas.
«Muy poca gente habla de la biodiversidad, pero la Amazonia es el ecosistema terrestre más biodiverso y el cambio climático y la deforestación están poniendo en peligro esa riqueza», indica el climatólogo Carlos Nobre, del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de São Paulo.
Por su importancia para el planeta, la Amazonia podría ser un par de pulmones metafóricos y esta analogía podría haber sido útil a la hora de impulsar acciones contra la deforestación. Pero para la mayoría de los investigadores no tiene mucho sentido, sobre todo porque los pulmones reales inhalan oxígeno, no lo exhalan.
«Si la gente quiere relacionarla con una parte fundamental de su cuerpo que mantiene la estabilidad y la vida, que mantiene el bienestar, simbólicamente sí puede hacerse una especie de asociación», afirma Nobre. «Pero desde una perspectiva física, [la Amazonia] no es los pulmones del planeta».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.