La deforestación del Amazonas alcanza niveles históricos debido al consumo de carne
Un nuevo estudio en la Amazonía brasileña confirma un aumento de un 54% en la deforestación de los últimos diez meses respecto al periodo anterior.
La deforestación, la destrucción de hábitats y la intensificación insostenible de la producción animal son algunas de las principales causas de la aparición de enfermedades zoonóticas como la covid-19.
Los últimos cincuenta años han supuesto un coste de deforestación nunca antes visto en la historia de la humanidad, arrasando un 15% de la superficie mundial de vegetación equivalente al territorio de España, Portugal y Francia. Ahora, un nuevo estudio alerta sobre la pérdida de 4.567 kilómetros cuadrados de la selva del Amazonas en los últimos diez meses: un 54 % más que el período anterior.
El pasado mes de mayo ostenta la segunda tasa más alta de deforestación de la última década: la Amazonía perdió 649 kilómetros cuadrados de selva nativa, según el Sistema de Alerta de Deforestación del Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon).
La causa principal de este continuo aumento de la explotación de los bosques radica en el incremento del consumo de carne y la consecuente expansión de la ganadería extensiva, así como el cultivo de soja y la creación de pastos para la ganadería. Tan sólo Brasil, país que alberga la mayor parte de la selva amazónica, ha transferido más de 60 millones de animales a la esta región, lo que ha avivado el debate internacional sobre quién decidir sobre el mayor pulmón del planeta.
En esta línea, nuestra dieta se sitúa en el punto clave de lo que está sucediendo en la Amazonia. La expansión de la ganadería y del cultivo de soja se debe a la demanda internacional de carne y piensos que la industria necesita para alimentar los animales que forman parte de nuestra alimentación.
“El 70% de las enfermedades humanas son producidas por la destrucción de la naturaleza”
Entre las consecuencias, la deforestación en Brasil ha aumentado casi un 30% entre 2018 y 2019, y supone una de las principales causas de emisión de CO2 del país. En la década de los 90 esta selva absorbía 2.000 millones de toneladas de CO2, que según datos de Greenpeace ahora se traducen en la mitad.
Los seis millones de kilómetros cuadrados del Amazonas brasileño suponen dos tercios de la selva que queda y, distribuida en ocho países, es el hogar de más de 35 millones de personas. Sin embargo, ninguno de los pueblos amazónicos respeta a sus pueblos y protege como debería el ecosistema con mayor biodiversidad del planeta.
Además de su repercusión directa sobre la biodiversidad y las especies endémicas, especialmente ricas en los ecosistemas de selva tropical, la tala de árboles expone a estas tierras a un impacto mucho mayor de las tormentas tropicales que arrasan el suelo y sus nutrientes.
Causa de la aparición de enfermedades zoonóticas
Algunos expertos señalan que una deforestación superior a un 20% significará un punto de no retorno para el medio ambiente, el cambio climático y la extinción masiva de especies. “El 70% de las enfermedades humanas son producidas por la destrucción de la naturaleza”, afirma en plena pandemia de la covid-19 un nuevo informe de WWF, que incluye la deforestación y la destrucción de hábitats, el cambio de uso en la tierra, así como la intensificación insostenible de la producción animal como algunas de las principales causas de riesgo.
“Nuevas enfermedades zoonóticas están surgiendo a un ritmo alarmante, impulsadas por la ruptura del vínculo entre los seres humanos y la naturaleza”, afirma la organización. El informe, lanzado el pasado 17 de junio, destaca la urgencia de un Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas que proteja a la naturaleza y, por tanto, la salud humana.
Entre las grandes amenazas que enfrenta este ecosistema se encuentran también los grandes proyectos hidroeléctricos que se llevan a cabo en los valiosos ríos de la cuenca amazónica, como las presas de la cuenca del río Tapajos, hogar de la tribu Mundurukú. También las empresas eléctricas y el mercado de madera tropical hacen negocio de la destrucción de la selva. España es uno de los mayores importadores de madera tropical amazónica y el cuarto importador mundial de madera de ipé, “contribuyendo no solo a la destrucción de la Amazonia sino tambień a la invasión de territorios indígenas o el trabajo esclavo”, afirma Greenpeace.
“Debemos frenar el comercio y el consumo de alto riesgo de la vida silvestre, detener la deforestación y la conversión de la tierra, así como gestionar la producción de alimentos de manera sostenible”, afirmó Marco Lambertini, Director General de WWF en un comunicado de prensa. “Todas estas acciones ayudarán a prevenir la propagación de patógenos a los humanos y también abordarán otros riesgos globales para nuestra sociedad, como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. No hay debate, la ciencia es clara”.