¿Es posible proporcionar atención médica sin plástico?

Los hospitales están llenos de plástico estéril de un solo uso, por eso los activistas medioambientales buscan formas menos derrochadoras de mantener la higiene de la asistencia médica.

Por Sarah Gibbens
Publicado 7 oct 2019, 11:36 CEST
El plástico de un solo uso está presente en gran parte del instrumental médico.
Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic

A diferencia de rechazar una pajita en un restaurante, reducir el plástico cuando estás inconsciente en una mesa de operaciones no es tarea fácil. El plástico de un solo uso se enfrenta a más escrutinio que nunca y la industria médica podría ser el sector donde los consumidores tienen menos voz y voto.

Practice Greenhealth, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para crear hospitales más sostenibles, estima que el 25 por ciento de los residuos generados por un hospital son plástico. El estudio de una sola histerectomía determinó que el procedimiento puede producir hasta nueve kilogramos de residuos, la mayoría plásticos.

El plástico de un solo uso puede ser una opción atractiva para los hospitales —barato, duradero y fácilmente desechable— y cada nuevo recipiente o envoltorio de plástico ofrece un entorno estéril. Por eso los médicos se cubren a sí mismos y todo lo que usan de plástico.

Con todo, pese a los muchos sentidos en que el plástico ha revolucionado la industria médica a lo largo del último siglo, ahora se está analizando qué ocurre cuando ha cumplido su cometido. El plástico puede acabar en ecosistemas marinos, donde se descompone en partículas diminutas denominadas microplásticos cuyas consecuencias para la salud aún deben determinarse. Asimismo, los combustibles fósiles necesarios para producir dichos plásticos contaminan el aire y el agua.

Cada vez más profesionales de la atención médica afirman que el uso ilimitado de plástico entra en conflicto con la promesa de no causar daño, pero en instalaciones plagadas de sangre y patógenos, ¿es posible evitar el plástico?

Plástico nuevo y limpio

«Los plásticos para aplicaciones biomédicas tienen muchas propiedades deseables, como el bajo coste, el procesamiento sencillo y [la capacidad de] esterilizarlos fácilmente», afirma Bridgette Budhlall, ingeniera de la Universidad de Massachusetts, Lowell.

Indica que los plástico pueden modificarse con revestimientos que los vuelven resistentes a los microbios.

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    Un folleto informativo publicado por el American Chemistry Council, un grupo comercial de plástico, reza: «Los plásticos de un solo uso son la forma más limpia y eficaz» de propiciar la salud y la higiene en los hospitales.

    Pero quienes trabajan para aumentar la sostenibilidad de los hospitales sostienen que los plásticos se han utilizado en exceso.

    En un estudio de 332 hospitales que aún no se ha publicado, Practice Greenhealth analizó artículos de plástico de un solo uso habituales en quirófanos que se habían remplazado por artículos reutilizables. Herramientas como palanganas quirúrgicas y paños de esterilización podrían reutilizarse y eliminarían varias toneladas de residuos cada año. Según dónde lo reduzcan, los hospitales también podrían ahorrarse miles de euros al año, según Practice Greenhealth.

    Una pesadilla para el reciclaje

    «Funcionó durante un tiempo cuando China la aceptaba», dice Janet Howard, directora de participación en Practice Greenhealth, sobre los residuos médicos de plástico. Pero ahora «estamos retrocediendo», explica acerca de las iniciativas de reciclaje hospitalarias.

    En 2018, China anunció que dejaría de comprar dos tercios de los residuos del mundo. Así, una de las pocas opciones que tienen las instalaciones es tirar los residuos plásticos mezclados en vertederos o incineradores. El PVC que acaba en incineradores puede liberar sustancias químicas tóxicas.

    «Aún existen tipos de plásticos diferentes que podrían recuperarse y que no se recuperan por diversas razones», afirma Kim Holmes, vicepresidenta de sostenibilidad de la Plastics Industry Association.

    «Hay artículos empleados en los cuidados al paciente que no entran en contacto con los pacientes, así que no son peligros biológicos y podrían reciclarse», añade aludiendo a artículos como los envases y los recipientes de almacenamiento.

    Holmes explica que en los hospitales que intentan clasificar el plástico para reciclarlo, producir material suficiente para que un reciclador lo encuentre atractivo es un reto para cualquier hospital y es más eficiente cuando se recopila la basura de varios lugares. El Healthcare Plastics Recycling Council ofrece un manual a los hospitales que quieran sumarse a su red de reciclaje.

    El «factor grima»

    Uno de los artículos de plástico más habituales que se tira en los quirófanos es el «envoltorio azul», una lámina de polipropileno que cubre herramientas esterilizadas y que se retira y se tira antes de las operaciones.

    Su naturaleza de un solo uso elimina lo que Howard denomina el «factor grima», pero también deja a su paso una pequeña montaña de desechos.

    «Es como después de las fiestas, te queda un montón de papel de regalo en el suelo», afirma. «Así es la lámina azul del quirófano cada día».

    Según ella, algunos hospitales están probando a remplazar estos envoltorios azules con recipientes de esterilización reutilizables que pueden limpiarse, al igual que los instrumentos que contienen.

    Otro artículo abundante en los centros médicos es la bolsa de esterilización, una bolsita sellable para mantener el instrumental esterilizado sin gérmenes.

    Fue ese deseo de garantizar que sus instrumentos carecieran de patógenos lo que llevó a los hermanos dentistas David y James Stoddard a crear una bolsa de tela de tejido apretado para contener las herramientas esterilizadas. Crearon su empresa, EnviroPouch, en 1993 y Barbara Knight la compró en 2001.

    Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades establecen normas estrictas para esterilizar el instrumental médico y las bolsas que lo contienen deben estar registradas por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (y EnviroPouch lo está).

    Knight afirma que el producto que vende funciona mejor que las bolsas de plástico porque forma una barrera más gruesa alrededor de las herramientas afiladas. Indica que cada bolsa elimina casi 200 bolsas de plástico de un solo uso.

    «El tejido dificulta que un instrumento de punta afilada agujeree la bolsa», explica, comparándola con el film de las bolsas de plástico.

    Knight afirma que los dentistas que crearon la bolsa se inspiraron en la historia de Kimberly Ann Bergalis, una mujer que falleció en 1991 tras ser una de las seis pacientes estadounidenses infectadas con VIH en el dentista.

    Un estudio ha vinculado la exposición temprana al PVC en las unidades de cuidados intensivos a discapacidades neurocognitivas en etapas posteriores.
    Fotografía de Hannah Whitaker, National Geographic

    La misma preocupación por la propagación del VIH es lo que Gary Cohen, presidente de Practice Greenhealth y Health Care Without Harm, otra organización sin ánimo de lucro, indica como motivo de la gran presión que ejerció la industria para el empleo de envases de un solo uso.

    «Fue uno de los factores que contribuyó a impulsar la utilización de dispositivos de un solo uso y al exceso de envases en el sector sanitario porque existía una gran preocupación por la propagación», cuenta Cohen sobre la paranoia que tuvo lugar durante la crisis del SIDA. «Fue una reacción exagerada».

    Además de su abundancia, Cohen señala ciertos tipos de plástico, como el policloruro de vinilo (PVC), pueden contener sustancias químicas tóxicas. Un estudio de 2016 determinó que los pacientes jóvenes expuestos a un aditivo habitual en el PVC denominado DEHP —un tipo de ftalato— en cuidados intensivos mostraban síntomas de deterioro neurocognitivo más adelante.

    En su página web, la Plastic Industry Association mantiene que el PVC es un material eficaz porque es resistente a los gérmenes y fácil de esterilizar.

    El futuro

    Health Care Without Harm calcula que la industria sanitaria mundial genera poco más del cuatro por ciento de las emisiones mundiales, gran parte procedentes de la calefacción y la refrigeración que funcionan las 24 horas. Es el mismo porcentaje de emisiones que producen cinco centrales de carbón al año.

    Aunque muchos hospitales están abriendo oficinas de sostenibilidad, no serán «residuo cero» porque «siempre habrá algún tipo de componente de peligro biológico» que deba mitigarse, explica Howard.

    Pero indica que para ser mejores guardianes del medio ambiente, los hospitales y los centros de asistencia médica deberán reducir sus residuos plásticos. A diferencia de las emisiones de carbono, los residuos plásticos son muy perceptibles, y es algo que pacientes y médicos por igual quieren reducir.

    «Lo vemos desde una perspectiva general. ¿Qué es el bienestar y cómo lo alcanzamos?», pregunta de forma retórica. «Debemos comer sano y regresar a la naturaleza, y eso nos lleva hasta los hospitales como sanadores».

    No como contaminantes, añade.

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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