Los incendios de Australia generan «tormentas de fuego» de gran intensidad
Las tormentas provocadas por los incendios forestales, de aspecto apocalíptico, producen relámpagos y vientos que pueden transportar las peligrosas ascuas a lo largo de kilómetros.
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Comienzan en los tentáculos humeantes de los incendios forestales que suben hacia la atmósfera. Primero forman pequeñas agrupaciones de nubes blancas y, en solo media hora, pueden convertirse en tormentas imponentes.
«Cuesta exagerar lo oscuras que pueden volverse», dice Nicholas McCarthy, experto en incendios forestales de la Universidad de Queensland, Australia, sobre los pirocumulonimbus que se forman a partir de los incendios de gran intensidad.
Este peligroso fenómeno atmosférico, que a veces se denomina «tormenta de fuego», puede agravar los incendios generando vientos de gran intensidad, transportando las ascuas y haciendo que caigan rayos en regiones aún intactas.
En 2018, durante el infame incendio de Carr en California, los pirocumulonimbus crecieron de 4,8 a 11 kilómetros de diámetro en solo 15 minutos y engendraron un tornado de fuego. Estas tormentas de fuego se han observado en lugares que también se ven afectados por incendios forestales graves, como Portugal, Texas y Arizona.
Conforme el planeta se calienta, los incendios a gran escala son cada vez más frecuentes y las temporadas de incendios se alargan. Australia, que este año ha registrado la primavera más seca y el año más caluroso, sufre incendios forestales cada vez más peligrosos. Los expertos sostienen que las tormentas de fuego también podrían aumentar, lo que crearía un ciclo de retroalimentación positivo muy peligroso que achicharraría una tierra que ya está seca.
¿Cómo se forman estas tormentas?
Según Mike Flannigan, profesor de fuegos de áreas silvestres en la Universidad de Alberta, puede ser complicado predecir exactamente cómo y cuándo se forman las tormentas de fuego. «Son muy intensas y erráticas», explica.
«Todo lo que compone estos fenómenos está en su peor momento cuando se producen estos incendios», afirma David Fromm, experto en pirocumulonimbus del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos.
Las mismas condiciones que pueden provocar incendios devastadores —aire caliente y seco y viento intenso— son las que pueden producir tormentas engendradas por el fuego.
Conforme se calienta el aire que se encuentra sobre un incendio, crea una ráfaga de viento que se mueve hacia arriba, denominada corriente ascendente, que canaliza el humo hacia la atmósfera como una chimenea. Cuando el aire asciende, se enfría, se condensa y forma nubes. Flannigan indica que, cuanto más alto llega, más probable es que forme una tormenta eléctrica.
«Estas tormentas crean su propio campo de viento porque tienen una corriente ascendente muy violenta. Es un entorno muy turbulento», afirma.
Una vez se han formado, los pirocumulonimbus pueden parecerse a las tormentas eléctricas de gran intensidad, pero poseen diferencias importantes. Suelen producir rayos con cargas positivas, no negativas, que duran más y dan más tiempo para que los impactos de los rayos incendien el suelo. Las tormentas de fuego también suelen estancarse y quedarse quietas sobre los incendios que las crean. Y, sobre todo, las tormentas de fuego rara vez producen las precipitaciones que tan desesperadamente se necesitan para sofocar esos vastos incendios.
«Apenas producen precipitaciones», afirma Fromm. «Una de las ironías del pirocumulonimbus es que, como lo genera el fuego, el bombardeo de humo cambia la microfísica hasta tal punto que no se forman precipitaciones».
La cuestión del clima
Australia corre el peligro de vivir las repercusiones directas del cambio climático. Desde 2005, el país ha vivido sus 10 años más calurosos desde que se tienen registros.
Ya sea un solo huracán, inundación o incendio, los expertos no pueden atribuir un fenómeno meteorológico individual al cambio climático, sino que buscan tendencias que demuestren cambios en los patrones meteorológicos con el paso del tiempo. Fromm afirma que su trabajo aún no ha demostrado dicha tendencia de forma definitiva, pero sigue investigando.
En el último año, Australia ha albergado más tormentas generadas por el fuego que en los últimos 20 años. Con las persistentes condiciones de calor y sequía del país, los expertos prevén que se seguirán formando pirocumulonimbus.
«Con el cambio climático, quizá veamos incendios de mayor intensidad, y con incendios de mayor intensidad se esperaría ver más tormentas como estas», afirma Flannigan. «Preveo [que habrá] más en el futuro».
En un trabajo publicado en julio del año pasado, McCarthy y sus coautores determinaron que el clima cambiante de Australia podría poner a más personas y hábitats en peligro de sufrir tormentas de fuego.
Los efectos a largo plazo de estas tormentas no están del todo claros. Los científicos saben que son capaces de extender el fuego y agravar las condiciones de los incendios forestales, pero Fromm afirma que los pirocumulonimbus podrían bloquear el sol en zonas localizadas y generar un efecto de enfriamiento.
Australia solo acaba de empezar su temporada de incendios forestales y los meteorólogos sostienen que los incendios podrían continuar durante meses.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.